"Hola, soy el cesado", solía bromear Edmundo Bal (Huelva, 1967) al poco de fichar por Ciudadanos. Era marzo de 2019 y Albert Rivera había hecho de este abogado del Estado la punta de lanza de su proyecto para las elecciones generales. El Gobierno acababa de purgarlo por negarse a firmar un escrito de acusación sobre el procés que invisibilizaba la violencia callejera de aquellas semanas.

Un año después, Bal encarnará el liderazgo del partido liberal. Lo hará mientras dure la baja maternal de Inés Arrimadas. La presidenta de Ciudadanos ha informado a los suyos de que dará a luz de aquí a diez días. La Operación Bal ya está más que confeccionada. De ahí que la jerezana dijera en su última rueda de prensa: "No habrá vacío de poder". Como marca la ley, tiene derecho a dieciséis semanas, pero todavía no ha decidido cuántas se ausentará.

En clave orgánica, los vicesecretarios José María Espejo y Carlos Cuadrado serán quienes ejerzan el mando. Dos importantes dirigentes de la formación, en charla telefónica con este diario, apuntan que el nombramiento de Bal era "más que previsible".

De entre todos los fichajes facturados por Rivera -Marcos de Quinto, Ángel Garrido o Sara Giménez-, Bal se ha encumbrado como el más reseñable tanto en clave política como mediática. Varios compañeros suyos destacan su "conocimiento de la Constitución" y de las "leyes": "No falla, se lo sabe todo".

Arrimadas ha encontrado en esa "virtud" un seguro de vida a la hora de hacer oposición. Primero con el desafío catalán y después en plena pandemia, el ordenamiento jurídico ha alcanzado altas cotas de protagonismo. Además, Bal se destapó como "rockero" en los mítines de las generales.

Joan Mesquida, director de la Policía y la Guardia Civil durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, es otro de los fichajes de Rivera que Arrimadas ha reciclado con gusto: es uno de los compañeros en quienes más confía y suele preguntarle acerca de la estrategia a seguir. No obstante, y como el propio Mesquida anunció, se encuentra convaleciente de un cáncer y se ha visto obligado a reducir su protagonismo.

Otrora jefe del departamento penal de la Abogacía del Estado, Ciudadanos encontró en Edmundo Bal a un firme defensor de esa preciada bandera de la "independencia del poder judicial". Sus enfrentamientos en el Congreso con Dolores Delgado, su purgadora y entonces ministra de Justicia, le revelaron como un hábil parlamentario.

Al poco de decretarse la cuarentena, Arrimadas libró la batalla de lo telemático y, siguiendo las recomendaciones de su médico, no asistió a los plenos donde se debatían las prórrogas del estado de alarma. Hasta el pasado miércoles: dejada atrás la "fase de riesgo", se presentó en la Cámara para defender su pacto con Sánchez.

En el primer debate parlamentario del coronavirus, la presidenta liberal no pudo recurrir a Edmundo Bal al estar éste también en cuarentena por haber presentado síntomas. Sin embargo, el abogado del Estado, que se recuperó con rapidez, fue el encargado de llevar el mensaje naranja al hemiciclo a partir de entonces.

La baja de Arrimadas

"Sí. Voy a coger el permiso de maternidad. No he decidido todavía cuántas semanas. No habrá ningún problema de liderazgo. Las directrices están marcadas y existe un proyecto claro", sintetizó Arrimadas en su última comparecencia.

En la Ejecutiva de este lunes, se aprobó la entrada de Bal en la llamada "permanente", el núcleo duro del partido. Así estará al tanto también de lo orgánico, además de lo parlamentario.

Ciudadanos, partido vertical por excelencia junto a Podemos, afrontará su prueba de fuego en los próximos meses. Los liberales testarán su capacidad para sobrevivir mediáticamente sin contar con su Arrimadas.

"Vamos a demostrar normalidad. La sociedad no está acostumbrada a que una mujer dirija un partido nacional. Ninguna empresa se hunde cuando sus líderes se cogen la baja por maternidad. Ciudadanos tampoco. Va a ser muy positivo trasladar esa imagen", argumenta un importante dirigente del partido en conversación con este diario.

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