Karel van den Berg y Alexander van der Lely, en las instalaciones ganaderas de Lely Group en Holanda.

Karel van den Berg y Alexander van der Lely, en las instalaciones ganaderas de Lely Group en Holanda.

Innovadores

El robot que ordeña a las vacas para que sean felices

Los animales acuden por propia decisión a ser ordeñados mediante un sistema automático, que localiza sus pezones por láser, varias veces al día

19 septiembre, 2019 07:00

De qué depende la felicidad de las vacas? Para saberlo, habría que introducirse en su testa y, desde luego, en sus ubres. Que debe ser, aproximadamente, lo que hizo el ingeniero Karel van den Berg ("nací en una granja, entre vacas", le cuenta a INNOVADORES), cuando le propuso la idea a su jefe, también ingeniero, Alexander van der Lely, hijo del cofundador en 1948 (a medias con un hermano) del Lely Group en Maassluis, Holanda. En la actualidad es el CEO. Una compañía pionera en desarrollar tecnología para el sector agrícola, extendida por toda Europa.

La cuestión clave en esta [divertídisima] charla con los dos inventores holandeses, que fueron candidatos este año a los premios de la Oficina Europea de Patentes, es la del comienzo: So, happy cows? (¿así que, vacas felices?). "Sí, sí, vacas felices…", repite entre risas Van der Lely. "Nuestras principales tareas se dedican a la maquinaria agrícola. Analizamos el proceso de ordeño, que es muy duro, dos veces al día, agarrando con cuidado los pezones. Es malo para la espalda y tienes que estar ahí siete días a la semana…".

Y tampoco es ideal para la vaca, incómoda, mientras espera su turno. Así que, explica Lely, la idea fue "optimizar el proceso, de manera que no fuese dos veces al día, sino que la vaca pueda ser ordeñada las 24 horas. Siempre que la vaca lo desee, puede ir a la máquina y eso sólo es posible si la vaca se siente feliz, si ella quiere ir a la máquina". Todo sin intervención humana.

O sea, es como si la vaca actuase con libre albedrío. "Algo así", replican ambos, divertidos. "El robot es parte del grupo de animales y muy accesible. La vaca quiere estar con su grupo, no desea estar sola. Es completamente libre para acudir al robot y le gusta hacerlo, porque encuentra comida agradable", concreta Van den Berg. 

La máquina, es una estación robótica. Cuando la vaca se coloca en su zona de trabajo se cierra la puerta, para no ser molestada por otras. Un brazo articulado se sitúa automáticamente por debajo del animal. Con ayuda de sensores láser, identifica los pezones, los limpia, masajea y acopla los succionadores ("pezoneras"), mientras el animal come tranquilamente de un dispensador. La primera vez que lo utiliza las tetas de la vaca deben ser escaneadas para identificar su morfología exacta. A partir de ahí, el animal es identificado por un chip en su collar para sucesivas ocasiones. 

El proceso sirve también para mantener un control sobre su estado de salud, analizando su leche, y permite suministrar alimentación específica para cada individuo durante la operación. El robot mantiene las propias pezoneras limpias, evitando posibles contagios de un animal a otro, y puede añadir otros elementos de control sanitario. 

Astronauta

El nombre de la máquina es Astronauta, evocando la libertad con la que se mueve su brazo por el espacio bajo el animal para cumplir su misión, conectado por unos tubos a su ‘nave matriz’.  "A la vaca le gusta visitar al robot, así que no va sólo un par de veces al día, sino tres o cuatro, por su propia decisión. Le gusta dar la leche y el concentrado de alimento", añade Van den Berg. 

Además, el invento establece un ‘orden social’: "Hay vacas dominantes que quieren ser las primeras, y las menos dominantes hacen cola detrás de ellas. Si la dominante decide ir a las cuatro de la madrugada, porque el sistema está disponible las 24 horas, las demás esperan a las 4:30", indica Van der Lely.    

"Con nuestro sistema hay menos enfermedades, menos inflamaciones y menos estrés. Los animales viven más, disminuyen las facturas del veterinario y aumenta la producción de leche, lo cual demuestra que las vacas son más felices", asegura.

Cada máquina puede prestar atención a unos 60 animales, así que no se trata de un sistema pensado para pequeñas explotaciones ganaderas. "No. Lo normal es tener granjas de varios cientos de cabezas, con varios robots", aclara el CEO.

Esta tecnología ya se está usando en explotaciones ganaderas en España, "desde Gerona hasta toda la franja del norte [la cornisa Cantábrica] y también en Mallorca", indica. "Y hay muy buena leche en España", añade Van den Berg.

"Nuestro objetivo es lograr que la gente joven quiera ser granjera. Es un trabajo duro, pero así es más fácil que los jóvenes quieran serlo y dedicarse a producir buenos alimentos para los consumidores", concluye Van der Lely.