Uno de los primeros dirigentes políticos en reaccionar a la sentencia del procés ha sido Pablo Iglesias, quizás el líder que más se jugaba con sus primeras palabras posteriores al fallo. Y no ha decepcionado a quienes esperaban una declaración en consonancia a sus palabras de este fin de semana, en la presentación del programa electoral para el 10-N. El secretario general de Podemos recuperó la reivindicación del supuesto "derecho de autodeterminación" de la región catalana y llevar la solución al "conflicto político" hacia un "referéndum pactado" con el Estado.

Este lunes, a las 10.13 horas Iglesias publicaba un texto de 3.400 caracteres en su página de Facebook en el que hay una única valoración negativa hacia los condenados: "Discrepo absolutamente de ellos". Y al menos seis reproches a los aparatos del Estado y a los otros cuatro partidos de ámbito nacional, a los que califica de "derechas incendiarias" y "PSOE riverizado".

Es más, a las 12.59 horas, y después de ver la comparecencia de Pedro Sánchez en su declaración institucional desde la Moncloa, el que pretendía ser su "socio preferente" en el Gobierno ha acusado al presidente en funciones de "querer gobernar con el PP"

Pablo Iglesias ataca a Pedro Sánchez por la sentencia del 'procés'.

Y justifica esta acusación en que Sánchez ha asumido públicamente que "acatar la sentencia significa su cumplimiento íntegro". Es decir, que se ha alejado de la posibilidad del indulto a los condenados, que le reclamaban los socios catalanes de Iglesias minutos antes. Iglesias incluso llama "terroristas" a Barrionuevo y Vera, exministro del Interior y ex secretario de Estado de Seguridad en los gobiernos socialistas de Felipe Gonázlez condenados por los atentados y secuestros de los GAL.

Pero los párrafos firmados por Iglesias contienen una mentira, que le sirve al líder morado para construir su discurso de "empatía" con los condenados, y para afirmar que esta emoción es la que "debe guiar la acción política si queremos vislumbrar algún día escenarios de resolución del conflicto". Y es que, según Iglesias, "queda claro que hay consenso en el tribunal en que no hubo violencia, algo que era evidente para todo el mundo, también para los mayores adversarios del independentismo". Y eso no es así, de ningún modo.

De hecho, los magistrados, en sus 493 folios de fallo, citan hasta 72 veces la palabra "violencia". Y es que se preocupan profundamente por aclarar este punto, la clave que podía hacer distinguir los tipos penales que aplicar a los acusados: de la rebelión a la sedición; es decir desde los posibles 25 años de prisión hasta los 13 de tope que han impuesto al exvicepresidente catalán Oriol Junqueras.

Es en la página 267 donde el juez Marchena y sus seis compañeros del tribunal dicen exactamente lo contrario de lo que les atribuye el líder de Podemos: "[...] no basta la constatación de indiscutibles episodios de violencia para proclamar que los hechos integran un delito de rebelión".

Es decir, que para los juzgadores, la violencia fue "indiscutible". Otra cosa es que haya quedado probado en la vista oral que ésta fue ordenada por los acusados y que la utilizaron conscientemente para favorecer sus objetivos: "La violencia tiene que ser una violencia instrumental, funcional, preordenada de forma directa, sin pasos intermedios, a los fines que animan la acción de los rebeldes".

Equidistancia

La declaración de Iglesias, así, trampea su juego de la equidistancia porque culpa de todos los males del procés a que este conflicto político "debió haberse gestionado siempre por cauces polítcos". Opina el líder morado que esta sentencia "pasará a la historia de España como símbolo de cómo no hay que abordar los conflictos políticos en democracia". Y mina el ejercicio de los poderes del Estado defendiendo su "indisoluble unidad" -consagrada en el artículo 2 de la Constitución- instando a "desterrar la idea de una intervención del autogobierno catalán que se ha demostrado fallida y contraproducente".

Apunta Iglesias que  el conflicto "sigue ahí, irresuelto y agravado por las brechas emocionales producto de la manera equivocada en la que se ha abordado la crisis". Y llama a convocar un "diálogo que no sea retórico" para "recorrer, con sensibilidad e inteligencia política, el camino de la imprescindible reconciliación, sin excluir ninguna vía que pueda ayudar a ella", es decir, abriendo la puerta, de nuevo, al referéndum de autodeterminación.

Al fin y al cabo, y a pesar de que renunciaran a sus reivindicaciones soberanistas en la negociación con Pedro Sánchez para una coalición de Gobierno, el programa electoral de Podemos para el 10-N ya lo dice claramente en su punto 281.Resolución democrática del conflicto catalán: "La gestión viable del conflicto en Cataluña pasa por construir un proceso de reconciliación que permita el diálogo y llegar a acuerdos. Apostamos por un referéndum pactado en el que Podemos defenderá un nuevo encaje para Cataluña en España".