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La presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Isabel Perelló, ha enviado esta noche “un mensaje de serenidad, de moderación y de confianza” en los jueces.

Lo ha hecho tras recibir un premio de la web Confilegal, acto en el que ha defendido que “la legítima discrepancia ha de realizarse con respeto a nuestra función constitucional, a la complicada labor de juzgar”.

Es la primera reacción institucional del Poder Judicial a las críticas que se vienen vertiendo contra la Sala Penal del Tribunal Supremo tras la condena al fiscal general, Álvaro García Ortiz.

Perelló ha añadido que la independencia de los jueces “no es un privilegio que se nos reconoce, sino la necesaria para que, con sujeción a la ley y asumiendo nuestra responsabilidad, cumplamos la función que nos corresponde de tutelar los derechos e intereses legítimos”.

“Es propio de las sociedades civilizadas confiar a los jueces independientes la resolución de los conflictos y controversias que se dan en la vida cotidiana y son un elemento esencial en el Estado social y democrático de Derecho”, ha señalado.

Sin jueces independientes no hay Estado de derecho ni democracia representativa. Porque la democracia representativa es inescindible del imperio de la Constitución y de la ley”, ha manifestado.


"Los jueces en España somos mujeres y hombres técnicamente bien formados y profesionalmente capacitados para interpretar y aplicar las leyes desde la posición de independencia que la Constitución nos asegura y con la prudencia que requiere nuestra función", ha proseguido.



"Las decisiones judiciales pueden —y deben— ser objeto de crítica y someterse al escrutinio público. La crítica razonada contribuye a perfeccionar el sistema y, lejos de debilitarlo, lo fortalece. La crítica razonada y el argumento de calidad son un estímulo para mejorar en nuestra función de resolución de conflictos y de reconocimiento y efectividad de los derechos de los ciudadanos".



"La legítima discrepancia ha de realizarse con respeto a nuestra función constitucional, a la complicada labor de juzgar, de nuestro difícil cometido que requiere estudio, reflexión, serenidad y prudencia y que se desarrolla en unos tiempos necesarios para dictar resoluciones motivadas y razonadas"



"Es un buen momento para resaltar que nuestros tribunales afrontan sus responsabilidades -a menudo no en las mejores condiciones de trabajo-, pero sí con la plena disposición a ejercerlas con sosiego, independencia y serenidad".



"Estoy convencida de que todos compartimos ese mensaje de serenidad, basado en tres pilares fundamentales: la defensa del ordenamiento constitucional, la fidelidad y lealtad a las instituciones y el respeto a la discrepancia, siempre desde comportamientos constructivos", ha concluido.