Nadie habla de Andalucía. Ni Susana Díaz se abstrae de que las elecciones que convocó por adelantado para evitar radicalmente una posible coincidencia con las generales son en realidad la primera prueba en una carrera de fondo por etapas. Primero su región, después las municipales y autonómicas... y a la vez que éstas, las europeas, un termómetro nacional que medirá la polarización de las posturas políticas. Porque el horizonte real son las generales, lleguen cuando lleguen.

Este domingo Ciudadanos y Partido Popular pusieron su mensaje fuerza en  señalar que o se les da la posibilidad de gobernar "o llegarán los radicales" a San Telmo, como en Madrid. Y el PSOE recordó que es "necesario" tener una "mayoría amplia" para evitar que "las derechas detengan y recorten los avances sociales".

El propio Pedro Sánchez, en el primer y probablemente único acto electoral que protagonizará con Díaz, habló en Chiclana más del "tren de las victorias socialistas" que "tiene su primera parada con Susana en Andalucía", antes de las elecciones de mayo, con triunfos socialistas en alcaldías y comunidades autónomas que de las políticas de la Junta.

Presumió de su plan para el Campo de Gibraltar, gestionado desde la Moncloa -lo aprobó el Consejo de Ministros el viernes con una dotación de casi 1.000 millones de euros- e incluso condicionó el bien para esa comunidad a que haya un Gobierno socialista en Madrid. Porque, dijo el presidente, cuando hay progresos y prosperidad en Andalucía es "cuando hay gobiernos socialistas en España y Andalucía".

Y Díaz, que decía querer hablar de su "tierra", olvidó mirar a la izquierda de Podemos que le puede arrancar votos y gastó su discurso en criticar a "las derechas" de Casado y Rivera por "eclipsar" a sus cabezas de cartel por la "competición personal" que tienen entre ambos.

Podemos, en segundo plano

Podemos estuvo en segundo plano: su líder, Teresa Rodríguez, no sólo ha borrado los círculos y el nombre de su cartel, para su aventura de Adelante Andalucía junto a Izquierda Unida, es que pasó el domingo enclaustrada en Cádiz para preparar el debate televisivo de este lunes. Eso sí, el líder de IU Andalucía, Antonio Maíllo, sí que salió a la palestra, en Benalmádena, para señalar "a los que vienen a Andalucía a hablar de Cataluña".

El caso es que la única voz autorizada de los socios del Gobierno socialista de Pedro Sánchez fue Pablo Echenique. En una entrevista a Catalunya Ràdio, el número dos de Pablo Iglesias insistió en que "sin Presupuestos Generales tendrá que haber generales anticipadas", aunque señaló "los tacticismos de los independentistas y de Sánchez" como culpables de que "puedan volver las derechas al Gobierno". Es más: advirtió del "escenario peligroso" que eso comportaría "porque son como Trump y Bolsonaro, cada vez más de extrema derecha".

Nadie habla de Andalucía, a pesar de que quedan menos de dos semanas para unas elecciones clave para la región con más paro de España: un millón de andaluces que quieren trabajar no pueden, es decir el 25% de su población activa, que alcanza el 47% en el caso del desempleo juvenil. Sólo Extremadura compite  con estas tasas tan graves.

Cs y PP: Díaz y Sánchez son lo mismo

Albert Rivera se subió al estrado en Cádiz este domingo, acompañado de Inés Arrimadas y el cabeza de cartel para la Junta, Juan Marín, pero se centró en que Susana Díaz es la candidata del PSOE, "aunque esconda el logo de su partido", y que ese PSOE lo lidera "alguien que es capaz de lo que sea por mantenerse en el poder".

Y que ese "lo que sea" puede ser hasta la "degeneración moral" de ser socio de los separatistas de ERC que el sábado "homenajearon a los maltratadores de Alsasua". Los portavoces de Esquerra en el Congreso, Joan Tardà y Gabriel Rufián, estuvieron en Pamplona aplaudiendo la carta de los abertzales que apalearon a dos guardias civiles y a sus parejas hace dos años en la localidad navarra: "Y nos llamaron perros por ir a Alsasua a defender el país en el que creemos".

Es decir, que Díaz es lo mismo que Sánchez y que el 2-D "hay que elegir, o constitucionalismo o sanchismo".

La misma estrategia siguió Pablo Casado en el mitin del PP en Algeciras. Junto a Juanma Moreno, su candidato para el palacio de San Telmo, el líder del PP levantó la bandera andaluza pero se hizo la foto con la española. Y arremetió contra el presidente del Gobierno por dirigir "más un consejo de administración que de ministros", debido a las empresas, tapaderas y sociedades instrumentales que tienen varios miembros del Gabinete para comprarse "casoplones".

Y es ahí donde el presidente popular entiende que Susana Díaz -cuyo "régimen es corrupto y chantajista", dijo como concesión argumental a a la cita con las urnas del 2 de diciembre- "se avergüenza" de su secretario general y presidente del Gobierno y "por eso esconde las siglas del PSOE".

Nadie habla de Andalucía porque lo que se juega es la primera batalla desde que Sánchez es presidente del Gobierno y hay un nuevo líder en el PP, Pablo Casado. Porque el socialista se empeña en mostrar a populares y ciudadanos como dos partidos que tratan de sumar para hacer en Andalucía lo que han hecho durante dos años en España, "paralizar y recortar".

Y mientras los estrategas del PP luchan contra el posible sorpasso de Ciudadanos, que éstos dan por descontado ambos partidos de centroderecha compiten por ser quien empuja más a la presidenta en ejercicio a la foto de Sánchez e Iglesias: un Gobierno del PSOE apoyado en populistas, como Podemos, y separatistas con los que se negocia "el pacto de la cárcel".