El 14 de marzo de 2020, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció  públicamente para anunciar el decreto del estado de alarma en España. Un año después, el país tiene un "horizonte claro": "2021 será el año de la vacunación y la recuperación".

En los últimos 12 meses, la pandemia ha cambiado la vida de los ciudadanos tanto que la "normalidad" previa parece casi un espejismo a la luz de cómo se han transformado las costumbres, las prioridades, los miedos y la esperanza del futuro, que tiene nombre de vacuna.

"Desde hace un año luchamos contra el Covid-19. 2020 fue el año de la gran resistencia frente a la mayor calamidad en un siglo. Lo superamos con esfuerzo, sacrificio y una gran moral de victoria frente a la incertidumbre", ha escrito este domingo Sánchez en su perfil, retomando algunos de los eslóganes que ha usado durante estos meses. 

El presidente se ha mostrado convencido de que un año después de la pandemia se puede hacer frente al virus: "Hoy tenemos ya certezas gracias a la ciencia frente al virus. Y un horizonte claro de país: 2021 será el año de la vacunación y la recuperación. El año de la gran confianza y la gran esperanza en España".

Este aniversario coincide con un momento delicado en la gestión de la crisis sanitaria ya que, aunque en las últimas semanas se ha suavizado la incidencia de la tercera ola, la proximidad de la Semana Santa ha empujado a un endurecimiento de las restricciones de movilidad para evitar un mal repunte y un nuevo choque con Madrid.

La vuelta a un confinamiento como el vivido en marzo, que se prolongó durante tres meses, se percibe cada vez más difícil aunque la normalidad previa sigue percibiéndose lejana. La convivencia con el virus ha provocado que medidas como el toque de queda nocturno, activado desde octubre, esté ahora plenamente asumido.

Las relaciones sociales, los horarios y costumbres de los españoles han cambiado. Jornada a jornada, a lo largo de 365 días, las cifras se han ido impregnando e incluso diluyendo en esta vida que el presidente del Gobierno definió como "nueva normalidad".

Cifras

Cuando se activó el primer estado de alarma habían muerto en España 288 personas, 152 en un solo día; los datos recogidos el pasado viernes computan 173 fallecidos en 24 horas. Los fallecimientos contabilizados oficialmente se ha multiplicado hasta los 72.258. Los contagios eran cerca de 8.000 personas antes del confinamiento y ahora llegan a los 3.183.704 infectados, eso sí, con una capacidad mucho mayor de detección de la enfermedad.

Las residencias fueron desde el primer momento el gran agujero negro de la pandemia, que se cebó con sus usuarios, mientras las autoridades centraban sus primeros esfuerzos en recomponer las infraestructuras hospitalarias ante el reto que se avecinaba, y que ya habían visto bastante cerca, en Italia.

El aluvión de enfermos en las UCI, donde permanecían ingresados mucho más tiempo que con otras patologías, amenazaba con colapsar los hospitales. No solo faltaba espacio, también material urgente, sobre todo respiradores, mascarillas, y equipos de protección.

El sistema sanitario se ha adaptado, con mayor o menor éxito, a las exigencias de la pandemia, sin faltar polémicas por la falta de pruebas diagnósticas PCR suficientes, pero los usuarios ya se han acostumbrado a las consultas telefónicas y a acudir solo a los centros sanitarios cuando sea imprescindible.

También ha cambiado, y mucho, el modo en que se ha afrontado la crisis sanitaria desde las instituciones, desde un Gobierno que gracias a la activación del estado de alarma gozó de un poder nunca antes ejercido en democracia hasta un complejo ensamblaje de "cogobernanza" que hace que el peso de las decisiones descanse en las autonomías, aunque dentro de unos márgenes comunes.

El Consejo Interterritorial de Salud es el órgano donde deben pactarse las medidas, principalmente las referidas a movilidad, donde nunca faltan tensiones por la abierta discrepancia de algunos gobiernos autonómicos, como el de Madrid, que se niega a cerrar su territorio.

Con todo, los esfuerzos de las autoridades siguen centrados en sujetar la curva de contagios e impulsar la vacunación masiva, en un proceso que avanza lentamente, sometido a frenazos por los vaivenes del suministro por parte de las farmacéuticas.

Un año después no hay una, sino tres vacunas disponibles en España (Pfizer/Biontech, Moderna y AstraZeneca), todas adquiridas por la UE, en abril llegará la de Janssen, con la ventaja de que solo requiere de una dosis para lograr la inmunidad completa, y en los próximos meses se esperan otras en el mercado.



El objetivo del Gobierno es tener inmunizado al 70% de la población en verano, pero las vacunas disponibles por ahora requieren dos dosis separadas, y la oposición advierte que al ritmo actual de vacunación este objetivo puede resultar inalcanzable.

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