A Isabel Díaz Ayuso le coincidió que su Consejo de Gobierno se reúne precisamente los miércoles... el día en que reventaba el centro derecha y, sobre todo, la confianza entre Ciudadanos y Partido Popular. Eso fue lo que la precipitó: que ella e Ignacio Aguado se tenían ganas era conocido, pero el caso es que la presidenta madrileña se temió que esa animadversión se sustanciara en una maniobra que completara el terremoto de Murcia. Sólo hacía falta que tres diputados liberales secundaran una moción de censura.

Y se la temía. Vaya si se la temía Ayuso, que firmó el decreto, según fuentes de su propio Gobierno, poco antes de las 12.00 del mediodía y sólo una horita larga después llegaron al registro de la Asamblea de Madrid las dos mociones de censura. La primera, la de Más País, con Mónica García de candidata; la segunda, la del PSOE, con Ángel Gabilondo al frente.

Cuando estalló la noticia murciana en los medios, a las 9.07 horas de la mañana, se demostró lo poco que dura un secreto en la política española. Sobre todo si alguien se siente amenazado y prefiere tomar la iniciativa. Aunque ésta sea entre audaz y alocada.

Ayuso reunió a su Ejecutivo, como todos los miércoles, repasó los temas de agenda, aprobó los asuntos previstos, y se guardó para el turno de ruegos y preguntas el anuncio a sus consejeros de que disolvía la Cámara. ¿Puede gobernar sola? No. ¿Quiere los votos de Ciudadanos? Sí, y los de Vox.

Era una decisión preventiva. Que iba a llegar una moción de censura de Más País o del PSOE le resultaba evidente. Pero fuentes de su entorno más cercano confirman que, sobre todo, temía el tamayazo a la inversa. Es decir, que al PP le ocurriera lo que a Rafael Simancas en 2003, cuando dos diputados socialistas, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, se abstuvieron en su sesión de investidura alegando estar en contra del pacto del PSOE con IU que le iba a dar la presidencia.

Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, los dos diputados socialistas que dieron el 'tamayazo' en 2003.

Nunca se aclaró si hubo un "a cambio de qué" ni "cuánto fue", pero siempre corrieron rumores sin demostrar de que hubo una operación encubierta del Partido Popular para evitar la pérdida del poder en la Comunidad de Madrid. Esperanza Aguirre llegaba como candidata tras ser ministra y presidenta del Senado con los gobiernos de José María Aznar. A punto estuvo de fracasar y, sin embargo, después se mantuvo nueve años al frente del Ejecutivo regional.

Casado, después de la prensa

Ayuso filtró de inmediato a la prensa su intención de disolver. Y que no había acuerdo previo en la sede del PP lo demuestran las diferentes versiones desde las filas populares sobre el asunto. Unas aseguraban que la dirección de Pablo Casado estaba de acuerdo; otras que no sólo de acuerdo, sino que impulsaban el movimiento; las más, que Casado sólo pudo escuchar y aceptar

Porque la decisión estaba tomada. Impulsada, sí, por la gota que colmó el vaso venida desde Murcia, tras el cambio de bando de Ciudadanos en la capital y en el Gobierno regional. Pero larvada desde el mismo inicio de la legislatura autonómica, dado el poco entendimiento entre Ayuso e Ignacio Aguado, su vicepresidente y líder madrileño de Ciudadanos.

Las cuentas estaban claras. El ganador de las elecciones del 26-M de 2019 fue el PSOE, por primera vez en décadas, con los 37 escaños que conquistó Ángel Gabilondo. Sus diputados, sumados a los 20 de Más Madrid y los siete de Unidas Podemos dejaban la mayoría absoluta, de 67 votos, sólo a una distancia de tres liberales díscolos.

¿Podemos con Cs?

"Con Ciudadanos no se gobierna", afirmaban fuentes de los morados al inicio de la mañana en los pasillos del Congreso. Pero a medida que avanzaba la mañana y se supo que Casado se iba con sus fieles a Génova, tras la llamada de Ayuso, todo cambió. Porque en Murcia capital ya había pasado y, roto el veto, todo valía.

¿Un Gobierno con Ciudadanos avalado por los votos de Pablo Iglesias? "Ése es el camino", acababa de asegurar -y casi anunciar- Isa Serra, líder de los morados en la región. "Hay que echar al PP y a la ultraderecha de las instituciones, así que pedimos a Ciudadanos que sea coherente y que Aguado deje de aplaudir y apoyar todo lo que hace Ayuso, que es una imprudente con la pandemia y su gobierno fomenta el machismo".

Serra no quiso comprometerse de manera expresa -"valoraremos en función de las circunstancias", dijo- pero sí dejó claro que, igual que en el consistorio murciano, Unidas Podemos estaba dispuesto a servir de muleta para el desalojo de los populares del Gobierno.

Y dada la animadversión entre populares y liberales -sin ir más lejos, la semana pasada Ayuso y Aguado se desautorizaron públicamente por penúltima vez-, en el seno del PP madrileño no sonaba tan rara una "oferta a saber cómo y con qué" -procedente de quienes se aprestaran a tomar el poder-, fácil de aceptar por unos diputados naranjas conscientes de que en las próximas elecciones tienen pocas posibilidades de seguir en el cargo. 

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