—Señor Preston, déjeme hacerle una confesión antes de que cuelgue: cómo gocé su Idealistas bajo las balas.

—¡Ah! Ese es el libro con el que más he disfrutado, sobre todo cuando fui descubriendo las historias de esos periodistas que se enamoraron de España por las mismas cosas que lo he hecho yo.

Paul Preston (Liverpool, 1946) al otro lado de la línea. Habla desde su casa de Londres, recordando las peripecias de Hemingway y compañía en el Hotel Florida, a escasas horas de que se registre un hecho fabuloso: Franco va a ser exhumado del Valle de los Caídos, su mausoleo. Al hispanista británico, un poco renqueante de salud, no deja de sonarle el teléfono: al fijo le llama un colega británico al que despacha en un par de segundos con su campechanería; los periodistas españoles le bombardeamos el móvil a cuentagotas. "Estoy desbordado", dice. "Y luego me están esperando de una televisión rusa".

Pero las entrevistas no van exclusivamente sobre Franco y su traslado a Mingorrubio —que también—, sino sobre su nuevo ensayo, de título tan potente como el de El holocausto español: Un pueblo traicionado (Debate), en el que esboza con su preciso bisturí los últimos 140 años de historia de España; un periodo marcado, según su investigación, por un trío de actitudes para no henchir el pecho: corrupción, incompetencia política y división social. Desde la Restauración borbónica hasta la abdicación de Juan Carlos I.

Repasando estos últimos 140 años de la mano de su libro, parece que la corrupción es un comportamiento endémico de los españoles.

Hombre, no diría eso. Evidentemente, un libro que tiene “corrupción” en el título va a hablar de corrupción, pero de ninguna manera quiere insinuar que todos españoles son corruptos o más corruptos que otras naciones. Primero hay corrupción de diferentes tipos y en todos los países, como en el mío. Empiezo el libro citando el Lazarillo de Tormes y El Buscón, y claro, ese tipo de corrupción picaresca también existe en Inglaterra. Es una corrupción que surge como respuesta a la pobreza. Luego hay una especie de corrupción subyacente: la mayoría de la gente prefiere pagar al fontanero en metálico para evitar el papeleo del IVA, rebajar los impuestos. Y esto no es exclusividad de los españoles.

Si tuviera que señalar algo más característico de España que en otros sitios es ese tipo de corrupción que llamaría la institucionalizada, que, por supuesto, se encuentra en todas las dictaduras. En España, por tanto, en la dictadura de Primo de Rivera y en la de Franco. Luego está la corrupción del bucanero capitalista, y el gran ejemplo en la historia de España es Juan March. Para mí esto es fascinante, pero no exclusivo de España.

¿Por qué ha elegido el año 1874 para iniciar su relato? ¿Es ahí cuando España empieza a ser más corrupta e incompetente a nivel político?

La idea original de este libro no era centrarme en la corrupción. Sugerido por mi editor, el objetivo era hacer un libro de referencia porque hacía tiempo que no había una gran historia de la España contemporánea, como fue en su día la obra de Raymond Carr. Entonces, había que plantearse el periodo que iba a cubrir. Los siglos XX y XXI los conocía bastante bien, el XIX menos pero en los años 70 de ese siglo es cuando realmente empiezan los primeros pasos hacia una sociedad moderna. Ir más atrás habría sido o un tocho colosal o hacerlo todo en otra escala… Y por eso decidí empezar con la Restauración de la monarquía.



También pensé que hacer simplemente un relato de los acontecimientos más importantes podía ser aburrido, y me pregunté: "¿Hay algunos elementos que podrían explicar por qué en estos 140 años España ha sido un país tan conflictivo?”. Pues ese triángulo de la corrupción, la incompetencia política y sus consecuencias sociales es algo que influye en todo el periodo. Eso impone al pueblo una disyuntiva, es decir: resignación, apatía, aceptarlo todo o resistir; y como la oposición de las clases dominantes ha sido, como mínimo hasta la democracia, la represión sangrienta, no podía resistirme a utilizar este triángulo para darle forma al libro.

Paul Preston es catedrático de Historia Contemporánea de la London School of Economics & Political Science. Ione Saizar

Del periodo que abarca su investigación, ¿cuál es la época más corrupta?

