Aún faltan 72 horas para que el gobierno bicolor de la Comunidad de Madrid viva su primera puesta de largo, pero este 15 agosto también estaba marcado en rojo en el calendario regional. No sólo porque fuera festivo, sino porque era uno de los días más castizos que se viven en la capital de España. Un marco idóneo para el mensaje que intenta transmitir Isabel Díaz Ayuso.

Así que ese sería su primer día: la festividad de la Virgen de la Paloma. Besos, saludos, paseo ofrenda floral, olor a gallinejas y a churros que se desprendían de los puestos cercanos, chulapas y chulapos. Todo bajo control.

Lo que no se esperaba nadie en el equipo de la nueva presidenta de Madrid es que quien se saliera del guión fuera alguien de los suyos. O, mejor dicho, de sus compañeros: el líder de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, futuro vicepresidente de su gobierno y portavoz, Ignacio Aguado, le ha reventado el foco.

Ha sucedido de buena mañana. Aguado ha confirmado que Ángel Garrido será el elegido para dirigir una de las carteras con mayor peso en la Administración regional y que controla un gigante como el Metro: Transportes, Infraestructuras y Movilidad.

Pocos instantes más tarde, cuando Ayuso ha llegado a la cita, ha evitado mencionar nada sobre el que fuera su exjefe. A cambio, ha intentado marcar agenda anunciando una batería de medidas centradas, de hecho, en transportes: un abono gratuito para mayores de 65 años y otras orientadas hacia la movilidad.

En el gesto de Ayuso al ser preguntada por Garrido se resumía la cornada que acababa de recibir. Porque ha decretado un cerrojazo para los nombramientos: nada de goteos de consejeros, busca hacerlos oficiales el lunes, tras la investidura.

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