La dirección nacional del Partido Popular va a aprovechar las dos dimisiones en menos de 48 horas de Cristina Cifuentes para intervenir la federación madrileña. La cúpula de la formación conservadora lleva días trabajando en el relevo de la ya expresidenta de la Comunidad de Madrid, pero su salida también de la dirección del partido ha acelerado los trámites. El entorno de Mariano Rajoy reconoce que su objetivo ahora es tomar "el control del PP de Madrid" colocando a "gente de nuestra máxima confianza".

Con esta premisa encima de la mesa, el plan de Génova pasa por implantar una gestora hasta que se celebre un cónclave donde se renueve, "por fin", la federación madrileña. Juan Carlos Vera, que ya dirigió la campaña de Cristina Cifuentes en las elecciones de 2015, veterano fontanero del partido, es uno de los que más gusta para asumir este tiempo de cambios.

La mayor parte de los miembros del PP madrileño se resiste a la intervención de Génova y apuesta porque sea Ángel Garrido el sucesor natural de Cifuentes, incluso aunque Rajoy lo aparte para poner otro candidato en 2019. Los fieles de la expresidenta recuerdan que su delfín es un "hombre que tiene la Comunidad de Madrid y el partido en la cabeza", "incapaz de desobedecer lo que le manden".

Evitar otro caso Aguirre

Este plus de Garrido es "insuficiente" para la dirección nacional, que busca arrinconar al cifuentismo para evitar "los mismos errores que cometimos con Esperanza Aguirre". La expresidenta dimitió en 2012 del Gobierno autonómico pero se quedó al frente del partido. Casi tres años después y con el poder de ser la presidenta del feudo más importante del PP, exigió a Rajoy ser la candidata para Madrid y medirse con Manuela Carmena. Aguirre consiguió ser la más votada, pero la filtración de su declaración de la renta unos días antes de la cita electoral la terminó convirtiendo en líder de la oposición. El Partido Popular perdía el Ayuntamiento de Madrid por primera vez en más de dos décadas.

Con la salida fulminante de Cristina Cifuentes de la vida pública, la dirección nacional del PP trabaja contrarreloj para intentar frenar la sangría de fieles que se sintieron verdaderamente indignados por el escándalo del máster. Verla robando dos cremas en un supermercado fue la gota que colmó la paciencia del aparato nacional, que creyó que ya no podía alargar más aquella agonía diaria.

De momento, nadie va a pedir a Cifuentes que renuncie a su acta de diputada rasa en la Asamblea de Madrid, el único cargo público que le queda. Es una "decisión personal", alegan. Al menos mientras no esté imputada en ningún caso que le persigue. Tampoco está claro que la exjefa del Ejecutivo madrileño "aguante" un año más en la Asamblea de Madrid. Es una decisión personal, que ella misma está meditando en estos momentos.

Los 36 días más largos de Cristina Cifuentes

Una carta dirigida a Cospedal

Tras abandonar la Real Casa de Correos el miércoles, Cifuentes decidió renunciar también a la presidencia del PP madrileño el viernes por la tarde. Lo hizo a través de una carta dirigida a la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, no a Mariano Rajoy. Un detalle que desvela que las formas con las que el líder del PP le ordenó que lo dejase no le gustaron demasiado.

En su carta de despedida, la madrileña agradece personalmente a Cospedal, su "amiga", que hay sido su principal defensora durante el agónico mes que ha durado su caída desde lo más alto. Cifuentes pidió a la 'número dos' del PP que trasladara su renuncia "irrevocable" al presidente, cuyo "respeto, aliento y cariño" asegura haber sentido en todo momento.

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