Una imagen de los ponentes.

Una imagen de los ponentes. Rodrigo Mínguez

IV Foro de Málaga (2025)

Altas capacidades en el ámbito educativo: desmontando mitos, detectando necesidades

Especialistas del sector han debatido en torno a los estigmas, las carencias del sistema y la necesidad de una mirada más completa e inclusiva para este tipo de alumnado.

Más información: IV Foro de Educación, Innovación y Economía

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Durante la mesa redonda dedicada a las altas capacidades en el IV Foro de Educación, Innovación y Economía de EL ESPAÑOL, cuatro expertos coincidieron en que aún persisten importantes malentendidos en torno a este perfil del alumnado.

Lejos de la idea generalizada y errónea de que tienen una "ventaja" automática en el sistema educativo, con frecuencia estas capacidades se convierten en un obstáculo cuando no se detectan o comprenden adecuadamente. La conversación ha girado en torno a los estigmas, las carencias del sistema y la necesidad de una mirada más completa e inclusiva.

Los ponentes que han participado han sido: Paloma Merino, docente especializada en Altas Capacidades, directora de Acai y docente de Novaschool Añoreta; Maribel Flores, especialista en altas capacidades intelectuales; Alejandro Soler, presidente de Altas Capacidades de Málaga (ASA) y Elena López, profesora de la Facultad de Educación y de la Facultad de Salud de la Universidad Camilo José Cela (UCJC) han participado en el Foro de Educación, Innovación y Economía de EL ESPAÑOL de Málaga.

Paloma Merino ha destacado que uno de los grandes problemas es el estereotipo que sigue asociando la alta capacidad al alto rendimiento escolar. "Se sigue asociando y lo que genera en el alumno es una especie de disonancia cognitiva", ha explicado.

Según Merino, muchos estudiantes no se identifican con este perfil precisamente porque no cumplen con las expectativas académicas que se les atribuyen. "Se confunde tanto a nivel de profesorado como de usuarios. Ellos mismos no se identifican con el colectivo por no sacar buenas notas", ha añadido.

Además, ha resaltado la falta de inclusión del sistema educativo español, no solo en este ámbito, pero con mayor intensidad en el caso de las altas capacidades. "El alumnado con altas capacidades parece alumnado sin necesidad, que no necesita ayudas. Como el que menos merece. No genera empatía", ha dicho.

En ese sentido, ha insistido en la necesidad de formar al profesorado y de cambiar la mirada hacia estos alumnos: "Al profesorado tenemos que sensibilizarlo, que entiendan y atiendan. Tienen que estar formados para saber que si una alumna no para de levantar la mano es porque está aburrida, no porque quiera llamar la atención, ha aseverado.

10. Mesa redonda. Las altas capacidades

La especialista ha subrayado que comprender realmente las altas capacidades implica reconocer un perfil que va más allá de lo cognitivo. "Hay que empezar por entender la alta capacidad como una combinación de capacidad cognitiva, emocional y social. Ahí reside la innovación". También ha cuestionado el uso generalizado de herramientas tecnológicas sin una reflexión previa.

"Yo hay casos en los que desaconsejo la tecnología. Ese chute de endorfinas y neurotransmisores no va bien en todos los perfiles. Hay que valorar si es una buena medida en función del contexto cognitivo, pero también emocional y social".

A su juicio, una de las claves está en enseñar a estos estudiantes a manejar la frustración: "Quiero que se enfrenten a que las cosas no les salgan bien a la primera, que se salgan de la línea. La innovación está en elegir qué herramientas tengo y cómo usarlas según el perfil".

Desde una perspectiva institucional, Maribel Flores, especialista en altas capacidades intelectuales, ha afirmado que, aunque los centros educativos están empezando a ser más conscientes de las necesidades específicas de este alumnado, aún existen importantes limitaciones estructurales.

