
Incendio de Palisades que comenzó en la ciudad de Los Ángeles - CAL Fire.
El sueño americano hecho cenizas
Los Ángeles vive los peores incendios de toda su historia.
Los Ángeles atraviesa el episodio más oscuro de su historia. El sueño americano ha quedado hecho cenizas y la recuperación será lenta. Toda la innovación y tecnología que produce el estado dorado de California no han servido para proteger a la ciudad de una devastación total.
La semana pasada los angelinos eran conscientes de que se adentraban en la temporada de incendios (“fire season”) más delicada de la última década. Los vientos de Santa Ana amenazaban con alcanzar los 160 km/hora, un hecho poco común que, combinado con una sequía de varios meses, produjo la rápida propagación de los incendios por varias partes de la ciudad.
Más de 12.000 edificios han sido consumidos por las llamas. La comunidad más devastada hasta el momento, Pacific Palisades, ha sido borrada del mapa. Desafortunadamente, todos conocemos a un allegado que ha perdido su hogar y todos sus recuerdos. Los afectados apenas tuvieron tiempo para evacuar.
Los servicios de emergencia, colapsados, están empleando todos sus recursos para acabar con los feroces incendios, por lo cual, la cifra oficial de fallecidos tardará en conocerse.
Con un cielo rojizo cubierto en llamas, una lluvia constante de cenizas y fuertes vientos, se podía esperar lo peor: que las brasas provocaran nuevos focos en otras zonas de Los Ángeles. Efectivamente, horas más tarde, al incendio de Pacific Palisades se le sumó el incendio de Runyon Canyon, en las colinas de Hollywood, con una zona de evacuación que llegó a extenderse hasta el mismísimo Paseo de la Fama.
¿Podrían las llamas llegar al corazón de la ciudad? Esta posibilidad, antes remota, ahora es inminente. Los Ángeles está viviendo su propia película post-apocalíptica y el panorama es desolador. El uso de la tecnología parece haber evitado un mal mayor. El teléfono se ha convertido en el principal aliado de los angelinos durante las últimas dos semanas.
Las alertas de evacuación enviadas a los móviles fueron efectivas, pero vinieron acompañadas de una desagradable sorpresa: todos los residentes afectados intentaron evacuar la zona de Hollywood al mismo tiempo, provocando elcolapso absoluto de las carreteras.
Afortunadamente, los bomberos lograron controlar el incendio en apenas 12 horas, ayudados de helicópteros que trabajaron sin descanso toda la noche recogiendo agua de la Reserva de Hollywood.
El sistema de alertas no fue perfecto. Hasta en dos ocasiones llegó a enviar órdenes de evacuación erróneas a todos los habitantes de la ciudad. Unas 10 millones de personas creyeron que tenían que abandonar urgentemente sus viviendas.
Los incendios continúan propagándose de manera imparable por varias partes del condado de Los Ángeles. Es difícil respirar en la ciudad, que se ha convertido en un pueblo fantasma. La peor noticia de todas es que la amenaza sigue latente y los angelinos no saben con certeza cuándo podrán volver a conciliar el sueño.
Los efectos del cambio climático se dejan ver. Ese futuro apocalíptico que la comunidad de científicos expertos describió hace 20 años ya está entre nosotros.
Es hora de reconocer el valor de la cuarta revolución industrial, ese movimiento que nos está empujando a buscar soluciones climáticas innovadoras de manera urgente. El ecosistema de inversores de Silicon Valley ha sabido aprovechar el momento para invertir fuertemente en startups que cuentan con proyectos prometedores. Hay algo de esperanza.
Es imperativo que los gobiernos prioricen la inversión en este tipo de soluciones climáticas y que presten atención al momento histórico que atravesamos. Todos nos hacemos la misma pregunta en estos momentos: “¿cómo es posible que California sea el centro tecnológico del mundo y que no haya podido acudir a la tecnología para evitar el mayor desastre natural en la historia de Los Ángeles?” Incluso las cámaras de detección de incendios, equipadas con lo último en inteligencia artificial, también fallaron.
No hay tiempo que perder.