García Escribano, Pineda y Prieto.

García Escribano, Pineda y Prieto.

Empresas

Orizon detecta que las empresas desaprovechan la opción de usar chips más baratos en su 'mainframe'

El CEO, Ángel Pineda, propugna la nueva figura de un ‘Chief Performance Officer’ (CPO) para administrar qué tareas se asigna a cada tipo de CPU, reduciendo gasto sin perder rendimiento.

Más información: Tecnología para gestionar millones de instrucciones por segundo: la banca busca optimizar su rendimiento

Tabarca (Alicante)
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Se podría explicar con la ‘paradoja de la simplificación’, o ‘principio de la simplicidad compleja’, que sugiere que en el intento de hacer algo más simple, a menudo se introducen nuevas capas de complejidad. O referirlo como ‘principio de incertidumbre de la simplificación’, que plantea que cualquier esfuerzo para reducir la complejidad de un sistema puede generar efectos secundarios no previstos, enredándolo aún más.

Lo cual, traducido a un ámbito tecnológico, significaría que intentar mejorar un proceso, una aplicación de software, hacerlo más preciso o más intuitivo, puede derivar en un diseño más complejo, con capas de interfaces y menús adicionales…

Pero lo que señala Orizon, cuya actividad pretende detectar (y corregir) ineficiencias en el software empresarial, para generar ahorros mejorando su rendimiento, es que los programas que utilizan las grandes compañías (“sobre todo en el sector financiero”) van cambiando cada vez con mayor frecuencia. Y eso, claro, pone en un brete casi continuo a su funcionamiento y a los empleados que han de usarlo.

Lo detalla el CEO de Orizon, Ángel Pineda, definiéndolo como “rotación” de programas: “Cuando nosotros empezamos hace 15 años, el software cambiaba muy poquito. Ibas un mes [a una empresa] hacías un proceso de optimización y tenías un sistema muy estable. Hace tres años medimos que, de media, el software cambiaba un 27% de los componentes cada año. En estos tres años ha pasado a ser un 40%. En algún cliente, como caso extremo, llegamos al 57%. El nivel de cambio en las entidades ha subido muchísimo”.

Y no es que cada año se pongan en funcionamiento en las empresas multitud de nuevas aplicaciones. Pineda confirma a Disruptores que se trata mayoritariamente de actualizaciones de las que ya estaban en uso. Esto “significa que hay muchas oportunidades de que algo vaya mal o que no sea óptimo”.

Ángel Pineda, CEO de Orizon.

Ángel Pineda, CEO de Orizon.

La descripción que hace Orizon de su actividad, mediante la plataforma BOA, subraya que utiliza un “modelo avanzado de captura de datos, con capacidades algorítmicas y automatización de procesos de aprendizaje”.

Este conecta con todas las fuentes de datos relevantes del sistema, analiza e identifica los elementos de “sistemas críticos” con mayor impacto en los objetivos y los cambios de comportamiento en componentes de software específicos. Para corregir lo que convenga, se entiende.

IA para optimizar el rendimiento

Utilizando inteligencia artificial, plantea cuáles pueden ser los puntos de mejora en el proceso y flujo de trabajo, y con ello rebajar costes optimizando el rendimiento. Que es su leit motiv.

“Conseguimos reducir hasta un 35% el consumo de CPU facturable; nos comprometemos por contrato a una reducción del 5% del consumo mainframe en un año, en dos de los tres bancos más grandes de México; reducciones de CPU de más del 60% en entornos Oracle; hemos participado en las dos últimas grandes integraciones bancarias en España, garantizando la capacidad y el servicio…”, recita un vídeo corporativo.

En el tercer año que la compañía alicantina convoca a la prensa en la Isla de Tabarca (a la que rebautiza precisamente como “la isla del rendimiento”), la visión se amplía más allá de los límites del software y mira de frente al propio hardware.

“Creemos que todas las grandes empresas, según encuestas nuestras, en los próximos años habrán de tener una nueva figura, a la que hemos llamado CPO (Chiel Performance Officer). En alguna entidad bancaria muy grande la han llamado Chiel Services Officer”, dice Pineda. “Ahora mismo, quizás el 40% tiene ya una figura de este estilo, aunque no la llame así”.

Ángel Pineda, CEO de Orizon.

Ángel Pineda, CEO de Orizon.

La gestión específica sobre el uso de determinados chips alternativos para determinadas tareas, que sería la misión de ese nuevo puesto, puede entenderse como una tendencia similar al auge de las tarjetas gráficas (GPUs), cuya elevadísima capacidad de cálculo matemático (no de ejecución de código de programación) se ha hecho crucial en el entrenamiento y uso de la inteligencia artificial, después de que se revelasen como la herramienta más poderosa para la minería de criptomonedas.

En este caso concreto, Pineda se refiere a las grandes compañías que siguen utilizando potentes y caros ordenadores del tipo mainframe. Como el z17 de IBM, de última generación, diseñado específicamente para inteligencia artificial, incluyendo la IA generativa con el asistente Watsonx.

“En entornos mainframe, medimos que cambia mucho más la operativa de los programas que los procesos batch” [procesamiento por lotes, en el que un conjunto de instrucciones se ejecuta de manera secuencial, sin interacción directa del usuario], indica Pineda, con cifras de “rotación de programas” del 30%, en lenguajes tan veteranos (incluso vetustos) como Cobol y PL/I. Entonces es cuando entra en escena qué tipo de chip se puede utilizar para diferentes tareas.

