-Profesor Preston, ¿cómo se encuentra?

-Todavía vivo.

El historiador británico atiende esta entrevista desde su casa de Londres, poco después de devorar las últimas noticias sobre el caso Juan Carlos I, uno de sus biografiados. De hecho, en una primera llamada, pide algo más de tiempo para reflexionar acerca de lo leído. Ahí va la segunda conversación.

Paul Preston (Liverpool, 1946), que de vez en cuando se permite sacar a pasear esa ironía cocinada en el barrio de Anfield, habla con concreción. Sus respuestas son rápidas, pero suelen ir precedidas de unos cuantos segundos de silencio. Ahora, discurre sobre las corruptelas -recién documentadas- de Juan Carlos de Borbón, cuya semblanza publicó en 2003. Existe una versión actualizada de 2014, año de la abdicación. Se llamó El Rey de un pueblo.

-Si lo reeditara, ¿valdría el mismo título?

-Todo esto de la corrupción, el dinero, las traiciones a su mujer... Es alucinante. Tendría que incorporarlo a una hipotética nueva edición. La parte positiva, referida sobre todo a su contribución a la Transición, no la cambiaría. Evidentemente, habría que modificar el título.

El hispanista saca a relucir la repentina obsesión por derribar estatuas que ha invadido a miles de manifestantes. Habla, por ejemplo, del monumento a Cecil Rhodes -colonialista británico- situado en el Oriel College, donde el propio Preston estudió.

"En el pasado se les consideraba buenos referentes, pero hoy los abaten porque les juzgan con los códigos morales del presente. Con Juan Carlos I sucede justo al revés. Ha cometido sus grandes fallos en el presente", arguye el autor de algunos de los libros más difundidos sobre la Guerra Civil.

Preston trabaja obsesionado con el rigor. Una vez contó que rechazó entrevistar al Emérito para que su retrato no se viera "cohibido". Dice que, de haber leído estas informaciones en 2003, se habría "sorprendido mucho". En 2014 -fecha de la última versión, "ya no". Esta fue una de las frases que añadió: "El peligro para la monarquía no es tanto la presión republicana, sino los errores de los miembros de su familia".

No obstante, destaca el "valor documental" de los papeles ahora publicados. En 2019, Preston lanzó uno de sus trabajos más ambiciosos: Un pueblo traicionado (Debate, 2019). Estas páginas giran en torno a un peligroso triángulo que ha venido condicionando la Historia de España: la corrupción, la incompetencia de los gobernantes y sus consecuencias sociales.

"Los monarcas son una fauna aparte. Las comparaciones resultan complicadas, pero la más exacta es la de Alfonso XIII. ¡Valle-Inclán decía que había que encerrarlo en la cárcel! Sus tejemanejes y su corrupción me parecen similares", explica.

Aquel rey, que perdió la corona con la llegada de la Segunda República en 1931, multiplicó por tres su fortuna mientras estuvo en el trono. Los historiadores suelen cifrarla en 21 millones de las pesetas de entonces... y 48 millones de los euros de hoy. Igual que su nieto, fue cuestionado por su participación en distintos negocios.

Cuando se le pide a Preston que desmigue la psicología Juan Carlos I, aduce: "Tuvo una niñez y una juventud muy difícil, por ser el peón de una estrategia para restablecer la monarquía. Luego optó por la democracia debido a razones pragmáticas. Quería instalar a su familia. No obstante, fue valiente y mostró mucho coraje. Para explicar lo que ha venido ahora suelo recurrir al concepto del descanso del guerrero. Tengo la sensación de que ha pensado: 'Ahora me toca a mí'. Tras tantos sacrificios y riesgos tomados".

Paul Preston no es monárquico, pero defendió el juancarlismo por su carácter moderador en un país tradicionalmente repleto de "tensión y hostilidades". La Fiscalía del Tribunal Supremo debate si investigar o no al Emérito. "Si se prueban los delitos y no se dan consecuencias legales, la fe de la gente en la jefatura del Estado se verá seriamente minada", resume.

-¿Y qué hay de Felipe VI? ¿Debería posicionarse públicamente?

-Me consta que hace todo lo posible para separarse del caso de su padre. Veo muy difícil que diga algo. Si quiere salvaguardar el futuro de la monarquía, debería hacerlo. Pero es muy complicado. Es muy difícil que un hijo denuncie a su padre.

-Juan Carlos de Borbón nació en el exilio, ¿volverá a él?

-No lo sé, pero no pasaría hambre.

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