"No le tenemos manía, le tenemos miedo"; "es una sinrazón"; "trata a los pacientes como ganado"; "es una chapuza; "un hospital fantasma"; "no hay quirófanos"; "no respeta la intimidad de las personas"; "es un pelotazo urbanístico"; "se han gastado miles de euros en aparentar"; "no tiene aval científico ni lógica"; "la comida tiene moho"; "la gente antes quería ir a Supervivientes para adelgazar y ahora quiere ir al Zendal"...

Estos entrecomillados son sólo algunos ejemplos de los ataques que la izquierda política y mediática ha proferido en los últimos meses contra el Hospital Isabel Zendal. El complejo hospitalario, de carácter público, fue construido en unos 100 días con motivo de la pandemia del coronavirus. Entre sus objetivos está el descongestionar el resto de centros de la región.

Desde que fue inaugurado por la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso el pasado 1 de diciembre, no ha cesado la lluvia de críticas. Entre los ataques, hay dos que se han repetido como un mantra: que no hay suficiente personal sanitario -y que se han producido "traslados forzosos"- y que las instalaciones son deficientes.

El portavoz de Más Madrid en el Congreso, Íñigo Errejón, lo calificó como "un hospital fantasma" y "el plató de televisión más caro del mundo". Y es que un hospital "son los médicos y médicas que trabajan allí".

En la actualidad, la plantilla del Zendal la componen 1.305 profesionales, entre ellos unos 200 voluntarios. Y eso que no ha sido fácil para las autoridades sanitarias reunir al personal necesario.

Desde el principio, el hospital ha tenido que convivir con el rechazo de algunos profesionales que se negaron a trabajar en él. Además, hubo concentraciones contra los "traslados forzosos" organizadas por MATS, el sindicato de extrema izquierda que promovió durante años las mareas blancas.

En cuanto a la violencia verbal, esta ha ido in crescendo hasta culminar recientemente en un polémico episodio. Una usuaria de Twitter comparó el complejo hospitalario con Auschwitz, provocando la respuesta de la cuenta oficial del Museo, que denunció "la instrumentalización de la tragedia (...) para argumentar en contra de un hospital". Todo un "síntoma de descenso moral".

Desde la Comunidad de Madrid achacan todos estos ataques a "una campaña de acoso y desprestigio basada en bulos" e informan de que el complejo hospitalario ha atendido a más de 2.000 pacientes en sus dos meses de vida.

"Bulos y mentiras"

El director del Zendal, Fernando Prados, considera que todas las críticas sufridas "han tenido un inicio en temas que nada tenían que ver con la realidad". En concreto, las atribuye a un empeño de la izquierda por "desacreditar un éxito descarado".

En conversación con EL ESPAÑOL, Prados no entiende cómo la decisión de la Comunidad de Madrid ha podido suscitar tanto enconamiento: "Lo único que se ha buscado es una respuesta a un problema sanitario mediante la construcción de un hospital para dar respuesta a una pandemia".

Y es que el Zendal, en opinión de su director, "está dando resultados, descongestionando los hospitales de pacientes Covid y permitiendo que se continúe atendiendo a quienes tienen otras patologías".

Fernando Prados es médico especialista en emergencias desde hace décadas. Carmen Suárez

La campaña, eso sí, ha afectado y mucho al personal sanitario del Zendal. "Indudablemente todos esos bulos, mentiras y actuaciones que no existían han dado una imagen al hospital que aquel que no lo conociera lógicamente le generaba mucho temor el poder venir aquí, tanto como profesional como paciente", explica Prados a EL ESPAÑOL.

"Una vez que vienes aquí y ves que todo eso que se está diciendo no tiene la más mínima relación con la realidad, sales pensando que donde estás es en un hospital donde se trabaja con pacientes Covid, donde se cura a estos pacientes y donde además tienen todo lo necesario para su patología y para su bienestar", apostilla.

