El martes 20 fue el día elegido por Pablo Iglesias para dar el primer, y único, mitin de campaña gallega. El 14 de septiembre, en el ecuador de la campaña, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, acudía a Vigo para respaldar a su candidato, Xoaquín Fernández Leiceaga. Y mañana, viernes 23, el PP cerrará las dos semanas de andadura hacia las elecciones en la mayor aglomeración de personas de la comunidad autónoma y una de sus favoritas.

Todos quieren pasar por Vigo, el hogar de Martín Códax y de Torrente Ballester, de la marea celeste y de las grandes conserveras. Esta campaña electoral está siendo el enclave que no se le resiste a ninguno de los partidos, que programan sus agendas y sincronizan sus relojes para orquesta sus principales actos, con todos los protagonistas, en la ciudad de la Reconquista.

¿Vigo es de Caballero?

El alcalde de Vigo, Abel Caballero, durante una rueda de prensa EFE

Este miércoles el candidato socialista Xoaquín Fernández Leiceaga tenía el primer acto del día en Vigo. Hasta allí se desplazó con los suyos a una reunión con el Círculo de Empresarios, en uno de los más importantes edificios de la ciudad. Lo hizo solo. A Abel Caballero, barón de renombre, verso suelto socialista y alcalde de Vigo, se le pegaron las sábanas y dejó al PSOE desangelado, una vez más, en la ciudad que el partido gobierna desde hace dos legislaturas. 

Vigo fue fundada por marineros. Se construyó hacia arriba desde el mar, con las casas escalando hasta el monte del Galiñeiro, subiendo por Gran Vía y Gregorio Espiño. La urbe funciona a su antojo y de igual modo le sucede a sus habitantes cuando tienen que ir a votar: actúan según como vengan dadas las circunstancias. Vigo vive desde hace ocho años bajo el mandato de Caballero, que mantiene una lustrosa mayoría absoluta y gobierna a placer la principal ciudad gallega. Las cosas cambian cuando hay otros asuntos en juego.

Tanto en las elecciones del 20 de diciembre como en las del 26 de junio los socialistas se quedaron las dos veces como tercera fuerza más votada. Esa diferenciación del voto urbano, que se decantó el 26 de junio por el PP como fuerza más votada en la ciudad, es uno de los aspectos que están marcando la campaña.

A su vez aparece el conflicto entre los socialistas gallegas. Abel Caballero, descontento con el modo en que se desarrolló la elección de candidatos para las listas a la Xunta de Galicia, desprecia los actos electorales del candidato de su partido. No obstante, varias veces a la semana se está viendo a los socialistas acercarse a los dominios de Abel Caballero. Con ello pretenden mantener la agenda y sostener, como pueden, al partido en una ciudad que solo en las elecciones municipales entiende de socialismo. El resto del tiempo, baila al son de los sondeos de las generales, de las autonómicas, y de las que cuadren.

Feijóo y la legislatura viguesa

Y Galicia le dio nietos a 'la Sira', la madre de Núñez Feijóo

El PP quiere salvaguardar el voto de los vigueses que les apoyan con el cierre de campaña de mañana en la ciudad olívica. Vigo es una ciudad que no les pertenece desde hace bastante tiempo, pero que han hecho suya a lo largo de la campaña y en las dos últimas elecciones generales. Mariano Rajoy, a quien la campaña le ha venido como anillo al dedo para despejarse con los aires de su tierra de las intrigas madrileñas, cerrará la campaña con el puente de Rande en la retina.

Habitualmente, el PP no lo ha tenido fácil en la urbe más importante del sur de la comunidad. Hace años que el partido no tiene un referente de peso en la ciudad, y más tiempo todavía desde que la gobernaron durante un período alargado de tiempo. Muy lejos quedan los tiempos de Corina Porro. Cuando Núñez Feijóo nombró a Elena Muñoz, su conselleira de Hacienda, como candidata para la Alcaldía de la ciudad en las pasadas elecciones municipales, el golpe se oyó al otro lado de la ría. El PP pasó en Vigo de tener 61.616 votos en 2011 a los 28.874 de las últimas elecciones en la ciudad. Sólo eran siete concejales.

Pese a ello, hay quien apunta a Vigo como el lugar en el que más ha centrado Feijóo su legislatura. Las continuas peleas con Abel Caballero por la nueva depuradora proyectada para la ciudad (la financiaron con 120 millones; está en fase de pruebas), por el nuevo hospital de Vigo, el proyecto de una Ciudad de la Justicia, un gigante horizontal erigido en las afueras de la ciudad que no ha hecho que traerle más que problemas (su conselleira de Sanidad dimitió el año pasado por las irregularidades en la puesta en marcha del complejo hospitalario)... Proyectos vistos con buenos ojos por unos y con no tan buenos por parte de otros. El alcalde de la ciudad nunca ha pasado la oportunidad de criticar la gestión de Feijóo. Es un hecho: Vigo ha marcado la agenda política los últimos cuatro años. 

En Marea contra En Marea

Beiras, referente del nacionalismo gallego, escucha a Luis Villares en un mitin EFE

Queda ver el resultado de Luis Villares, el candidato de En Marea, se llevará de la ciudad más socialista de Galicia. Entre el 20 de diciembre y el pasado 26 de junio En Marea pasó de 58.000 votos a 50.000. Es el lugar en el que, de forma paradigmática, quedó reflejado en Galicia cómo las rencillas internas de Podemos con los representantes de En Marea acabaron pasando factura a los dirigentes del partido. Allí vieron cómo se esfumaban más que un buen puñado de votos que les alejaba de la primera plaza que ocupó el PP en la ciudad. 

Ahora tratan de volver por sus fueros, y por eso el acto principal de la campaña fue programado con Pablo Iglesias allí, y no en otro lugar. Tanto el partido morado como sus socios de cama quieren evitar que se repita el resultado del pasado 26 de junio. Quieren que Vigo se convierta, como muchas otras ciudades de la costra atlántica, en el paradigma del sorpasso al PSOE gallego. Primero subirse a sus barbas. Después, pactar con ellos.

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