El año 2023 ha supuesto el pistoletazo de salida para el PERTE Chip, una promesa de futuro con la que España tiene una oportunidad única en décadas para tomar impulso en un ámbito que impacta de lleno en nuestro día a día, siendo los semiconductores uno de los pilares del desarrollo moderno.

Para entender la cadena de valor de los semiconductores, podemos segmentarla en cuatro grandes bloques: el diseño, la fabricación, el test y el empaquetado. El diseño es la rama históricamente más importante a nivel nacional, donde se aporta un alto valor añadido con costes hundidos reducidos.

En ella, podemos presumir de tener centros y empresas ya consolidados, además de contar con pequeñas empresas y otros proyectos que apuestan por el diseño. Sin embargo, el resto de apartados de la cadena no tienen en la actualidad un peso específico en el ecosistema español.

Siendo conscientes de este dato, se han lanzado proyectos que cubren la fabricación de semiconductores con grandes nombres que, aunque aún no han cristalizado, son una gran promesa que se une a otras tales como las fábricas de fotónica y grafeno en Valencia, Barcelona, Vigo y San Sebastián.

Queda en el test y empaquetado, normalmente, agrupados en un único conjunto, una oportunidad con la que apuntalar la cadena de valor completa de los semiconductores.

España puede ser referencia en el empaquetado de alta tecnología aportando elementos únicos y diferenciales en campos como la fotónica y la electrónica, tales como la integración híbrida de chiplets con interfaces por encima de los 500 GHz.

Tenemos una oportunidad de liderar aspectos tecnológicos en sectores de alto valor añadido y tan importantes como las comunicaciones, tanto en su rama móvil, incluyendo el 6G y sus nuevas bandas frecuenciales, como en la transmisión de grandes volúmenes de datos, algo imprescindible para tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial.

Si queremos ser competitivos, debemos apuntalar estos cuatro pilares con un ecosistema en el que el PERTE Chip jugará un papel dinamizador imprescindible para el sector.

Para que las inversiones sean fructíferas, debemos coordinar las acciones de forma que tengan una coherencia en su conjunto completo, estableciendo estrategias que amplifiquen los esfuerzos.

Sólo así podremos asegurar la viabilidad del sector de forma que tenga sentido a corto y medio plazo, con vistas a un futuro que será tan prometedor como nosotros mismos lo construyamos. El ecosistema nacional está en este momento lleno de ilusión, ideas y ganas de aportar nuevo valor.

Con los apoyos necesarios, muchas de las corrientes que se generen en esta oleada podrán establecerse y devolver a la economía el esfuerzo actual.

La educación, históricamente brillante en nuestro país, es capital para este futuro. La inversión ya realizada en el sistema educativo es un gran ejemplo de la capacidad de creación de talento en un tejido que se complemente con la industria.

Trabajemos en un plan que forme a los profesionales del futuro y asegurémonos de que la transferencia entre la universidad y el tejido empresarial sea efectiva y ágil en ambas direcciones.

Tenemos la gran oportunidad de crear valor en el sector de los semiconductores como apuesta a un futuro prometedor, reteniendo el talento que nutra a la industria del mañana.

***Álvaro Jiménez Galindo es CEO de LeapWave Technologies.