Como pasa en el interior del Ministerio de Exteriores, cuesta mucho centrar en una información el foco del malestar de Arancha González Laya con Pablo Iglesias, del lado socialista del Gobierno con el lado morado, de Moncloa con Unidas Podemos.

La ofensiva abierta por una parte del Ejecutivo contra la otra ha soliviantado a los socialistas. Pero en la diplomacia española no se sale del estupor de ver cómo un vicepresidente pone palos en las ruedas en las relaciones ya a trompicones de Pedro Sánchez como presidente con el Reino de Marruecos.

El viernes, Fernando Grande-Marlaska tuvo que ir con prevención a su cita con el homólogo de Rabat, después de que uno de sus superiores irritara al rey Mohamed VI con su reivindicación pública de un referéndum de autodeterminación para el Sáhara Occidental. 

Y es que, como quien juega con sus fichas en el tablero regional de un juego de estrategia, Marruecos aplica presión a España y la afloja en función de las posiciones de ventaja y de los réditos que va obteniendo.

Después de llevar meses aislando a Ceuta y Melilla, prohibiendo el paso de mercancías y asfixiando sus puertos, se reabrió como un tsunami la ruta atlántica de la emigración irregular hacia Canarias y, recientemente, se oyeron tiros y se movilizaron tropas por primera vez en décadas en tierra saharaui, el paso de Guerguerat.

Desde Bolivia

Así, mientras viajaba a Senegal este sábado la ministra de Asuntos Exteriores, sus colaboradores trataban de quitarle hierro al conflicto diplomático, pero no al político. "La tensión en el Sáhara se ha desescalado", explican las fuentes del departamento, después de una semana de contactos discretos para restablecer la calma entre el Frente Polisario y las tropas del rey alauí. "Pero Unidas Podemos está en su momento más intenso; después de lo de Bolivia, esto... algo pasa, es evidente".

Lo de Bolivia fue el manifiesto impulsado por Iglesias junto a representantes de la izquierda radical y chavista de Latinoamérica -y otras partes del globo- calificando de golpe de Estado la huida, un año atrás, de Evo Morales del país. Y vinculándolo con "la ultraderecha antidemocrática", contra quienes se comprometían a luchar los firmantes.

González Laya, Iglesias y el Rey Felipe, recibidos por Andrónico Rodríguez, presidente del Senado de Bolivia, en La Paz. Efe

El exmandatario se había presentado a unas elecciones presidenciales en contra de la Constitución y éstas habían sido desarrolladas entre acusaciones de fraude y apagones en el recuento hasta que se dictó una orden de detención contra él y escapó camino de la Argentina nuevamente kirchnerista.

Aquel manifiesto, signado también por el presidente a cuyo acto de toma de posesión acudía el Rey Felipe VI, fue lo más visible de los encontronazos entre las dos delegaciones que acompañaron al Monarca: la de González Laya y la de Iglesias. "Y ahora lo del Sáhara", continúan las fuentes de Exteriores, "en Unidas Podemos están guerreros para que se hable de ellos, y lanzan cortinas de humo" ante sus problemas judiciales.

Martes de dolores

El día clave de todo fue el martes. Al Gobierno ya le había estallado la crisis migratoria en Canarias, con más de 17.000 personas arribadas a sus costas en lo que va de año y más de 2.000 hacinadas en el muelle del puerto de Arguineguín (Gran Canaria). Exteriores estaba trabajando por rebajar las refriegas entre el Polisario -el grupo armado que opera en el antiguo territorio español- y el Ejército de Marruecos. Y Marlaska ya tenía cerrada su visita este viernes a Rabat.

Esa misma tarde, Iglesias tecleaba en su Twitter un mensaje con toda la intención abogando por un referéndum "para la libre determinación". En un mensaje en redes sociales ha recordado que la ONU pidió en 1995 celebrar "sin más demora, un referéndum libre, limpio e imparcial para la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental". 

Antes, a mediodía, en pleno Consejo de Ministros, Unidas Podemos había presentado una enmienda a sus propios Presupuestos, de la mano de Esquerra y Bildu. Precisamente esta última, la formación que tenía al socialismo dividido, tras su apoyo al Gobierno el jueves anterior en el Congreso. 

Así, a la ofensiva en tres frentes del rey de Marruecos se unía la de Iglesias en otros dos sobre el mismo Gobierno que vicepreside. Exteriores, cauteloso con la cuestión del Sáhara, no había dicho una palabra más alta que otra, limitándose a admitir que "monitoreaba" la situación y que apoyaba los esfuerzos de la ONU para que se garantice "el respeto del alto el fuego" acordado y supervisado en el Sáhara Occidental.

Lo más específico en el comunicado del departamento de González Laya fue destacar que España "ha realizado gestiones en este sentido apelando a la responsabilidad y la contención".

Mal desde el inicio

Es cierto que Sánchez ya se saltó la tradición de todos los presidentes del Gobierno que en España han sido en democracia, dedicando su primer viaje exterior al ser elegido a París y no a Rabat. Esa decisión soliviantó al rey Mohamed VI, pero en los días previos a la formación del Gobierno, en diciembre del año pasado, varios países mostraron su preocupación por la llegada de los morados al Gobierno.

Mohamed VI, rey de Marruecos.

Entonces, Nicolás de Pedro, director de investigaciones del Institute for Statecraft en Londres, advertía de que "en este aspecto", el del Sáhara, "Iglesias no debe tener ni una palabra que decir". Tal como explicaba De Pedro, "Marruecos es demasiado sensible y nadie puede creer que una república saharaui sea una buena noticia en estos momentos, tal como está el Sahel".

El ejército marroquí había penetrado una semana antes en la franja desmilitarizada del extremo sur del Sáhara Occidental. El objetivo era romper el bloqueo al tráfico impuesto hace un mes por un grupo de manifestantes saharauis del Frente Polisario.

El Ejecutivo subrayaba "la importancia de la estabilidad en esta región estratégica, eje clave entre África y Europa" y pedía a las partes "retomar el proceso negociador y a avanzar hacia una solución política, justa y duradera y mutuamente" y que sea "aceptable según los parámetros que establecen de forma reiterada las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas".

Pero al día siguiente, el miércoles, el vicepresidente del Gobierno volvía a insistir a su jefe, Pedro Sánchez. Esta vez, vía comunicado de prensa, Unidas Podemos instaba al Gobierno a que apoye la celebración de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara Occidental y trabaje con Naciones Unidas para "detener la guerra" y "cumplir las resoluciones" del Consejo de Seguridad. En Exteriores, entre lo de Bildu y lo de Marruecos, se limitaron a responder: "Son Gobierno, que no nos enmienden".

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