Pedro Sánchez ha logrado la tercera prórroga del estado de alarma por 15 días más, hasta el 10 de mayo, en la lucha contra el coronavirus. Lo ha hecho cosechando de nuevo más rechazos que en la anterior ocasión: al voto en contra de Vox y de la CUP de hace dos semanas, se ha unido esta vez el de JxCat.

Y además, en esta ocasión el presidente ha tenido que escuchar las advertencias del resto de formaciones nacionalistas e independentistas: Gabriel Rufián (ERC) avisó de que su abstención "está más cerca den 'no que nunca"; Aitor Esteban (PNV) puso como condición "si quieren nuestro 'sí' se mantenga" que las competencias para la desescalada sean autonómicas...

Así, el Congreso ha votado la tercera renovación del confinamiento con el apoyo de 269 diputados -PSOE, PP, UP, Cs y los minoritarios-, recibiendo 60 votos en contra -fueron 54 hace 15 días y cero en la primera prórroga-, y 16 abstenciones. Hubo cinco diputados que no ejercieron su responsabilidad, y sólo se emitieron 345 votos.

Fue un pleno ómnibus, comenzada a las 9.00 de la mañana, con la petición de prórroga, la explicación de dos Consejos Europeos, después la votación de las enmiendas; más tarde, la sesión de control con 15 preguntas orales y tres interpeaciones; luego, el debate de convalidación de un real decreto; y, finalmente las votaciones. Once horas seguidas en el hemiciclo que, quizá por lo maratoniano de la jornada, resultó menos bronca que en anteriores ocasiones.

El presidente del Gobierno se salió poco del "tono de diálogo". Incluso lo utilizó para sus ataques al líder de la oposición. Por otra parte, esa displicencia de Sánchez -"yo no le considero mi adversario, pero responda sí o no, ¿acepta acuerdos de reconstrucción también a nivel autonómico?"- fue mal encajada por Pablo Casado. De no saber de antemano que el PP votaría afirmativamente, escuchar al presidente del PP no hubiera anticipado en nada que fuera a apoyarlo.

Pablo Casado, presidente del PP, en el atril del Congreso durante el debate de la tercera prórroga del estado de alarma. Efe

"Son 21.717 muertos en total. ¿Eso es eficacia? ¿Por qué las oculta? Qué extraño eclipse moral realizan en su discurso: de 8.624 palabras ni una sola de autocrítica", le afeó desde la tribuna.

Atacó por la vía de la gestión sanitaria, de las cuentas públicas, de las medidas sociales y laborales "que no llegan, no se cobran y no hay manera de solitarlas", y sobre todo por la vía política: Casado preguntaba en alto qué unidad y lealtad se le pide a él si Sánchez no la mantiene ni en el seno de su Gobierno:  "¿Estas guerras que se libran quién las va a ganar, Calviño o Díaz? ¿Iglesias o Escrivá?".

Todos contra el PP

Lo curioso es que, salvo Edmundo Bal (de Ciudadanos), todos los demás portavoces -los que votarína y los que no- parecían hacer más oposición a los populares que al Gobierno. Pablo Echenique (Unidas Podemos) dijo sentir "vergüenza ajena" y pidión "perdón a los españoles" por lo que acababan de escuchar. Gabriel Rufián (ERC) le recordó a Casado que "el PP quiere esperar a que esto se hunda yllegar de salvadores, pero su último milagro económico está en Soto del Real", en referencia a Rodrigo Rato.

El nacionalista vasco Aitor Esteban (PNV) mostró su enfado por el cambio de formato de los "acuerdos de reconstrucción" tras la reunión de Sánchez con Casado. Y hasta Santiago Abascal echó sal en las heridas del líder popular. El líder de Vox destacó "contundencia, claridad y vehemencia" con la que Casado expresaba el sentir de "muchos españoles que están perdiendo la paciencia" con el Gobierno. Para luego mofarse de él comparándolo con "el santo Job" del Congreso. "Nosotros hemos pedido ya la paciencia con ustedes".

Santiago Abascal (Vox), durante el pleno para la tercera prórroga del estado de alarma. Efe

El caso es que el protagonismo le venía adjudicado de inicio al líder del PP. Con él se inauguró la semana, los populares se apuntaron el triunfo de llevar a la Cámara Baja los nuevos Pactos de la Moncloa. Una negociación que el Gobierno quería que fuese una mesa extraparlamentaria, sin formato ni normas regladas.

Es evidente sin el Partido Popular no hay posibilidad alguna de acuerdos de reconstrucción ni de posición única ante Europa. Y los demás grupos sentían la necesidad de debilitar a quien había hecho valer su peso.

Acuerdos de reconstrucción

Tanto giraba este debate de renovación del estado de alarma sobre este asunto que el PP quiso evitarlo, para no perder su perfil de alternativa. Pero en plena sesión filtraba un documento interno en el que definen la estructura que proponen para que se forme "ya" la comisión. La presidencia para los populares, por un "equilibrio razonable", y cinco grandes áreas de trabajo: sanidad, económica, social, libertades públicas y Unión Europea. 

Si ya hay un plan, nadie podrá decir que el PP no quiere acuerdos. Pero escuchando a su líder, éste ha sido el  al nuevo estado de alarma que más le ha costado justificar, más allá de la responsabildad de Estado. Una frase, sobre todo, resonó desde la mañana, a mitad de camino entre su exhibición como alternativa y una advertencia para próximas ocasiones: "Señor Sánchez, cumpla con su parte. La paciencia tiene un límite".