No es Ignacio Aguado un político que suela incluir retazos de su peripecia personal en los discursos. Por eso sorprendieron sus lágrimas durante la rueda de prensa. Él mismo, cuando lo recuerda en conversación con este periódico, apunta: "Es verdad. Me gusta separar mis vivencias particulares de la política, pero se me echaron los recuerdos encima".

Consciente de que Isabel Díaz Ayuso desmigaría los datos de 2020 en la primera parte de la comparecencia, el vicepresidente de la Comunidad de Madrid optó por un análisis más "social". Preparó su discurso en torno a una premisa: "No debemos olvidar este año. Querer que no se repita es algo muy diferente. ¿Cómo nos vamos a 'olvidar' de tanta gente que se ha ido?".

Llegó Aguado -en la palestra- a ese punto en el que pretendía mencionar cuatro o cinco víctimas del coronavirus; familiares suyos, pero también de sus compañeros. Entonces, el silencio. Luego, las lágrimas. Fue un silencio incómodo, de varios segundos. "Me han enseñado el vídeo, he visto que no es tanto rato, pero yo lo he sentido como una eternidad. Veía que no podía avanzar", cuenta.

Las lágrimas de Ignacio Aguado durante el balance de 2020

Un nombre propio desencadenó el llanto de Aguado: Isidro. Abuelo de su esposa, bisabuelo de su hijo Guillermo -nacido el 23 de febrero de 2018-. "Era como un padre para Paula, mi mujer. Estaba estupendamente. Tenía 89 años. No salió del hospital. Al mencionarlo... Lo reviví".

Aguado cuenta que, precisamente, no lloraba desde el entierro de Isidro. "Lo sentíamos muy cerca. Su ilusión era ver nacer a nuestro hijo, luego el bautizo, luego el coche que le compró para esta Navidad...".

Como suele suceder en política, más de uno acusará a Aguado de haber fingido sus lágrimas. Él reconoce haber preparado un discurso más "humano", pero no quería situarse en primer plano. Tenía preparada una lista con los familiares de varios compañeros de la consejería de Economía fallecidos a causa del virus.

"El jefe de gabinete del consejero ha perdido a su madre; otros dos compañeros a sus padres; Pepa, de seguridad, estuvo sesenta días en la UCI y falleció. Quería haber contado todas esas historias y relatar ese dolor, el mismo que sienten tantos y tantos españoles", expresa el vicepresidente.

Sí pudo hablar de Ñeñi, a la que también conocía Díaz Ayuso: "Era una hermana de mi tía. Voluntaria, afiliada del PP. Dedicó toda una vida al distrito de Chamberí. Con su alegría, movilizaba al barrio. Cogió el coronavirus. Pensábamos que iba a salir, pero tampoco lo hizo".

-En su discurso, ha hablado de la "ansiedad", uno de los trastornos que más ha proliferado durante la pandemia. ¿La ha sufrido?

-He sentido mucha impotencia, sobre todo cuando no podíamos hacer nada para tapar la hemorragia. De un día para otro morían quinientos madrileños. En el plano personal, sí que me ha tocado gestionar la ansiedad y la incertidumbre. Hemos vivido momentos muy estresantes.

El dardo a Ayuso

Una vez repuesto, Aguado hizo autocrítica y llamó a "mejorar la política". Pocos minutos después de que Isabel Díaz Ayuso acusara a Sánchez de "maltratar a los madrileños" y de querer freírles a impuestos, el vicepresidente clamó por el "reencuentro".

"Hagamos un país entre todos, y no contra nadie. Hagamos leyes que no sean contra la mitad de los ciudadanos", llegó a decir. Ahora, en esta entrevista, apostilla: "Soy consciente de cuándo, cómo y por qué lo dije. Lo seguiré defendiendo a capa y espada, al margen de lo que opine mi socia de gobierno".

"Lo fácil es criticar todo y a todos, decir que somos los mejores, pero no es así. Para eso vale cualquiera. Construir es mucho más difícil que destruir", resume Aguado.

-¿Le ha sentado mal a la presidenta? ¿Han hablado después?

-Imagino que le habrá gustado. No lo sé. Uno y otro hemos demostrado que respetamos nuestras opiniones.

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