Procesadores infrautilizados

“El mainframe es muy caro, con procesadores muy caros, pero a la vez hay también otros mucho más baratos que inventaron ellos [IBM]. Son los procesadores zIIP, que valen como diez veces menos. Y están súper infrautilizados. Vemos, que sólo el 50% de las empresas deriva más del 25% de su carga a procesadores baratos dentro del mainframe”, detalla.

“El mundo del mainframe lleva 40 años muriéndose, pero sigue vivo y hay muchas posibilidades de procesar. Por ejemplo, la parte de los móviles [aplicaciones online] se puede procesar con este tipo de procesadores más baratos. Pero en esa parte de mercado se utiliza muy poco”, añade Pineda.

Reprocha que “el fabricante” no hace “muy público” tales posibilidades de ahorro y señala además la existencia de otras “utilidades muy eficientes, como las ‘ordenaciones’. Sólo el 20% usa utilidades de ‘sort’ más avanzadas. La mayoría sigue procesándolas con programación, donde el programa siempre pone la lógica de ordenación. Que es como se hacía hace 30 años. Hoy en día hay utilidades pensadas para consumir menos e ir más rápido. Y digamos que tienen muy baja utilización”.

“No son indicadores especialmente técnicos… pero son indicadores”, prosigue Pineda. “Otro tema muy relevante es la concentración de gasto. Hay entidades que pagan muchos millones por sólo el 0,3 o 0,4 de todos sus procesos. Unos cuantos, muy poquitos, representan entre el 35% y el 40% de la factura que se paga. Y en el mundo online, aunque hay miles [de procesos] en banca, a lo mejor 9.000 tipos de operativas, pues digamos que son 40 las que se suelen llevar el 80% de la factura”.

Esto lo traduce el CEO de Orizon en que “sigue habiendo un negocio tradicional, con unas pocas operativas que condicionan todos los sistemas. Aunque el día a día esté ‘contaminadísimo’ de muchísima funcionalidad, componentes, etcétera, etcétera, sigue habiendo mucha concentración. Se habla de tendencias, pero realmente lo que importa es la factura”. Y el gasto, remarca, “está muy, muy concentrado”.

Todo ello, analiza, es una cuestión de eficiencia en “el desarrollo de la infraestructura” y para eso cree necesaria la figura del CPO, para controlar lo que pasa en este plano, sin tener que “irse a la cola de los desarrollos, ni del negocio”.

“Es no irte a la cola para hacer los cambios. No seguir con [sólo] los controles tradicionales”, concluye Pineda. “Si hay alguna cosa que va a ahorrar mucho dinero, o mejorar mucho la operativa, te saltas la cola. Ese cambio se tiene que implementar rápido. Cada vez vemos más que es algo estratégico. Con estos datos, mucha rotación [de software], mucha concentración [de gasto], mucha sensibilidad… no te puedes esperar seis meses a hacer un cambio. Igual, para entonces, la factura te ha penalizado o el servicio se ha fastidiado mucho”.

Enrique García Escribano, Miguel Angel Prieto (ambos Nuek) y Ángel Pineda (Orizon)

Enrique García Escribano, Miguel Angel Prieto (ambos Nuek) y Ángel Pineda (Orizon)

El misterio Nuek

Es intrigante que una compañía española dedicada a la tecnología de medios de pago, relativamente pequeña en la comparación (“somos un poquito menos de 2.000 personas”), sea capaz de plantar cara a los gigantes multinacionales del sector, marcar territorio en España y presumir de ser número uno en Latinoamérica. Pero todavía resulta más misterioso de dónde sale y qué significa ese extraño nombre de Nuek, que apenas tiene un mes y pico de existencia.

“Tenemos unos 30 años de experiencia y estamos en más de 140 clientes”, detalla Miguel Angel Prieto, director de soluciones e innovación en Nuek, empresa invitada en el encuentro de Tabarca para contar su caso de uso. La clave del misterio es que Nuek antes se llamaba Minsait Payments, como parte de la potente filial especializada en digitalización de Indra. Pero, señala Prieto, el nombre “se asociaba demasiado a la marca. Los bancos, cuando eligen, van a por empresas súper especializadas en medios de pago. Una consultora generalista no les parece…”.

En los últimos tiempos Nuek ha hecho un gran esfuerzo de crecimiento y adquisiciones, “porque en nuestro negocio es fundamental conseguir tamaño. No vale solo que seas bueno, que tengas un producto muy bueno. Si quieres estar en las pujas importantes, para que te consideren has de tener un volumen”, señala Prieto, mientras su colega Enrique García Escribano, jefe de desarrollo de software, pone énfasis en sus datos de cumplimiento y en el apoyo tecnológico que les aporta la empresa anfitriona del encuentro.

En cuanto al nombre que ahora luce Nuek: “Estuvimos desde agosto del año pasado, con el tema del branding. Nos hemos apoyado en BrandFor, que es una empresa muy reputada, y nos gustó mucho el proceso. Nos hicieron entrevistas a todos…”.

En resumen, la palabra en sí es una construcción que no significa nada. Puede sonar a “nuevo” en diferentes idiomas, es casi onomatopéyica, cumple el requisito de tener exactamente cuatro letras y “tenía que ser un término que mostrara innovación, pero también seriedad y rotundidad. Todo eso lo sumas en la coctelera y la ‘K’ final, da esa rotundidad, como de firmeza. De que hemos llegado”.

No sólo de rendimiento vive la empresa. También hace falta dar imagen.