"Quien gane en Vistalegre 2, se quedará con el control de Podemos". "El que pierda, tiene que pasar a segunda línea o marcharse". "Digan lo que digan, el partido está roto en dos". "Solo puede quedar uno". Estas frases son las que estos días pronuncian entre bastidores algunos dirigentes de Podemos. Aunque todos hablen de caminar juntos tras el cónclave y aunque haya una tercera corriente, la de Anticapitalistas, que puede resultar decisiva en el futuro, es innegable que la segunda Asamblea Ciudadana de Podemos se ha planteado, dentro y fuera del partido, como un combate entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, dos viejos amigos cuyos lazos personales, no solo los políticos, están hechos añicos. Hay dudas sobre quién ganará. Lo único seguro es que no habrá tándem entre ellos después del cónclave. 

El propio Iglesias remarcaba este viernes, a 24 horas del congreso de Podemos, que su formación "no puede ser una cosa de dos, no puede ser cosa de un tándem, tiene que ser una orquesta con más voces". "Lo que desean los inscritos es que Podemos sea mucho más coral", insistía. Una respuesta contundente a uno de los ejes de campaña de Errejón: la defensa de su "tándem" -cartel incluido- con Iglesias. Además, el líder del partido de los círculos volvía a dejar en el aire que su número dos vaya a continuar como portavoz parlamentario. 

El último asalto

Este sábado y domingo en el Palacio de Vistalegre de Madrid se vivirá el último asalto de una larga pelea. Es el mismo escenario donde hace tres años, en la Asamblea Constituyente, Iglesias y Errejón fueron una pareja que parecía inseparable y que aplastó a sus oponentes internos. Ahora, su pugna es encarnizada por hacerse con el control de Podemos. 
Los discursos públicos apelan a la unidad tras el combate y niegan que vaya a haber cualquier tipo de purga posterior porque del cónclave saldrá una dirección plural. En privado todos, aunque unos con más virulencia que otros, admiten que nada volverá a ser igual tras esta Asamblea Ciudadana. Demasiados vínculos afectivos rotos. Demasiadas diferencias políticas y estratégicas. Unos y otros se responsabilizan del desastre, pero, como en todas las guerras, tal vez todos sean culpables y ninguno sea inocente. Tras Vistalegre 2, habrá no pocas bajas, sean de un bando o de otro. 

Los golpes bajos

El abismo entre los principales pablistas y errejonistas ha crecido sobremanera durante el último año. De una organización jerárquica y unida se ha pasado a un partido con dos mitades que han protagonizado una suerte de guerra civil. La división ha ido aumentando hasta desembocar en este cónclave a cara de perro entre Iglesias y Errejón. La campaña electoral interna de la última semana ha sido un penúltimo asalto muy duro para ambos contendientes.
Unos y otros consideran que han recibido golpes bajos como la utilización del famoso cartel publicitario, los durísimos ataques al equipo de Iglesias, la filtración sobre el futuro de Errejón como posible candidato a la alcaldía de Madrid o la amenaza de dejar el escaño por parte del líder. Golpes, todos ellos, difíciles de olvidar para quienes los han recibido. 

¿Habrá KO o sorpresa a los puntos?

Más allá de las acusaciones, reproches y trampas dialécticas propias de un combate tan agresivo, los afines a Iglesias y los cercanos a Errejón se han dejado la piel pidiendo el voto a los 456.000 inscritos. Más de 130.000 habían votado este viernes. Y el resto aún puede hacerlo hasta este sábado. Por ahora, el secretario general ha pronosticado una victoria holgada, por KO, mientras el secretario político ha sido más cauto pero ha celebrado los datos de participación, como si esperase dar la sorpresa a los puntos.
El domingo, a la hora de comer, cuando se conozcan los resultados, solo uno de los combatientes quedará en pie. La duda es si el ganador abrazará al perdedor -como correspondería entre dos amigos- o si no habrá piedad para el enemigo. 

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