El PSOE ha entrado en modo alea iacta est. Los socialistas se preparan para una nueva y, en teoría, definitiva batalla por el control del partido que determinará si el PP repite en el Gobierno, se intenta una investidura alternativa o se convocan nuevas elecciones. A cuatro días de las elecciones gallegas y vascas, tras las que quedará como máximo un mes de plazo para fijar una nueva investidura, la suerte parece ya echada.

Pedro Sánchez convocará para el 1 de octubre, el sábado siguiente a las elecciones, una nueva reunión del Comité Federal, el máximo órgano socialista entre congresos. Reúne a dos centenares de dirigentes y es el que fija las líneas maestras de la política del PSOE, por lo que puede respaldar una abstención ante el PP o que se intente un Gobierno alternativo. La fecha se asumía como muy probable por dirigentes cercanos y distanciados de Sánchez. La noticia fue adelantada por la Cadena Ser y rápidamente confirmada a este periódico por portavoces del partido.

¿Por qué confirma Ferraz la convocatoria de un Comité Federal en plena campaña y con más antelación de la necesaria? Si el equipo de Sánchez reprochó a los dirigentes autonómicos que criticasen a su líder en las semanas previas al 25-S, ¿por qué introduce otra distorsión en la campaña, a tan pocos días de que concluya?

En estos compases de espera hasta las elecciones vascas y gallegas, donde el PSOE puede sufrir un fuerte retroceso, la respuesta hay que buscarla en lo que puede ocurrir a partir del momento mismo en el que se conozcan los resultados. Es ahí donde el alea iacta est (la suerte está echada) se convierte en morituri te salutant (los que van a morir te saludan).

El plan de los barones

Fuentes cercanas a los presidentes autonómicos críticos con Sánchez aseguran a EL ESPAÑOL que la operación para relevar a Pedro Sánchez ha sido sellada, acordada por la mayoría de los dirigentes clave y que cuenta con los 19 miembros de la Ejecutiva socialista necesarios para destituir inmediatamente a Sánchez.

Los estatutos del PSOE prevén la convocatoria de un congreso extraordinario tras la dimisión de "la mitad mas uno" de los miembros de la Ejecutiva Federal, que cuenta con 36 miembros. En la práctica, la renuncia de la mayoría de sus miembros supone la creación de una comisión gestora y la fulminación sin vuelta atrás del secretario general.

El Comité Federal puede destituir también a Sánchez, pero los barones críticos tienen prisa. Temen que este lunes, tras los resultados electorales, Sánchez anuncie que se postula como candidato a la investidura o incluso exhiba algún esbozo de acuerdo con otras fuerzas, con las que ha estado en contacto estas semanas. Si los barones no actúan antes del nuevo movimiento de Sánchez, no podrían hacerlo después, sostienen las mismas fuentes.

“Pedro nunca ha asumido los resultados electorales. Nunca. Y este domingo, cuando Feijóo vuelva a ganar por mayoría absoluta y pasemos a la irrelevancia en Euskadi, como dicen todas las encuestas, tampoco lo hará”, explica un dirigente crítico.

La bala en la recámara de Sánchez

Sin embargo, si Sánchez transmite la sensación de que, esta vez, su investidura sí es posible, los resultados quedarán en un segundo plano y muy pocos podrían permitirse justificar ante la militancia una decapitación preventiva. Al fin y al cabo, estarían asesinando políticamente a un candidato socialista a la investidura, al que Podemos y otros partidos dicen estar dispuestos a apoyar. Y todo para que probablemente el que siga en la Moncloa sea Mariano Rajoy. Si los barones no actúan de inmediato, seis días después se verían así obligados a terciar en un debate muy diferente: autorizar a Sánchez a intentarlo de nuevo y con qué líneas rojas en la negociación.

“La estrategia está armada y podría empezar a ponerse en marcha desde la misma noche del domingo. Todo con tal de evitar que Pedro maniobre, siga al frente y nos hunda aún más”, explica una fuente al corriente de la operación.

No todos los barones están de acuerdo con esta fórmula, un auténtico botón nuclear sin precedentes en el PSOE. Algunos creen que es mejor debatirlo en el Comité Federal. “Es el máximo órgano entre congresos y la responsabilidad de la decisión se diluiría”, explican las mismas fuentes.

A ellos va dirigido especialmente la convocatoria de este miércoles. El equipo de Sánchez cree que en el PSOE, el que resiste, gana. Y si el secretario general se hace fuerte frente a la presión y siembra las dudas en el bando rival, Díaz volverá a quedarse en la barrera y toda la operación se vendrá abajo.

Los pros y contras de destituir a Sánchez

La destitución de Sánchez por la vía de la Ejecutiva tiene algunas ventajas para los críticos. La primera es que es inapelable. Descabezaría el partido de una manera escrupulosamente respetuosa con sus estatutos. Sánchez no tendría más remedio que marcharse y no podría ni convocar una consulta a la militancia en busca del refrendo que no encuentra en sus detractores con peso institucional. Sin Sánchez, la gestora que saliese de esa decisión no podría liderar una investidura y, en cambio, sí tendría más fácil justificar una abstención para que gobierne el PP. Una vez la legislatura echase a andar, los socialistas tendrían tiempo suficiente para poner en orden su casa y hacer oposición a un Gobierno en minoría.

La marcha de Sánchez tiene también muchos inconvenientes. Aunque sea conforme a los estatutos, sería visto como un golpe de Estado encubierto ante un líder que ha ido ganando apoyos entre la militancia, incluso pese a que siga sin convencer a una mayoría de votantes. Se ha hecho en el ámbito regional, pero nunca en el federal, por lo que el estruendo sería inaudito y los responsables serían fácilmente identificables. Si a la destitución sigue la abstención para que Rajoy gobierne, la presión de Podemos sería intensísima y el electorado de izquierdas podría dar aún más la espalda a los socialistas. Todo ello, salvo que del nuevo congreso emerja un liderazgo indiscutible y capaz de hacer olvidar unos cuchillos largos que pasarían ya a ser Historia política de España.

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