María Jesús Montero, portavoz del Gobierno, lo ha dicho todo sin decir nada, "porque estamos en campaña electoral". Y es que la ministra no ha citado por su nombre a Vox, pero se le ha entendido todo cuando ha hablado insistentemente de "los partidos del odio que alimentan la violencia".

Y tampoco ha pronunciado el nombre de Bildu "para no personalizar en ninguna formación ni territorio... porque estamos en campaña" cuando se le ha preguntado por si es mejor pactar con un partido de derecha extrema o con los herederos de Batasuna.

Y lo ha dicho todo sin decir nada, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, porque Montero ha dicho "respetar mucho lo que dicta la Junta Electoral Central", de cuyas sanciones tienen experiencia hasta el presidente, Pedro Sánchez.

Circo o democracia

Y es que la portavoz ha querido aparentar institucionalidad mientras por su boca las palabras que salían eran más la de una dirigente del PSOE que las de un cargo de Gobierno. Montero ha arremetido durísimamente desde la sala de prensa de Moncloa contra el partido de Pablo Casado y la candidatura de Isabel Díaz Ayuso "que hacen bromas sobre las balas y los cuchillos" que han sido enviados en los últimos días a varios "ministros y altos cargos".

Para el Gobierno, "si lo que el PP tiene que decir sobre las amenazas de muerte es reflexionar sobre su efecto electoral, queda todo dicho". Y es que la candidata popular pidió prudencia este lunes en un acto en Torrejón y calificó la actuación de los dirigentes del Ejecutivo como de "circo electoral", además fallido -cuando se supo que el responsable del último envío era un hombre con una enfermedad mental-.

"Esto es algo mucho más grave que unas elecciones, es la democracia la que está en juego". La ministra sostuvo un discurso en el que aparentaba absoluto convencimiento, pues de hecho se le llegaron a escapar expresiones coloquiales de auténtica indignación.

"El PP quiere poner una cortina de humo sobre lo que importa, que es que hay sectores políticos que viven de la incitación al odio, del insulto, de la descalificación"... y quieren pactar con ellos para formar gobierno, añadió. Sin decir Madrid, eso sí.

Franquismo o autocrítica

Montero se negó a hacer autocrítica por la actuación de este lunes de sus compañeros del Gobierno y del PSOE. Lo cierto es que con eso también lo decía todo sin decir nada, porque incluso le dio la vuelta al argumento alegando que "hay que respetar a las personas con enfermedades, para no estigmatizarlas".

Señalaba así a los periodistas, sentados frente a ella, y a los titulares que esta mañana reprochaban a la izquierda política haber hecho campaña con un hecho aislado atribuible a una persona con trastornos de esquizofrenia.

"Esas formaciones del odio entienden la política como algo exclusivo, en donde no cabe nadie que no opine como ellos", describió Montero. "Y eso nos lleva a contravalores que no tienen que ver con los principios democráticos y constitucionales... tras 40 años de dictadura".

Porque tenía que salir el franquismo. Pareció haberle costado encontrar el modo de colar el régimen totalitario previo a la democracia, pero finalmente Montero halló el cómo. "Debemos hacer una reflexión profunda sobre por qué después de 40 años de construcción democrática nos está pasando esto", apuntó la portavoz.

Y cuando se le preguntó si eso significaba, quizás, algo de autocrítica, o una puerta abierta al acuerdo de Estado con el PP, también dejó claro, sin necesidad de ser explícita, que a tanto no llegará la cosa, "y menos antes del 4-M".

No se le vaya a malinterpretar el gesto al presidente... o las encuestas vayan a confirmar que la estrategia elegida no está siendo bien percibida por el electorado.

"Que una dirigente hable de circo a que personas con nombres y apellidos reciban amenazas es un desatino, es no querer reconocer el papel que el PP juega en este debate", concluyó Montero categórica. "Hay que poner un cordón sanitario a cualquier formación política que ponga estas incitaciones al odio en su catecismo".

Y sin pronunciar las tres letras de Vox, exigió que quien "señala a menores como delincuentes, y no condena hechos tan reprobables como los conocidos estos días", no puede sentarse a la mesa con un demócrata.