"En educación hay protocolos para la detección de altas capacidades en cualquier momento de la escolarización, incluso cuando los alumnos cambian de etapa. Pero a veces no es tan rápida como nos gustaría".

Uno de los grandes cuellos de botella es la falta de personal especializado. "Los orientadores están desbordados, en vez de atender a 150 alumnos atienden a 800. Es difícil detectar cuando hay tantas tareas que hacer", ha lamentado Flores. En su trabajo, ha explicado, el foco está puesto en determinar qué necesita ese alumno en la escuela, a través de evaluaciones psicopedagógicas que permitan una respuesta adecuada. Pero ha insistido en la importancia de trabajar junto al estudiante y su familia: "Tenemos que poner todas las cartas sobre la mesa. A veces tenemos niños en el colegio que parecen estar estupendamente y luego, cuando llegan a casa, la realidad es otra".

Alejandro Soler, presidente de la Asociación de Altas Capacidades de Málaga (ASA), ha aportado la perspectiva de quienes conviven con estas realidades en el entorno familiar. Para él, uno de los errores más comunes es pensar que tener altas capacidades significa ser simplemente "más inteligente".

"Altas capacidades es percibir las cosas de otra manera, hacer asociaciones diferentes. No es ser más inteligente, sino ser inteligente de otra forma". Esta diferencia, que debería ser una riqueza, muchas veces choca con un sistema que no sabe cómo canalizarla. "Hay muchos alumnos con altas capacidades que se estrellan porque la forma de estudiar no es la adecuada", advirtió.

El diagnóstico suele suponer un punto de inflexión tanto para el alumno como para su entorno. "Desde el punto de vista del niño cambia mucho, pero en el caso de los padres, hay un cierto interés por aprender. Empiezan a aparecer miedos: que el niño va a tener problemas sociales, con el profesor, con el instituto... Aparece una ansiedad que te lleva a formarte, a buscar respuestas". Según Soler, convivir con un hijo de alta capacidad puede ser agotador: "El día a día de una familia con altas capacidades es mucho más cansado. Cambia tu rutina, empiezas a atender al porqué de cada cosa. Empiezas como padre a ser más zen, a cabrearte menos".

No todos los centros educativos responden igual. "Hay colegios donde esto funciona como un reloj, y otros donde hay problemas con la familia o con el tutor. Una cosa es tener alta capacidad y otra es necesitar una adaptación educativa concreta".

Desde su asociación, trabajan activamente para acompañar y formar tanto a familias como a profesionales. "Tenemos jornadas de acogida para aquellos que llegan perdidos a este mundo de las altas capacidades, cursos para acercar las altas capacidades a familiares como tíos o abuelos, reuniones para compartir casuísticas entre padres, y también una escuela de profes para que formen a otros profesores. Lo que más nos interesa es formar a quienes están en el aula".

Por su parte, Elena López, profesora de la Facultad de Educación y de la Facultad de Salud de la Universidad Camilo José Cela, quiso romper con una de las asociaciones más arraigadas: "Uno de los principales errores es unir altas capacidades con mejor rendimiento académico".

En su experiencia, lo más transformador para el alumno es tomar conciencia de su diferencia. "Cuando saben que tienen alta capacidad, son capaces de detectar la diferencia con la que ven el mundo. Son personas con pensamiento propio, que interpretan la vida de otra manera. Se preguntan por qué no se hacen las preguntas que ellos sí se hacen, y eso genera desconsuelo".

López ha recordado que los protocolos de detección deben ir siempre acompañados de una intervención educativa real. "Si la detección no va seguida de un tratamiento, la familia se queda igual de desamparada". En el ámbito universitario, ha señalado que muchos jóvenes llegan por fin sabiendo qué tienen, aunque no todos lo hacen. "Hay quienes se tranquilizan porque en la universidad no saben que tienen alta capacidad, y otros lo descubren allí. No se trata de separar etapas, sino de acompañar el proceso educativo completo".