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Un ministro de Pedro Sánchez sostenía hace tiempo que la forma en la que el líder socialista se desempeña en la política tiene que ver con su pasado como jugador de baloncesto y amante de ese deporte.

Explicaba que Sánchez juega cada partido hasta el último minuto, tiene intuición para cambiar sobre la marcha el sistema de defensa o de ataque, rectifica para pasar rápidamente a una defensa en zona o a hombre, improvisa movimientos y bloqueos, presiona al adversario y, sobre todo, tiene paciencia para arriesgarse con un triple sobre la bocina en el último segundo del partido y en posición inverosímil.

Por eso es más táctico que estratega y casi siempre busca cómo acabar la semana, cómo salvar cada obstáculo y ganar tiempo extra.

Por eso, según explican en Moncloa, a Alberto Núñez Feijóo le está costando un mundo seguir el juego del presidente del Gobierno, acomodarse a sus cambios de ritmo, a no caer en la trampa de sus fintas y, sobre todo, a su capacidad de reacción que hace que nunca se le pueda dar por muerto.

Estos días, Sánchez vive en una especie de tiempo muerto para repensar su próximo movimiento, su sistema de juego para salir de la presión por la corrupción y configurar el equipo que saldrá a la pista para afrontar otro cuarto más de su carrera política.

Sólo ha hecho una pausa para su agitada participación en la cumbre de la OTAN, que le ha dado un respiro, aunque sólo sea para cambiar un par de días la agenda política y agotar así una nueva semana. Ha mostrado su habilidad para encontrar asuntos que le son favorables, en este caso su rechazo al 5% de del PIB para gasto militar y, sobre todo, erigiéndose en antagonista de los dos "villanos perfectos" del momento internacional: Trump y Netanyahu. De Putin ya lo era hace tiempo.

Es decir, lo que en el baloncesto sería un movimiento de bloqueo: utilizar al adversario para lograr una posición de ventaja.

En ese tiempo muerto ha hablado con numerosas personas de su entorno, miembros del Gobierno y dirigentes del partido. Los escucha con atención, toma nota de lo que le proponen y, por el momento, no revela sus planes.

Por ejemplo, cuentan que hace una semana, la reunión con Salvador Illa en la Moncloa buscaba, precisamente, escuchar su versión y sus propuestas, porque confía especialmente en la opinión del president de la Generalitat.

Illa es de los que con más frecuencia hablan al oído a Sánchez. Añaden que Illa le dijo expresamente que debe seguir adelante con la legislatura y no rendirse.

Parte el presidente del Gobierno de una posición de shock personal tras conocerse el informe de la Guardia Civil que implicaba a su secretario de Organización del PSOE y una de sus manos derechas, Santos Cerdán.

Unas semanas antes de conocerse ese informe, alguien de la dirección del PSOE relató a Sánchez que se había encontrado con la mujer de Cerdán y que la encontró muy afectada porque, por ejemplo, habían recibido insultos en lugares públicos. El lider socialista organizó una cena a cuatro, con las dos parejas, para dar ánimo a su secretario de Organización y a su esposa.

Durante meses Cerdán era su enviado plenipotenciario para negociar junto a José Luis Rodríguez Zapatero con Carles Puigdemont el futuro de la legislatura. Es decir, su futuro como presidente del Gobierno.

Al tiempo, Cerdán también era quien le reportaba sobre la marcha del procedimiento judicial contra José Luis Ábalos y contra Koldo García, y la situación emocional de cada uno de ellos. Así lo hizo hasta dos días antes de conocerse el contundente informe de la UCO.

En esas fechas, por cierto, se escuchaba a Sánchez quejarse amargamente de que nadie en el partido y el Gobierno le defiende ante lo que considera un acoso judicial y mediático.

Según fuentes de su entorno, se preguntaba retóricamente en diferentes reuniones cuántos de los suyos se acuestan preocupados por ese acoso.

