En un mundo obsesionado por el exhibicionismo, los selfies y las frases de autoayuda, no parece tener sentido que queramos guardar o proteger algo de la vista de los demás. Parecemos empeñados en mostrarlo todo, en crear una falsa realidad que fotografiar para que pueda estar a la vista de todos.

Extrañamente, en este mundo de falsas verdades nos hemos obsesionado por la privacidad, por las claves y las contraseñas, por las alarmas y por las cerraduras dobles.

Siempre he pensado que protegemos demasiado las cosas que no son importantes y dejamos y bajamos la guardia en las cosas que deberíamos cuidad. Pero es sólo mi opinión.

Así, las empresas de seguridad han ganado adeptos, especialmente las que se dedican a almacenar archivos online. Una de ellas, Internxt, ha apostado por competir con los grandes para demostrar que la seguridad también puede ser made in spainX Cloud, se dice, es como ir a la guerra con tres dragones crecidos y entrenados; aunque uno caiga, los demás conseguirán abatir al enemigo.

Este producto usa un sistema de encriptación que divide los documentos en muchos trozos, ubicados en distintos sitios en otros tantos ordenadores. Es como intentar hacer un puzzle sin tener ni siquiera las piezas. Además, nuestro segundo dragón es un sistema de encriptación de datos de punto a punto, al que sólo se puede acceder con una contraseña que sólo conoce el propio usuario.

Pero hoy ya sabemos que nuestros datos tienen un precio y que nuestros secretos no están tan bien escondidos. Lo que también sabemos es que algunas grandes empresas de este tipo pueden acceder a nuestros datos y a nuestros correos. Ha pasado muchas veces y, probablemente volverá a pasar, porque esos datos valen mucho. Pero en esta empresa los únicos que pueden acceder a sus datos son los propietarios de los mismos.

Yo tengo un planteamiento que hacer, aquí, en público. ¿Sólo lo que otros quieren robar tiene valor? Abramos las ventanas y que corra el aire. Contemos los secretos que en el fondo no son importantes a los cuatro vientos para que pierdan su valor, para que no puedan ser usados para hacernos daño. 

No hay nada con menos valor que una información que todo el mundo sabe. Tomémonos en serio, por tanto, la seguridad, la de verdad, la que no quieres fotografiar. Eso sí, guardemos bajo siete llaves y protegidos por dragones nuestros datos más oscuros. Aquí la lucha ya ha empezado.