Estas semanas se está celebrando en toda España la fiesta del Orgullo Gay. Sin embargo, la polémica auspiciada por algunos partidos políticos ultraconservadores en torno a este colectivo lleva ya días intoxicando la actualidad informativa. El ejemplo más inmediato lo encontramos en la decisión del nuevo Ayuntamiento de Madrid de retirar algunos carteles promocionales de esta fiesta en los que se recordaba la labor de las personas que lucharon por los derechos LGTBI en nuestro país y quienes sufrieron por una discriminación que, desgraciadamente, aún existe a fecha de hoy.

En el marco de este contexto de celebración de la libertad y la igualdad, también es momento de denunciar las injusticias que este colectivo viene sufriendo en estos momentos. Muchos de ellos, escritos en clave digital. Según el Ministerio del Interior, el 19% de los delitos de odio en España van dirigidos contra el colectivo LGTBI. Y, de ellos, más del 50% son cometidos a través de Internet y las redes sociales, lacra que para mayor gravedad es especialmente reseñable entre las personas más jóvenes, perpetuando así los estereotipos y las conductas discriminatorias entre lo que en esencia somos cualquiera de nosotros: personas.

Y frente al odio manifestado por algunos partidos con fundamentos en la ignorancia más absoluta, la reacción oficial ha quedado bien marcada, con un cordón sanitario en torno a cualquier discurso degradante. La Secretaría de Estado de Avance Digital (dirigida en funciones por Francisco Polo, gay y conocido activista de los derechos de este colectivo) ha organizado esta semana una jornada para analizar la protección efectiva de los derechos de los homosexuales en el ámbito digital. En ella, Polo ha manifestado que «la protección de los derechos y libertades sociales del colectivo LGTBI beneficia a toda la sociedad» y que «en la defensa de los derechos humanos no pueden caber las distinciones».

Inclusión por encima de las diferencias que, aunque sencillo de promulgar, no parece que sea fácil de conseguir. Máxime cuando la impunidad y el anonimato de la Red posibilita que los trols de las cavernas puedan resucitar y traer de vuelta, de manera angustiosa, sus recelos y prejuicios de otra era con el altavoz ingente de las redes sociales.