Tanto, que algunos de su entorno interpretan que los cambios obligados que pueda acometer ahora pueden tener que ver con esa sensación que les ha transmitido de forma insistente en los últimos meses y, obviamente, tendrá que ver también con la sensación de desconfianza que le provoca el desastre de sus dos secretarios de Organización.

A estas alturas, nadie duda de que su intención es acabar la legislatura y volver a ser candidato en 2027. Él lo repite públicamente, pero también es cierto que no hay presidente del Gobierno que no diga eso justo hasta el mismo momento en que firma el decreto de disolución de las Cortes.

De hecho, Sánchez convocó elecciones anticipadas en 2019 y en 2023, aunque ahora enfatice que lo conveniente es agotar las legislaturas. Siempre ha disuelto anticipadamente las cámaras, aunque repita que no debe hacerse.

Repetir como candidato

Esta vez, según fuentes del Gobierno, su propósito es seguir y, además, explica expresamente que no quiere ser como José Luís Rodríguez Zapatero y bajarse de la candidatura del PSOE antes de unas elecciones generales. Aunque las pierda luego.

Considera que su obligación es encabezar las listas en las próximas generales y no hacer como hizo Zapatero en 2011 cediendo el paso a Alfredo Pérez Rubalcaba, con un resultado catastrófico del que el PSOE tardó en recuperarse.

Así lo defiende, pese a que alguno de los miembros de su núcleo duro considera que si hubiera que convocar elecciones anticipadas por la corrupción, Sánchez ya no podría volver a ser el cabeza de lista del PSOE.

Esa impresión ha empezado a avanzar de forma muy discreta, aunque de momento contenida, en el PSOE. Incluso entre los que más le apoyan.

La idea que transmite Sánchez en público y en privado es aguantar hasta 2027, pero eso está sujeto a acontecimientos que él mismo no controla. Por ejemplo, las trascendentes elecciones de 2026 en Andalucía en las que un desastre de la lista de María Jesús Montero sería también un desastre de Sánchez y su proyecto, según admiten los socialistas.

La respuesta de Sánchez al escándalo del trío que forman Cerdán, Ábalos y Koldo, resultado de su reflexión de estas semanas, llegará el próximo sábado en el Comité Federal del PSOE y el 9 de julio ante el pleno del Congreso.

Para la intervención ante el máximo órgano del partido entre congresos, sus colaboradores esperan un discurso dirigido a los militantes y votantes, con una parte de sentimiento personal, otra de admisión de los errores cometidos por los nombramientos y por la falta de vigilancia, y otra de anuncio de cambios personales y de estructura.

En discursos similares en ese foro, Sánchez pronunció lo de "hacer de la necesidad virtud" para justificar la ley de amnistía y, más recientemente, lo de gobernar sin el Parlamento. Es decir, expresiones muy claras y atrevidas para justificar algunas de sus decisiones.

Sobre los cambios personales, fuentes socialistas explican que Sánchez les ha hecho llegar que no quiere una caza de brujas sobre personas que hayan trabajado con Cerdán.

De hecho, se mantiene Juanfran Serrano, mano derecha del exsecretario de Organización, el diputado que leía en su escaño junto a Cerdán el informe de la UCO en el teléfono móvil y lo comentaban sin pudor.

Y eso que hay muchos diputados socialistas que desconfían abiertamente de él.

El relevo de Cerdán

Para el puesto de responsable de Organización, Sánchez ha recibido consejos sobre la necesidad de poner a alguien de peso y respetado, y otros que le proponen una cara nueva que dé imagen de inicio de una etapa diferente.

Por eso se ha hablado de Óscar Puente, de Paco Salazar o de Montse Mínguez, y se dice que los dos primeros no quieren ese cargo y la tercera tiene el inconveniente de ser del PSC, aunque se ha ganado el respeto de los diputados como secretaria general del grupo socialista del Congreso.

En todo caso, necesita "alguien de quien se fíe plenamente", explica un dirigente socialista.