"Efecto bumerán"

El profesor de Comunicación Política en la Universidad de Navarra, Jordi Rodríguez Virgili, considera que los ataques de la izquierda contra el Zendal se enmarcan dentro de "una estrategia de confrontación y enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad de Madrid y con el Gobierno del Partido Popular". Además, Virgili califica esta campaña como "incoherente" y "demasiado exagerada".

En primer lugar, el profesor de la UNAV señala la "incongruencia" en la que incurre la izquierda al atacar a un hospital público, por cuanto "siempre se ha arrogado la defensa de la sanidad pública": "Cuando finalmente un gobierno de centro-derecha apuesta por lo público tampoco les sirve porque es un despilfarro".

En segundo lugar, censura las "acusaciones desmedidas y de brocha gorda" que se lanzan contra el hospital. Y considera que responden a "una búsqueda de un discurso de trinchera con el que no van a ganar votantes, pero que sirve para agitar a los suyos contra Isabel Díaz Ayuso". "Y en ese enfrentamiento, Ayuso ha salido reforzada porque los madrileños se han sentido atacados", añade.

Por todo ello, el experto en comunicación política prevé un "efecto bumerán" de la campaña: "Se puede estar en contra del Zendal al entender que los recursos se podían haber gestionado de otra forma, pero la exageración en los ataques desacredita a quienes los profieren y vuelve como un bumerán porque la realidad se acaba imponiendo".

En este sentido, el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz considera que esta campaña ha puesto de manifiesto "que izquierda y centro-derecha juegan en dos ligas distintas": "Todos sabemos que si Rajoy estuviera al mando ahora de un país sumido en la pandemia, adoptaría un perfil bajo y se limitaría a hablar de protocolos, pero el PSOE y el mundo mediático e intelectual que lo rodea son radicalmente diferentes".

Y es que el profesor de Ética sostiene que la izquierda "aunque tiene a sus espaldas como gobierno nacional una de las peores gestiones del mundo, no sólo no pierde el tiempo en justificarla; tampoco adopta el perfil bajo, sino que pasa al ataque de un gobierno regional. Y no lo ataca por su pasividad o por su ineficacia, ¡sino precisamente por construir hospitales!".

"Es una pirueta realmente encomiable discursivamente, aunque sea deplorable éticamente", reflexiona Quintana Paz, que zanja: "Es imposible hacer entender a un extranjero que en el país con una gestión nacional tan pésima las televisiones estén copadas por críticas a un hospital que se construyó, o por sanitarios comodones a los que les molesta perder 20 minutos más en llegar a su trabajo, y no por los hospitales de campaña que salen volando o por un Ministerio de Sanidad que aún hoy propaga la fake news de que las mascarillas FFP2 no son las más recomendables".

Sabotajes

Pero el Zendal no sólo ha sufrido críticas. Y es que desde el pasado 18 de enero se han producido en el centro sabotajes diarios: cables cortados, tuberías atrancadas, puertas rotas... y la sustracción de más de 14.000 euros en material sanitario, tal y como informó EL ESPAÑOL.

Entre los enseres hurtados hay pinzas y laringoscopios que sirven para poder colocar la ventilación asistida a los pacientes más críticos, resucitadores cuya función es dar oxígeno de modo inmediato al paciente e, incluso, conexiones de oxígeno para esos ventiladores. Y todo hace indicar que se trata de "daños intencionados" -en palabras del consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero-.

El filósofo y sociólogo Alejandro Navas apunta a que los sabotajes demuestran "hasta dónde puede llegar el cainismo que existe en España": "Se atenta contra lo más valioso y sagrada, la vida de la gente, por una causa ideológica".

"Si quieren ir a por Ayuso tienen mecanismos, pero ir a por los enfermos es de un grado de enconamiento y perversidad nunca visto", abunda el sociólogo, que recuerda que "hasta las guerras se regulan bajo el respeto básico hacia la Cruz Roja y los hospitales".

"Con frecuencia, parece que al hispano le importa más el fracaso del otro que el triunfo propio; prima el mal ajeno sobre el bien propio", reflexiona Navas, que concluye: "Es un patrón cultural vigente que explica el clima de crispación que impregna el debate público".

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