Gabriel Anzaldi, director de Desarrollo Cientificotecnológico de Eurecat.

Gabriel Anzaldi, director de Desarrollo Cientificotecnológico de Eurecat.

La tribuna

Transformación industrial, del relato a la acción

18 diciembre, 2021 01:16

Existe un consenso generalizado en la comunidad tecnológica respecto a la importancia de desplegar urgentemente la innovación como uno de los elementos fundamental de un nuevo desarrollo industrial. Al igual que en el caso de la transformación digital, la pandemia no ha hecho más que acelerar esta necesidad y, al mismo tiempo, tampoco nos ha dejado dudas acerca del rol que la incertidumbre jugará, de ahora en adelante, en todas nuestras actividades.

Estas realidades no esperan, están entre nosotros y debemos afrontarlas desplegando dinámicas basadas en estrategias de transformación ágiles, conocimiento aplicado y diferenciación tecnológica. Un nuevo escenario que hace imprescindible la convergencia de factores científico-tecnológicos, ambientales, sociales, industriales y regulatorios disruptivos que aseguren un desarrollo económico que nos permita hacer frente a sucesos de gran impacto social.

Nos encontramos, por tanto, frente a situaciones cambiantes e imprevistas, pero también ante la exigencia de una transformación simultánea en distintos ámbitos del tejido industrial, social y ambiental. Un fenómeno transversal que, sumado a una creciente interacción entre persona y tecnología, hace imprescindible el desarrollo de modelos de desarrollo centrados en el valor compartido, abiertos a toda forma de colaboración y basados en conocimiento diferencial aplicado. Todos ellos aspectos necesarios e indivisibles para determinar la competitividad y el bienestar social resultante en cada región.

Este proceso de transformación transversal exige agilidad, mayor cooperación, complementariedad e impone una gran interacción de todas las disciplinas humanas, tecnológicas y de gestión como fórmula para hacer frente a desafíos complejos. Retos que conjugarán aspectos multidimensionales, multisectoriales y multiculturales.

Simultáneamente, la actual revolución tecnológica viene produciendo un cambio profundo desde dentro de las organizaciones y de las propias sociedades, una transformación que busca extraer el máximo potencial del conocimiento obtenido a través de las múltiples tecnologías disruptivas.

Se trata de un cambio que no se produce por la aplicación aislada de una tecnología, sino principalmente por la aceleración que implica su complementariedad. A medida que una tecnología continúa desarrollándose, las interacciones entre las diferentes tecnologías crean y multiplican las oportunidades de progreso tecnológico e innovación diferencial. De este modo, se desencadena un fenómeno de transversalidad tecnológica que pasa a ser múltiple, rápido y potenciador de una mayor transformación.

La cuarta revolución industrial es un ejemplo, un paradigma donde los desafíos de eficiencia, autonomía, agilidad y economía circular convergen junto con múltiples tecnologías facilitadoras en una profunda transformación. Factorías digitales, hiperconectadas y autónomas, traccionadas por energías verdes, intensivas en reutilización de recursos, con procesos de decisión empoderados por una mayor interacción entre inteligencia natural y artificial. Procesos interoperables, donde los datos fluyen y habilitan nuevo conocimiento y capacidades profesionales. Un despliegue industrial que permite anticiparse, adaptarse, orquestar nuevos servicios y desarrollar modelos de negocio innovadores adaptados a usos más ecológicos y prácticas más sostenibles.

Se hace necesario, por tanto, el despliegue de un nuevo modelo basado en una adaptación continua, transversal y sistémica, un modelo conceptual donde se materializa la autonomía y el trabajo colaborativo entre personas, objetos, procesos operativos y entorno.

Este modelo transversal, sistémico y colaborativo, además de estar sustentado en un fuerte desarrollo industrial donde aplicar el conocimiento, necesita prioritariamente de la innovación a lo largo de toda la cadena de valor como factor diferencial. Es en las interfaces e interrelaciones entre múltiples personas, tecnologías, actividades socioeconómicas y sectores donde se crean y multiplican ideas y oportunidades de disrupción. Esto hace de la transversalidad el factor imprescindible a desplegar para favorecer el progreso tecnológico que nos diferenciará.

Dentro de este nuevo paradigma, debemos avanzar hacia estructuras cada vez más transparentes y flexibles, hacia formas más equilibradas de poder y hacia relaciones basadas en proyectos, “misiones”. Más allá de las jerarquías y contratos tradicionales, las redes y las colaboraciones, internas y externas, deben potenciar un liderazgo horizontal, compartido y colectivo que garantice el compromiso con el talento, la circulación abierta de conocimiento y todo ello con un propósito en el que el relato se fusione con la acción.

La nueva revolución tecnológica se basa más que nunca en el emparejamiento y la fusión de tecnologías disruptivas, talento y experiencia. Nos encontramos en un momento en el que no bastará con conocer perfectamente una tecnología, sino que tendremos que disponer de la capacidad y habilidad para crear soluciones tecnológicamente transversales, inmersas en organizaciones flexibles que potencien valor compartido en ecosistemas regionales que las asimilen y desplieguen rápidamente.

El consenso a nivel europeo sobre la necesidad de transformar urgentemente la industria nos sitúa ante una oportunidad sin precedentes en la que, parafraseando a Albert Einstein, definitivamente no es el momento de ‘hacer lo mismo’ si lo que buscamos son resultados distintos.

Las organizaciones, empresas y regiones que desarrollen la transversalidad y el valor compartido, contarán con ventaja para mirar más allá de su experiencia inmediata y podrán extender el alcance de sus propias soluciones para sobreponerse con mayor resiliencia en escenarios cambiantes. Formarán ecosistemas virtuosos donde desplegar el conocimiento, cogenerar tecnología y canalizar la escalabilidad industrial serán aspectos prioritarios para materializar una prosperidad socioeconómica que resuelva problemas tan importantes como el empleo precarizado, la falta de equidad social o las respuestas contundentes a la emergencia climática.

En definitiva, que se materialice un crecimiento económico impulsado por los fondos de recuperación es importante, pero todavía lo es más que el progreso se fundamente en una transformación basada en la cogeneración, visiones sistémicas, la convergencia tecnológica aplicada a escala industrial y la innovación como factores determinantes de un indispensable cambio de modelo. No podemos desperdiciar las enseñanzas de la crisis sanitaria que desgraciadamente nos ha tocado vivir y que han demostrado con crudeza que los modelos de desarrollo económico, de baja intensidad innovadora y de retroceso de la actividad industrial, no son capaces de dar respuestas adecuadas a los grandes retos a los que nos enfrentaremos.

*** Gabriel Anzaldi es director de Desarrollo Cientificotecnológico de Eurecat.

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