Marine Le Pen no tardó en la noche electoral andaluza en felicitar a sus "amigos de Vox". "Mis fuertes y calurosas felicitaciones a mis amigos de Vox que, esta noche en España, firman un resultado muy significativo para un movimiento joven y dinámico", escribía en Twitter la líder del partido ultraderechista francés Agrupación Nacional (AN).

De un tiempo a esta parte, a Vox se le ha venido comparando con la AN de Le Pen. Sin embargo, el partido de Santiago Abascal tiene más semejanzas con Alternativa para Alemania (AfD). Vox y AfD representan el ultraderechismo de nuevo cuño. No puede decirse lo mismo de la AN. El partido de Marine Le Pen lleva ahora otro nombre, pero es lo que siempre se ha llamado Frente Nacional (FN). Este partido lo dirigió desde su fundación en 1972 hasta 2011 Jean-Marie Le Pen, el padre la actual lideresa.

Desde los años setenta, Le Pen padre, primero, y su hija después, han estado formulando ese discurso de "defensa del pueblo francés y su identidad nacional" frente a amenazas como "la inmigración". Desde que Marine Le Pen tomó las riendas del partido, mucha de su energía la ha empleado en renovar la formación heredada de su padre, sobre quien siempre pesaron críticas por antisemita. No en vano, el padre de Marine ha sido condenado por negar la existencia de las cámaras de gas del Holocausto judío.

En Vox no han tenido que preocuparse por maniobras políticas para borrar el pasado. El partido de Abascal no tiene apenas pasado. Lo mismo le pasa a AfD. Vox es un partido joven, nacido en 2013. Ese mismo año también vio la luz AfD, que en un lustro ha conseguido ser el tercer partido más votado de Alemania. Cuenta con 94 diputados en el Bundestag.

El Gobierno, preocupado por ascenso de Vox cuyo ideario ve "inconstitucional"

De la inmigración al 'procés'

En sus primeros años, tanto AfD como Vox se movieron en los márgenes de la política. Para los ultraderechistas alemanes esa situación duró hasta que, entre 2015 y 2016, el país de la canciller Angela Merkel recibió 1,5 millones de demandantes de asilo. Ahí, AfD supo aprovechar los miedos generados por una crisis migratoria sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. En España, la grave crisis del procés se apunta, junto la preocupación por la inmigración, como factores para explicar ahora la irrupción de Vox en Andalucía.

"Hay una similitud en el ascenso meteórico de AfD y de Vox", dice a EL ESPAÑOL Franco Delle Donne, experto en comunicación política y autor del libro Factor AfD: el retorno de la ultraderecha en Alemania (Ed. Libros.com, 2017). Delle Donne ve incluso similitudes de Vox con otras fuerzas de ultraderecha fuera de Europa, "con las propuestas y la forma en la que ha desarrollado su discurso Donald Trump o el propio Jair Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil".

Al margen de fenómenos políticos del otro lado del océano Atlántico, Vox es un partido que, al igual que ocurre con AfD en Alemania, surge en un país con problemas de identidad nacional. "Esos dos partidos toman el tema de la identidad nacional en países donde se creía que tal vez eso no se iba a discutir políticamente por las connotaciones históricas que acarrean. A saber, en Alemania, el nacionalsocialismo y, en España, el tema de la Guerra Civil", según Delle Donne.

Francia no está marcada por el paso de un largo periodo de la historia en el que el poder estuvo en manos de una dictadura asociada a la extrema derecha. "El fenómeno de Vox en España es muy interesante. Entre ese partido y AfD hay similitudes. Por ejemplo, la identidad nacional era algo tabú en Alemania y en España", dice a EL ESPAÑOL Frank-Christian Hansel, diputado de AfD en el Parlamento regional de Berlín.

Tachados de "fachas" y "nazis"

En Alemania, "ningún partido es capaz, salvo AfD, de hablar abiertamente de lo que es la identidad alemana, porque eso siempre tiene aquí olor a ultraderecha por una cuestión histórica", subraya Delle Donne. De ahí que, según este experto, AfD suela adueñarse del debate cuando se trata de discutir públicamente la identidad nacional. Algo parecido ocurre con la inmigración, otro de los temas a los que mayor relevancia ha dado Vox hasta ahora en España.

A Santiago Abascal se le oía en la célebre reunión de Vox del Palacio de Vistalegre ironizar con orgullo por los motivos por los que a los responsables y seguidores de su partido se les llama "fachas". No hay complejos en Vox a la hora de afirmar el orgullo patrio. Tampoco en hablar de las etapas más oscuras de la historia española. Así, hay en Vox quien considera que el franquismo no fue una dictadura. Entre las propuestas de Vox figura la derogación inmediata de la Ley de Memoria Histórica.

A su manera, en AfD también hay quien se rebelan contra la cultura germana de la memoria histórica. Ésta, en Alemania, pone especial hincapié en los horrores del nacionalsocialismo. No son todos, pero hay prominentes figuras del partido que se han manifestado a favor de mirar la historia con otros ojos. De ahí, aquella expresión de Alexander Gauland, el líder de AfD en el Bundestag, según la cual "Hitler y los nazis son una cagada de pájaro en los más de 1.000 años de exitosa historia alemana". Que a los políticos de AfD se les suela etiquetar como los nazis de la política actual tampoco ha mermado a esta formación. Y eso que a Gauland se le ha llegado a llamar el "Hitler-light".

Vox y AfD, fuertes en internet

Pese a su particular relación con la historia, tanto Vox como AfD son partidos muy de su época. Sin grandes apoyos mediáticos, ambas formaciones han sabido hasta ahora comunicar sus mensajes a través de internet. Otra de las similitudes que ve Hansel entre ambos partidos es su capacidad para comunicar sin necesidad de pasar por los canales tradicionales en los que suele expresarse la política. "Ambos somos fuertes en Internet", reconoce Hansel. 

En Francia, el Frente Nacional no necesitó de internet ni de redes sociales para colocar a Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2002. Otra historia fue cómo llegó a disputar Le Pen la segunda vuelta a Emmanuel Macron el año pasado.

Precisamente por la manera en la que Macron se impuso en esa cita con las urnas y en cómo su partido, La República en Marcha, arrasó en las elecciones legislativas, la formación de Le Pen se mueve en un panorama político distinto a los que conocen AfD y Vox. En Francia, las fuerzas políticas tradicionales -ya sean conservadoras o socialistas- ocupan un papel marginal en la Asamblea Nacional. El partido de Macron cuenta con 309 de los 577 diputados de la Cámara. 

En Alemania, la conservadora Unión Cristiano Demócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel y el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) aún dominan en el Bundestag. Eso sí, con AfD como primera fuerza de la oposición. En España, el poder de PP y PSOE languidece a la espera de una convocatoria de elecciones generales. En vista de los resultados de Andalucía, en Berlín ya los hay que apuestan por Vox.

"Es fascinante el éxito de Vox. Ese partido va a cambiar los equilibrios de poder en España", concluye Hansel.