También ha escuchado Sánchez la opinión de quienes le aconsejan una portavocía fuerte y aguerrida en el partido, que sirva de pararrayos y que preserve al Gobierno.

Esto no es nuevo, se ha repetido desde hace años, pero el líder socialista siempre ha hecho caso omiso y nunca ha resuelto ese vacío.

Hay dirigentes que entienden que fue un error acumular en una sola persona (María Jesús Montero) los cargos de número dos del Gobierno y número dos del partido. Más aún si luego se le añade la secretaría general del PSOE andaluz y la función de líder de la oposición frente a Juanma Moreno. Pero no hay previsión de que esto se vaya a modificar.

Contra la corrupción

En el entorno de Sánchez no ven probable una inminente crisis de Gobierno.

La deducción parte de la interpretación de la instrucción de encapsular en lo posible el caso en el partido, evitando que trascienda al Ejecutivo.

En todo caso, estaría limitada a la decisión arriesgada de hacer candidatos en diferentes comunidades a cinco ministros que pueden quedar ahora fuera del Gobierno.

Ven más probables los cambios para después de verano, con intención de dar impresión de impulso político, coincidiendo con el Debate sobre el estado de la Nación, que tendrá que ser en septiembre u octubre, tras no haberse celebrado en toda la primera parte de la legislatura, que arrancó en noviembre de 2023.

Para el pleno del Congreso del 9 de julio, Sánchez se reserva el anuncio de las medidas contra la corrupción. Igual que ya hicieron en su momento Felipe González y Mariano Rajoy con sus respectivos planes de regeneración democrática cuando la corrupción les llegó hasta el cuello.

Fuentes del Gobierno aseguran que las medidas están aún en estudio, pero explican que serán muy ambiciosas. Si lo fueran finalmente, lograrían abrir un debate sobre cada una de ellas y retirarían el foco en lo posible sobre el caso de sus secretarios de Organización. Ese es el objetivo.

Por ejemplo, sobre la mesa tiene la opción de la reducción o supresión de los aforamientos.

Desde 2011, Sánchez ha hablado de la supresión de los aforamientos, incluso en 2018, ya como presidente del Gobierno, anunció con solemnidad en el Congreso que llevaría al Parlamento una reforma constitucional con ese fin. Nunca lo hizo y el énfasis fue tan efímero como los titulares de ese día en todos los medios.

El aforamiento de diputados y senadores requiere reforma constitucional simple, pero necesita el voto del PP para salir adelante.

El aforamiento de consejeros de comunidades y diputados autonómicos necesita reformas de Estatutos de autonomía en cada una de las asambleas regionales.

Sánchez tiene también sobre la mesa dos peticiones de sus socios de Gobierno y parlamentario: la creación de una Agencia Anticorrupción que propone Sumar y el endurecimiento de las penas para los corruptores, es decir, los empresarios condenados por pagar comisiones.

El artículo 71 de la Ley de contratos del Estado ya prevé que la Administración no contrate con los condenados por corrupción. Sin embargo, esta medida apenas se aplica y, en todo caso, tiene una duración máxima que debe establecerse en la sentencia penal.

ERC y Sumar han presentado iniciativas en el Congreso para que esa prohibición pueda ser permanente, aunque el Gobierno es reticente a establecer condenas de por vida.

Todo este planteamiento tiene el condicionante para Sánchez de no saber exactamente hasta dónde llegará la riada. Miembros del Gobierno admiten que les esperan meses de declaraciones, cambios de posición de imputados y autos judiciales.

También de ramificaciones de la trama. Por ejemplo, la de Navarra, que mantiene en la cuerda floja a la presidenta María Chivite.

Dirigentes socialistas admiten que, en realidad, la presidenta de la comunidad foral no puede dimitir por su responsabilidad política, pues marcaría un camino a Sánchez que el líder socialista no está dispuesto a recorrer. Por eso, Chivite tiene que aguantar también.