"Defendamos juntos lo común, haciendo efectiva nuestra Constitución, que es el escudo social que nos une a todos". Así cerró Pablo Iglesias sus casi 14 minutos de discurso inicial en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Una intervención en la que presentaba las medidas de protección a "los más vulnerables" que se han visto afectados por las medidas de confinamiento tras la imposición del estado de alarma, hace ya más de dos semanas.

Y no era casual esa frase final. Ninguna intervención pública del vicepresidente segundo del Gobierno es improvisada. Y todas tienen un doble objetivo: a corto plazo, colocar un mensaje, ganarse un titular; a medio, crear marcos dialécticos, marcar un terreno de juego en el que parta con una ventaja competitiva que le haga ganador.

El empeño de Pedro Sánchez al sacar unidos a sus dos vicepresidentes más enfrentados desde que se conformó el Gobierno era demostrar que, si las hubo, se han acabado las discrepancias.

Pero la actitud del uno y de la otra demostraron justo lo contrario. Él, combativo, recuperando el tono bélico que ya dejó atrás el presidente hace una semana. Incluso calificó hasta dos veces de "buitres" a los fondos que invierten en vivienda en España. Eso, un vicepresidente del Gobierno que quiere evitar la caída de nuestra economía para sufragar el gasto social.

Y ella, tratando de dar una clase magistral de cuál es el compás de las medidas del Ejecutivo, "al dictado de las necesidades que marca el Ministerio de Sanidad". Para tratar de quitarse el sambenito de "la representante del Ibex" en el Gobierno, de "mujer del no" y hacer entender que el ritmo de los anuncios depende de la "ejecutabilidad de las decisiones".

Dueño de la Constitución

Iglesias es un político que hizo de su habilidad en la oratoria el trampolín que lo llevó de los canales de televisión locales a las tertulias en las grandes cadenas. Y la palanca que lo convirtió después en líder de masas, parlamentario y, ahora, número tres del Gobierno que debe afrontar la mayor crisis del país en generaciones.

Así, fueron 14 minutos en los que pronunció exactamente siete veces la palabra "Constitución", leyendo en ella los "artículos sociales", que ya fueron su argumentario de campaña electoral tanto en abril como en noviembre.

Pablo Iglesias, en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.

Y en otras siete ocasiones salió de su boca el sintagma "escudo social", que identificó con la Carta Magna, en su particular interpretación de la misma, al final de la intervención -tal como se ha visto- y en el inicio introductorio.

Ignorando al rival

Muy distinto fue el tono de Nadia Calviño, vicepresidenta tercera y púgil con la que combatía el líder de Podemos en esta escenificación fracasada de la "unidad y lealtad" que tanto reclama Pedro Sánchez a la oposición y de la que carece, por lo visto este martes, dentro de su propio gabinete.

La ministra de Economía y Agenda Digital se fue más allá de los 16 minutos en su alocución. Pero esto fue porque, una vez escuchada ella, cualquier ciudadano podría haberse ahorrado la intervención previa de Iglesias. Calviño gastó más un buen rato de su tiempo en volver a anunciar las medidas sociales previamente desglosadas por el vicepresidente segundo.

Fuentes del ministerio de la socialista rechazan la imagen de combate entre uno y otro. Del lado morado, por contra, sorprendió la asunción del discurso social por parte de Calviño. Y no para mal, sino tratando de mostrar satisfacción. La parte morada del Ejecutivo cree que el presidente Sánchez está respondiendo a esta emergencia con una vía mucho menos ortodoxa de lo esperado. Incluso, explican las fuentes consultadas, más allá de lo imaginable por el propio secretario general de Podemos. 

Nadia Calviño, tras el Consejo de Ministros del 31 de marzo.

Mitinero

Y de ahí que Iglesias se atreviera a "agradecer" a Sánchez, hacia el final de su intervención el "histórico discurso del sábado pasado" cuando afeó con dureza la actitud de los socios europeos en el Consejo del jueves anterior. "La visión y firmeza con la que el presidente defendió la solidaridad entre los pueblos de Europa dejó claro que el egoísmo nunca tendrá cabida en el proyecto europeo, sino la defensa de los derechos humanos y de un marco moral".

No fue éste el único momento mitinero de Iglesias. En estos días en los que todo el protagonismo se lo están llevando las cuatro "autoridades delegadas" definidas por Sánchez en el decreto de alarma (Defensa, Robles; Interior, Marlaska; Transportes, Ábalos; y Sanidad, Illa), las dos veces en las que ha hablado el líder morado parecía hacerlo con ansias acumuladas, y atropellando anuncios con soflamas:

"La vivienda es la trinchera para defenderse del virus"; "si los más vulnerables no pueden salir adelante, el Estado se hará cargo, nadie se queda atrás"; "no puede ser que las empleadas del hogar vuelvan a ser las grandes olvidadas"; "esta salida social a la crisis es la opuesta a la que se aplicó en el pasado"; y "el patriotismo es defender lo común"... fueron sólo algunas de las frases más dignas de una tertulia televisiva o del discurso a sus militantes de esa asamblea que Podemos suspendió hace 10 días por mor de la emergencia sanitaria del Covid-19.

En su casi cuarto de hora de foco mediático a la hora del telediario, Iglesias pronunció el apellido "social" de su Ministerio hasta en 21 ocasiones, una y media por minuto... y sólo dos el término "economía".

Consejo de Ministros del 31 de marzo: Sánchez, la ministra portavoz y sus cuatro autoridades delegadas. Moncloa

Autónomos y empresas "ejemplares"

Justo al contrario que Calviño. La exfuncionaria de la UE no hizo ni la  más lejana referencia a ese directo a las costillas del Consejo Europeo que el sábado lanzó su presidente. Y en realidad, se mostró mucho más didáctica, explicando el porqué de "no confrontar salud y economía", o de su empeño en "ir cubriendo paulatinamente a todos los colectivos afectados" por el bloqueo económico, según las medidas "pueden ser implantadas".

Y, sobre todo, en aplaudir a "las empresas, sus trabajadores, los autónomos y los ciudadanos en general" por su "ejemplar respuesta solidaria", que consideró "clave que podamos hablar de una recuperación lo antes posible".

Como le corresponde a una ministra de su ramo, Calviño no sólo era la encargada de dar la buena noticia "de protección a los autónomos" -la que estaban esperando desde hace tres semanas- sobre la moratoria de sus cuotas y la recuperación de las pagadas este mismo último día de mes correspondientes "a los días trabajados en marzo". Sino que la vicepresidenta tercera se empeñó en dirigirse a ellos -el 18% del tejido productivo español- hasta en 11 oportunidades.

Sólo "las empresas" tuvieron más atención de la política socialista, y no anduvo lejos en referencias el propio "paquete de medidas" presentado minutos antes por Iglesias. "El vicepresidente" y lo "social" estuvieron igual de presentes en su alocución...

Pero  un ciudadano ajeno a la palabrería política y desconocedor del juego de Iglesias  -que el duelo está más cerca de ganarse para quien elige el marco y las armas- pudo pensar que la "red de seguridad para los ciudadanos y las empresas" de cuyo proceso de "tejido a lo largo de estas semanas" tanto habló Calviño no era lo mismo que el "escudo social" tan mentado por Iglesias para "combatir socialmente esta crisis".

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