En apenas unos días, la estrategia del Gobierno en el caso del coronel Diego Pérez de los Cobos ha dado un giro de 180 grados. Si la semana pasada el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, negaba una y otra vez que los cambios en la cúpula de la Guardia Civil tuvieran otro motivo que no fuera una reorganización "natural", ahora priman las acusaciones veladas por asuntos turbios.

Todo ello entre denuncias de supuestos golpes de Estado en marcha y acusaciones de  "golpistas" a la oposición, en las que han participado el vicepresidente Pablo Iglesias, el ministro Alberto Garzón y el portavoz de Podemos Pablo Echenique.

El ministro de Consumo insistía este jueves en esa línea al denunciar la existencia de "elementos reaccionarios" en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que pueden "asumir" el discurso de la "derecha política" que "invita al golpe del Estado". 

El Gobierno decidió pasar al ataque después de que saliera a la luz la nota firmada por la directora del Instituto Armado, María Gámez, en la que se notificaba el cese del coronel Pérez de los Cobos por "no informar del desarrollo de investigaciones y actuaciones de la Guardia Civil, en el marco operativo y de Policía Judicial, con fines de conocimiento".

“Con este Gobierno no hay una Policía patriótica como sí la hubo con el PP para tapar su corrupción y sus vergüenzas”, dijo el presidente Sánchez el miércoles desde la tribuna del Congreso, poniendo también el foco en la oposición.

"Lo que ocurre es que el ministro del Interior, que está destapando toda esa mal llamada Policía patriótica, es el ministro Marlaska. Y por eso le atacan", señaló también el presidente del Gobierno, sin aclarar si incluía a Pérez de los Cobos en esa camarilla, pero sugiriéndolo.

Era un dardo del presidente que muchos en el Cuerpo interpretaron como un modo de vincularle con ese grupo parapolicial que se desbocó durante la época de Jorge Fernández Díaz al frente de Interior.

Sin embargo la realidad es que, ya antes de la moción de censura del verano de 2018 que llevó a Sánchez al Gobierno, la denominada Policía patriótica, cuyo miembro más conocido era el comisario de Policía José Villarejo, había sido desmantelada. El propio Villarejo se encontraba entonces en prisión. 

Hombre de Rubalcaba

Pérez de los Cobos, con un currículum intachable, fue asesor de cinco ministros diferentes. Rubalcaba, una de las personas con las que más confianza tuvo, se lo recomendó a Juan Ignacio Zoido cuando el sevillano llegó al cargo en la segunda legislatura de Mariano Rajoy. Había sido su hombre de confianza.

Ambos se tenían un gran aprecio. Era público y notorio el respeto mutuo que se profesaban. Para Pérez de los Cobos, el líder socialista fallecido el año pasado era un tipo excelente, y contaba incluso con la amistad de su familia. 

De la noche a la mañana, el coronel se ha convertido sorprendentemente en ariete de la izquierda contra el PP con manifestaciones salidas de tono.

Desde la Asociación Pro Guardia Civil (AproGC), colectivo que representa a numerosos mandos del Cuerpo, afirman a este periódico que no se pueden tolerar esas acusaciones y esos ataques a la Guardia Civil. "Villarejo está en la cárcel. Si Pérez de los Cobos está en la Policía patriótica que lo denuncien. Eso no se puede decir".

"Si hay un golpe de Estado en marcha, que vayan a los juzgados y lo denuncien. Están dejando unas acusaciones veladas en el aire que no son normales. Es una vergüenza", remarcan.

Mientras tanto, lo que más llama la atención en el Instituto Armado es el silencio sepulcral que mantiene la directora general del cuerpo. Ni una declaración en las últimas semanas. Ni una explicación por el terremoto que sigue sacudiendo la Guardia Civil.

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