La dictadura de Primo de Rivera y la de Franco están empatadas si hacemos una liga de corruptos. Tienen mucho en común, pero la gran diferencia en cuanto al pillaje de esos regímenes es que en el caso de Franco estaba basado también en que durante la guerra y los primeros años de su régimen hizo una especie de inversión de terror que se juntaba a un control férreo de los medios y la educación. Esto creaba una contradicción: la corrupción en tiempos de Primo de Rivera fue tal y tan conocida que contribuyó mucho al establecimiento de la Segunda República; en cambio, ya que la corrupción en el franquismo estuvo acompañada por el terror y ese control, no se registró esa consecuencia. A la larga sí, el franquismo fue seguido por una democracia, pero el proceso es totalmente diferente. Las razones o los motivos que más impulsaron la venida de la democracia a partir de 1975 son el desarrollo del capitalismo, las influencias internacionales… no fue como en el caso del Primo de Rivera del descubrimiento de la corrupción del dictador.

En este sentido, las investigaciones sobre la corrupción del régimen franquista —escribe que el dictador recibió cuatro mil millones de pesetas en regalos durante su mandato— son bastante recientes. ¿Cómo es posible que sea este uno de los aspectos menos conocidos de la dictadura?

A lo largo de los años 80 trabajé en una biografía de Franco, y claro, la gran limitación eran las fuentes disponibles. Se sabía algo, pero todavía estaba esa idea de que Franco era austero; de hecho yo creía que Franco no robaba porque pensaba que todo era suyo. Y en este libro hay una cosa que no subrayé en su momento: había regalos que eran legalmente para el jefe del Estado, no eran personales. Es el caso, por ejemplo, del Pazo de Meirás. Franco tuvo que hacer un chanchullo para quedarse con él, pues pertenecía al jefe del Estado, son cosas en usufructo. En los últimos años se han publicado magníficos libros como el de Ángel Viñas sobre la corrupción y los sobornos, La otra cara del caudillo (Crítica), gracias a la apertura de nuevos archivos.

Con estos nuevos datos, a la figura de Franco se le ha añadido la etiqueta de gobernante corrupto, que "murió con una fortuna de unos 400 millones de euros", a precios de 2015, como bien señala. ¿Cuáles fueron sus grandes artimañas para lograrlo?

¡Buff! Murió rico. Hay tantas cosas… Por un lado, las grandes suscripciones patrióticas que se hacían durante la guerra para sufragar el esfuerzo de los rebeldes, suscripciones que terminaron en sus propias cuentas bancarias. Esas cosas que en la gran hambruna de los 40, cuando Getúlio Vargas, el dictador brasileño, regala toneladas de café para el pueblo español y lo coge Franco y lo vende... Luego los números con los que se hizo con el Pazo de Meirás o su mujer con la casa Cornide en A Coruña… Luego está todo lo de la familia, de su hermano y su cuñado, Felipe Polo, que eran como los porteros para llegar a Franco y tener influencias. También el modelo de economía escogido con la autarquía: con las restricciones a las importaciones, las licencias de importación se convirtieron en un un tesoro, y de ahí las grandes fortunas que hicieron varios ministros… y en eso a Franco le tocaba algo, claro.

La dictadura de Primo de Rivera y la de Franco están empatadas si hacemos una liga de corruptos

Y luego está la boda de Carmen Franco en 1950: a la prensa se le prohibió airear los detalles sobre los regalos por el contraste que supondría con la hambruna que afectaba a buena parte del país. Tremendo.

Lo que se gastó en esa boda fue una cosa colosal, en una época de hambre generalizada. Lo más destacable de esta anécdota es que se diesen cuenta, porque normalmente no eran conscientes de ese despilfarro de riqueza y del posible impacto sobre el pueblo raso. Luego esto tiene una repetición con la boda de la hija de Aznar. No se pueden colocar a la misma escala, pero algo tienen que ver…

Este jueves exhuman a Franco del Valle de los Caídos y se lo llevan a Mingorrubio. ¿A usted qué le parece esta decisión? Hace unos meses, en una entrevista, propuso que sus restos fuesen enterrados el mar

La exhumación se puede resumir con un ya era hora de que en una democracia, 44 años después de la muerte del dictador, se hiciese algo para cambiar la naturaleza de ese gran monumento que se hizo a sí mismo. Es inconcebible pensar que en las afueras de Berlín hubiera un monumento tan colosal a la memoria de Hitler. Y por mucho que se diga que es un monumento a los muertos en la guerra, eso es mentira. El Valle de los Caídos fue concebido y seguido durante la construcción por Franco como si fuese su monumento. Si fuera posible volver al pasado en una maquina del tiempo, habría que haber buscado la manera de hacer eso antes, pero en los años inmediatamente después de su muerte habría sido muy difícil, porque todavía el franquismo era fuerte. Y aun así, hoy en día, no es que haya sido una cosa fácil, pero esto era una necesidad democrática.

