La España que dibuja el CIS en su barómetro de octubre es un país absolutamente contradictorio. Todos los índices de bienestar van a peor, en opinión de los ciudadanos, y sin embargo el Gobierno y sus socios se disparan en intención de voto.

La situación económica general de España es calificada de "mala" o "muy mala" por el 55,2% de los españoles, esto es, seis puntos más que en el sondeo de septiembre (49,1%) . También en la valoración de la "situación económica personal" se detecta un deterioro, al crecer más de un punto el pesimismo: del 20,3% se pasa al 21,4%.

La negatividad vuelve a aflorar al preguntar por la situación política del país. Un nada desdeñable 63,8% ya la calificaba en septiembre de "mala o muy mala". Ahora ese porcentaje se ha desbocado hasta el 73,4%.

Mayor preocupación

Pero el CIS también detecta un aumento significativo de la preocupación de los ciudadanos en relación a la clase política, de la que sus gobernantes son parte primordial. Crece más de cinco puntos, por ejemplo, la inquietud por la corrupción y el fraude (30,5%); y casi nueve, la desconfianza hacia los partidos y sus representantes (27,8%). 

¿Es creíble que con estos datos el PSOE alcance el 31,6% en intención de voto y una ventaja histórica sobre el PP de más de 13 puntos? Difícil si tenemos en cuenta que sólo un 13,2% de los españoles, según el propio barómetro, aprueba la gestión del Gobierno socialista, por un 39,5% que la ve regular y un 49% que la considera directamente mala o muy mala.

Pero la credibilidad del estudio queda aún más en entredicho al verificar que el 72,5% tiene "poca" o "ninguna confianza" en el presidente Sánchez. La pregunta surge sola: ¿es España masoquista?