Como pintor, al uso, es “muy malo” dice él que ama este arte, pero el humilde Aquilino Peña lleva más de tres décadas dibujando el futuro que hoy es presente, construyendo la tecnología que mañana será rutina, esculpiendo al emprendedor que mutará a inversor.

Aquel “imberbe y espigado jovenzuelo con nombre de persona que alquila pisos” que fue en su juventud, según recuerdan sus amigos personales-profesionales, es hoy el cofundador del Kilimanjaro (su primera montaña) español de la inversión, Kibo Ventures. que pronto será la Esperanza (kibo en japonés) de las startups invertidas en sus tres primeros fondos, a través de un ‘opportunity fund’ que anuncia para esta columna y podría llegar a los 30 millones de euros.

Es el inversor, junto a Eneko Knörr, del que más he aprendido en los últimos tiempos, más accesible para mi persona, incluso de manera previa al inicio de esta colaboración en Disruptores e Innovadores siempre me abrió la puerta, aunque nunca le pedí dinero, todo cabe decirlo.

Porque parte de sus éxitos como inversor viene de su carácter “abierto”, su lucidez como emprendedor y su cercanía al ecosistema, porque lo palpa, porque lo siente, porque lo crea, porque lo apoya, porque lo visiona, porque pregunta y porque responde, porque cada día desayuna con un startapero en el madrileño Bar Tomate, junto a la Castellana, antes en Narciso de la calle Almagro, o en el Vips de López de Hoyos. Solo así se pueden entender sus éxitos, su metodología artesanal, cuya fórmula tiene “50% de arte y 50% de ciencia”, aunque Juan López, director de Inversiones de Kibo, amigo y próximamente socio, opina “que todo tiene un algoritmo”.

Esta adicción por estar siempre cerca del emprendedor también le ha llevado a transformar a muchos de ellos en inversores. “Son ya unas cuantas startups en las que hemos invertido varias veces o ayudado a vender, que luego sus CEOs se han mutado a inversores de nuestro fondo”, afirma Aquilino ‘El Bueno’, como le definen todas las personas que sirvieron de fuente para este perfil.

Aquilino Peña, presidente de ASCRI.

Aquilino Peña, presidente de ASCRI.

Mucho respeto y admiración al escribir sus nombres. Iñaki Berenguer (CEO de Coverwallet), Pedro Castillo (Fundador de Devo), Andrés Torrubia (CEO de Freepik), Juan Urdiales y Felipe Navio (Fundadores de Job&Talent), Nacho de Pinedo y Javier Rodríguez Zapatero (Fundadores de ISDI), Félix Ruiz (Presidente de PlayTomic) o el gran Hugo Arévalo.

Su órdago por la innovación y por el futuro se puede entender si nos remontamos en el tiempo a la primera transacción de ‘mobile commerce’ que se hizo en España y que fue con la venta de un CD de Alejandro Sanz, la hizo él. “Muchos me decían que estaba zumbado, ¿cómo se va a comprar un libro o disco por internet?”.

El tiempo pone a cada uno en su sitio y Aquilino Peña está en el altar de las voces autorizadas, por todo lo que ha conseguido, seguro que sí, pero también por algo que siempre destaca, su “servicio público”, que ahora le atarea a través de Ascri, Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión, que preside, y que venía de vicepresidir, rara avis dada su versión ‘venture capital’. “Soy muy poco asociacionista, pero me jodía mucho que aquí se invirtiera poco, tan solo algunos valientes, y yo siempre he estado muy convencido del talento que hay en nuestro país, ahora más que nunca”.

En su repertorio también está el de ser jurado de los Premios Fundación Princesa de Girona, haber sido presidente de IAB Spain o haber estado en la junta de Adigital.

El Business Angel que fue, “me comprometí con Kibo a solo invertir aquí”, siempre remarca, apostó por un total de 17 compañías de las que cinco fueron gloria bendita, como Submarino, de la que formó parte del equipo fundador y que salió a bolsa en 2004 con una cotización de 150 millones de euros, “era super joven, me sirvió para reinvertir”; o Bodeboca, vendida a Pernott Ricard, y donde aportó “los primeros 50k”, o la aerolínea Volotea, de su amigo personal Carlos Muñoz, “de los mejores emprendedores que he conocido”.

En total, un x3 de toda su inversión hasta el momento, con una rentabilidad anual de un 35-40%, a la espera de las futuras, su palabra favorita, alegrías que le den las seis que siguen vivas y en las que mantiene su inversión. De momento, solo seis pasaron a mejor vida.

En 2012 llega Kibo Ventures, su sueño cumplido, “mi felicidad, mi vida”, junto a las obras de arte que colecciona, que adornan su casa personal y que decoran el inagotable zoom que nos impide ser los humanos que éramos antes. Construido junto al amigo que conoció en octubre de 1988 y con el que nunca tuvo diferencia alguna sobre las operaciones a realizar, Javier Torremocha, comparten liderazgo y decisiones, con sus socios Pepe, Joaquín, que liderará el ‘opportunity fund’, y Sonia, con la que les encanta trabajar y percibir su visión femenina en un ecosistema todavía machirulo. y contra el que Aquilino lucha por cambiar.

Este equipo, ha logrado levantar un total de 215 millones repartidos en tres fondos, a vistas de un futuro próximo en el que se avecinan titulares gloriosos.

Sus éxitos les avalan, del primer fondo de 43 millones, con 31 startups invertidas, han logrado nueve exits. Del segundo fondo de 71 millones, otras 21 compañías en las que participaron, y tan solo dos han caído, contando ya con ventas, como la de Coverwallet, de Iñaki Berenguer, “un superemprendedor muy bien formado que tiene ambición de la buena, Bipi o Vilynx, vendida a Apple según varios medios de comunicación. En el portafolio de este segundo round destaca nuestro protagonista hoy, a Devo, con su fundador Pedro Castillo, “un humilde, un fiera”, Clarity, de “la gran” Rebeca Minguela, PAACK de Fernando Benito o Defined Crowd de Daniela Braga.

El tercer fondo, anunciado tras el verano pasado y cerrado con 100 millones en este año, acaba de realizar su primera inversión.

Pero la realidad eleva aún más a Aquilino Peña y a Kibo Ventures al olimpo de los dioses de los venture capital internacionales. Invirtieron con el primer fondo y acompañan en la visión de futuro e internacional, que todos comparten, las dos joyas de la corona: Flyware y Job&Talent. Tremendo.

La primera, fundada por el “crack” Iker Marcaide, es ya el tercer unicornio nacional por detrás de Cabify y Glovo, y se acaba de convertir en la primera gran salida a bolsa en EEUU, Nasdaq, de una startup nacida en España, “en la que se solo hemos invertido dos millones”, y sobre la que calculan un exit en torno a x50. La segunda, en la que ya han apostado con siete millones, transacciona en la actualidad más de 600 millones de euros al año, alcanza siete países y ya ha empleado a más de 80.000 personas; sus fundadores, un ejemplo de “esfuerzo, tesón y trabajo”, sentencia nuestro protagonista.

Fotógrafos como José Manuel Ballester, pintores como Chema Madoz o el gran Picasso, todos ellos admirados por Aquilino Peña, conceptuales, abstractos y acercando el futuro al presente. Así es como Aquilino querría ser recordado para siempre el día, “si llega”, que dejara la Esperanza, el ecosistema de racimos de amigos que ha construido en las tres últimas décadas, con el que ha compartido sus grandes aficiones, los buenos vinos y exquisitas comidas. ¿Dónde te verías? “Como agricultor, volviendo a ver toros, o haciendo la mili”. Shhh es un secreto.