Mariano Alonso Alberto D. Prieto

Sánchez afronta 2021 como un año de reformas, y no menores. El presidente pretende abrir dos importantes melones en los ámbitos institucional y económico: el impulso de una nueva Ley del Rey y la reforma de las pensiones. Ambas son espinosas y tienen la particularidad de que son dos materias en las que la discrepancia con su socio de coalición, Podemos, es más profunda. Ésta es la clave de por qué el presidente cambiará su pacto con Pablo Iglesias, si no en la letra sí en las formas: lo adecuará a las "circunstancias".

En la rueda de prensa de balance del año tras el último Consejo de Ministros de 2020, el jefe del Ejecutivo dejaba clara también su intención de que en 2021 su Gobierno culmine una reforma en profundidad de la Justicia.

Y eso incluye la modificación del delito de sedición que tiene una indudable lectura política en año de elecciones en Cataluña, y que Sánchez presentaba como la necesidad de "actualizar" el Código Penal para que, afirmaba, "lo homologuemos con el resto de países europeos". 

Sánchez e Iglesias, durante el último Consejo de Ministros de 2020. EFE

En cuanto a la norma que regularía la Monarquía, y en la que como adelantó EL ESPAÑOL ya trabajan Zarzuela y Moncloa, Sánchez proclamaba su intención de ir "paso a paso" instando a los ciudadanos a que aguarden: "Ya irán conociendo cómo se materializa esa hoja de ruta que señaló el Rey Felipe VI de renovación de la Corona, en cuanto a la transparencia y la ejemplaridad". El presidente aprovechaba la ocasión para elogiar el mensaje de Nochebuena de Don Felipe, que calificaba de "valiente".

El Monarca afirmó, en clara referencia a su padre, el Rey Emérito, que "los principios éticos nos obligan a todos" y están por encima de "los lazos familiares". Nada que convenciera a Podemos, que volvió a arremeter con dureza contra el Jefe del Estado, al que acusa de encubrir las irregularidades financieras de Juan Carlos I

"Clave de bóveda"

Sobre las pensiones, a las que se refería con un enfático gesto manual como la "clave de bóveda del estado del bienestar", Sánchez confía en que se pueda acometer una reforma del sistema con un gran acuerdo. Un pacto de Estado del que nadie se descuelgue y que no afecte a la supervivencia del Gobierno de coalición.

Las bases del mismo estarían en las recomendaciones del Pacto de Toledo aprobadas recientemente por el pleno del Congreso. Entre ellas el aumento efectivo de la edad de jubilación hasta la edad legal, situada en los 67 años a partir de 2027.

Sánchez asegura que reformará el sistema de pensiones.

Sánchez se refería a la negociación que ya está teniendo lugar entre José Luis Escrivá y los agentes sociales, pero nada decía de la propuesta planteada por el ministro de Seguridad Social -uno de los miembros del Ejecutivo más distantes ideológicamente de Podemos- sobre aumentar a 35 los años con los que se calcularía la futura pensión.

La idea no es del agrado ni de los de Pablo Iglesias ni de los sindicatos y se vislumbra, por tanto, como uno de los principales caballos de batalla para llevar a buen puerto la reforma. Haciendo oídos sordos a las quejas moradas, Sánchez ha encargado a Nadia Calviño, vicepresidenta económica, que mantenga el mensaje, a Escrivá que negocie con sindicatos y empresarios porque el compromiso quedó reafirmado: "No es un desafío menor, pero lo vamos a hacer, es necesario para asegurar el futuro del sistema de pensiones". 

Broncas

Menos importancia daba Sánchez a una de las grandes iniciativas legales que promueve Podemos, como es la Ley de Libertad Sexual, mencionada apenas de pasada en su discurso de balance.

La norma impulsada por la ministra de Igualdad, Irene Montero, y conocida como la del "sólo sí es sí" provocó la primera gran bronca del Ejecutivo de coalición. Fue en marzo... y desde entonces no se ha vuelto a saber de ella.

Este periódico ha podido confirmar en fuentes gubernamentales que no sólo en marzo, sino a la vuelta de verano de nuevo, se ha tenido que reescribir de arriba abajo tras las salvedades presentadas por Justicia y la Vicepresidencia primera, Carmen Calvo, a la que se le retiraron las competencias de Igualdad por mor del acuerdo de coalición.

Iglesias insinuó que los reproches del ministro Juan Carlos Campo se debían a prejuicios "machistas". Lo cierto es que tiene un difícil encaje jurídico y de momento aparece desde hace 10 meses opacada en la agenda gubernamental.  

Adaptarse o "romper platos"

Hace poco más de un mes, este periódico publicó una información en la que fuentes de Moncloa anunciaban que en 2021 "se romperían los platos" entre PSOE y Unidas Podemos. El hartazgo del equipo presidencial con la "deslealtad" de Podemos hace que la aprobación de los Presupuestos vuelva menos imprescindible el concurso de Iglesias y los suyos: el presidente tiene asegurada su permanencia en el cargo y ya podrá jugar, si lo ve necesario, a "otras mayorías".

Lo cierto es que ya lo intentó con Ciudadanos en verano, negociando con los de Inés Arrimadas las cuentas públicas hasta que el partido liberal se fue de la mesa. Pero el acercamiento a Cs tenía como objetivo contentar a Bruselas y dar confianza a los empresarios en el contexto de la pandemia. Un empeño que sigue vigente en el entorno del presidente. 

Los ministros del PSOE tienen el encargo de adaptar sus compromisos del acuerdo de coalición a la crisis sanitaria y socioeconómica. Y eso solivianta al ala morada del Ejecutivo. Fuentes de Unidas Podemos en el Gobierno anuncian a este diario "más conflictos" e incluso filtraciones a la prensa si los socialistas siguen "trabajando en contra de lo firmado".

"Las formas de Iglesias pueden ser las que sean, pero nunca exige nada que no esté firmado", recuerdan al tiempo que señalan las declaraciones de Calviño negando la derogación de la reforma laboral, "que está firmada". O las de Escrivá impulsando una subida a 35 años del periodo de cotización de las pensiones, "un recorte no tendría cabida en el pacto de Gobierno ni en el de Toledo". O los lamentos contra la política migratoria de Marlaska...

Noticias relacionadas