Yo dije en su día de buscar una vía intermedia para darles a los franquistas la impresión de algo de honor —personalmente no creo que Franco mereciera ninguno—. Desde su adolescencia lo que más quiso fue entrar en la Marina y no le fue posible por restricciones presupuestarias del momento. Pero una vez en el poder no perdió ninguna ocasión de vestirse de almirante. Cuando se propuso hacer el viaje a Lisboa para ver a Salazar, en vez de coger el tren desde Madrid, se fue a A Coruña y se subió a un acorazado con una flota de once buques de guerra. Eso de la mar era una gran obsesión; y se ve, conforme iban pasando los años, en que cada vez le dedicó más tiempo a pescar en alta mar. Entonces yo pensé, medio en broma, que enterrarle en el mar con honores navales y militares podría ser una manera no conflictiva de resolver el tema.

Si se tuviese que quedar con un personaje que ejemplifica la corrupción en estos 140 años, ¿a quién elegiría?

Uf… Hay tanta competencia… En lo privado, Juan March; y en lo político, Franco. Aunque hay figuras como Bárcenas y Correa que les hacen competencia.

El libro lo arranca con una cita de Ortega y Gasset en la que señala el egoísmo continuo de la monarquía y la Iglesia católica, ¿pero qué papel jugó realmente la Iglesia en este entramado corrupto de siglo y medio?

Portada de 'Un pueblo traicionado'.

Durante casi todo el periodo, hasta casi los últimos años del franquismo, el papel de la Iglesia era de legitimar al sistema social dominante, un papel totalmente conservador, evidentemente justificaba el golpe militar, apoyaba el esfuerzo de guerra de Franco, fue uno de los pilares más importantes ideológicamente de la dictadura… pero en esos últimos años parte de la Iglesia empezó a jugar un papel mucho más liberal, por varias razones: en primer lugar estaba el movimiento de los curas obreros, que se sumaron al éxodo rural; por otra parte, en País Vasco y Cataluña, por sentimientos nacionalistas, la jerarquía eclesiástica empezaba a oponerse a la dictadura, también con apoyo del Vaticano;. Y por tanto, durante la Transición, la Iglesia jugó un papel muy progresista. En la actualidad vuelve a ser la Iglesia católica global, más bien conservadora. conservadora

¿La corrupción tiene ideología? ¿Son más corruptos los de derechas o los de izquierdas?

Es más bien un comentario sobre la humanidad. La corrupción que describí antes como la popular está en todos los sitios y no tienen ideología. Durante los últimos 20 años ha habido dos tipos de corrupción muy grande: por un lado la que tenía su origen en la necesidad de financiar los partidos políticos, que la tenían el PSOE como el PP. Luego, la corrupción inmobiliaria, que ha sido la llaga de la sociedad española en los últimos años, se encuentra tanto en alcaldes del PP como socialistas. Entonces se pude decir que la corrupción no tiene ideología.

Paradójicamente, los partidos con mayor historial de corrupción siguen siendo los más votados. ¿Qué refleja esto sobre la personalidad de los españoles visto desde fuera?

No creo que esto sea algo que se presta a hacer generalizaciones sobre carácter o la cultura españolas, porque tenemos exactamente lo mismo en este país [Gran Bretaña], no tanto por la corrupción, pero sí por la incompetencia de la clase política. Quizás una cosa que se presta a esa resignación de “por qué usted sigue votando al PP cuando sabe que hay tanta corrupción”. “Como todos lo hacen, qué voy a hacer”, que es un poco la contestación. En eso hay que reconocer que en estos últimos 140 años ha habido una mejoría tan alucinante del nivel de vida del español medio que no hay la misma urgencia; la gente está lo suficientemente cómoda —dentro de las diferencias colosales, claro; el más pobre en España es un rico comparado con el más pobre de la Restauración—. Creo que esto debe de influir en que ciertos temas que parecen escandalosos no le importan tanto a la gente. Mientras haya comida en la mesa, qué más da.

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