Casi cinco meses después de su toma de posesión en la escalinata del Capitolio, por fin Joe Biden ha encontrado un hueco en su agenda para el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. Fuentes cercanas al presidente del Gobierno confirman a este periódico que este lunes, en el seno de la cumbre de la OTAN en Bruselas, ambos mandatarios mantendrán su primer contacto bilateral. El presidente estadounidense inició este jueves una gira europea, la primera de su mandato.

Las mismas fuentes detallan que en las últimas semanas se han venido manteniendo contactos "al máximo nivel" entre Moncloa y la Casa Blanca para acordar este primer encuentro. Se trata de una cita informal que no se puede calificar de bilateral, sino un contacto personal "para que se conozcan y afiancen la relación" entre ambas administraciones.

Desde Moncloa y desde el Ministerio de Asuntos Exteriores se viene informando a EL ESPAÑOL de las labores diplomáticas cruzadas entre ambas administraciones. Y se destaca la invitación directa del gabinete del presidente estadounidense al del español el pasado mes de abril, en una cumbre virtual de líderes sobre cambio climático, en la que Biden confirmó el compromiso de su Administración con la vuelta a los Acuerdos de París, tras la etapa negacionista de Donald Trump.

Las características del encuentro entre ambos presidentes son importantes. En el lenguaje diplomático entre dos países resulta clave saber si Estados Unidos acuerda con España una reunión bilateral, un café, un encuentro informal o se pacta un mero saludo personalizado en el entorno de la cumbre de líderes de la Alianza Atlántica. En este caso, la cita no se puede calificar de "bilateral", según las fuentes, pero Sánchez no quiere tratar sólo temas de actualidad, sino que prevé plantear a Biden proyectos conjuntos.

Hasta ahora, Moncloa ha hecho valer el compromiso de nuestro país en el envío de militares a misiones en el exterior. Destacando ante el socio estadounidense que España es uno de los aliados que más contribuye con tropas y logística tanto en el Báltico como en el Líbano y el Sahel, puntos clave de la política militar y exterior de la OTAN.

La crisis de Marruecos    

Los contactos entre el Gobierno español y el de Washington se intensificaron el pasado mayo, a resultas de la crisis fronteriza provocada por el régimen de Marruecos en Ceuta. Fue gracias a las gestiones, incluso a nivel de partidos, entre el PSOE y la formación Demócrata de Biden, que España logró un pronunciamiento directo del Departamento de Estado.

Jalina Porter, portavoz del Departamento que dirige Antony Blinken, dijo en rueda de prensa que el Gobierno de Estados Unidos "apoya que tanto España como Marruecos trabajen juntos hacia una resolución".

Probablemente, menos de lo deseado por Moncloa, porque el "gesto" de Washington limitaba la acción agresiva de Rabat a una crisis migratoria, al pedir procesos migratorios "humanos, ordenados y justos". Pero, en todo caso, un mensaje correspondiente con los equilibrios de intereses de EEUU en la región, indicando a dos aliados que el socio mayor no apoya el "conflicto" abierto por uno de ellos contra el otro.

En todo caso, Biden aún no ha revisado -ni se espera, en realidad, en el entorno de Sánchez- el reconocimiento de la marroquinidad del Sáhara Occidental que dejó hecho Trump el pasado 10 de diciembre. Aquel pronunciamiento implicaba meter una cuña en la unidad del mundo árabe contra Israel, y Rabat pasó a reconocer al Estado judío.

De hecho, la posición marroquí en este aspecto ayudó a desinflamar la última refriega entre el Gobierno de Jerusalén y los terroristas de Hamas, que lanzaron cientos de cohetes desde Gaza contra la población civil israelí. Lo que es evidente es que con este encuentro en la sede de la OTAN, Sánchez reforzará militarmente la posición española frente a Marruecos, ya apuntalada en lo político por la Unión Europea.

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