Joe Biden era el favorito pero su llegada a la Casa Blanca bien puede representarse mejor con un suspiro de alivio por la salida de Donald Trump que con una fricción de manos visionaria de un futuro prometedor.

Ambos candidatos prometían un "nuevo" Estados Unidos y, aunque el del demócrata sea más cercano a la hoja de ruta española, hay asuntos de fondo que seguirán avanzando indistintamente y cuya proyección, irremediablemente, cruzará el charco. "EEUU es un país sistémico y lo que ocurra, nos afecta a todos", resumía este jueves la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.

Quienes saben del funcionamiento de las relaciones bilaterales entre España y EEUU coinciden en que la llegada de Biden al Despacho Oval es la mejor noticia entre las posibles para los intereses de Madrid pero huyen de triunfalismos. "El margen de maniobra que tendrá para hacer cambios será limitado. La sustancia en la política no cambiará, pero en cuestión de liderazgo, de estilo, sí", resume Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Burgos.

Cooperación militar

Aún así, España tiene cerrada su agenda y el primer punto versa sobre la renovación de los acuerdos militares. El próximo mes de mayo finaliza el compromiso recogido en los llamados Pactos de Madrid y aún está por ver cómo afectará la próxima alianza a la presencia militar estadounidense en España. 

Las bases de Morón y Rota, de soberanía española pero cogestionadas con los americanos, son de extrema importancia para ambos países. Al Gobierno español le interesa mantener a los cerca de 10.000 militares y civiles repartidos entre ambos recintos por su impacto defensivo y económico y a los estadounidenses, seguir contando con estos espacios, en los que su actuación trasciende de las misiones de la OTAN.

Un desfile de tropas estadounidenses y españolas en la base naval de Rota (Cádiz). EE

Con la victoria de Biden se da por hecho que el acuerdo, vigente desde 1953, se mantendrá, pero queda el aire la posibilidad de que se fortalezca o debilite. Ambas opciones pueden derivar en problemas para el Ejecutivo español: por un lado, un aumento de tropas podría generar discrepancias en la coalición de Gobierno; por el otro, una hipotética disminución tendría un notorio impacto económico.

Tanto para Joe Biden como para Pedro Sánchez, la opción podría ser, por tanto, mantener el statu quo y que todo continúe, al menos, como hasta ahora, pero este asunto puede jugar un papel decisivo para España. En un momento en el que el tablero de la geopolítica mira cada vez más hacia Asia, la relevancia militar de estas bases para EEUU puede ser un argumento perfecto para reivindicarse

"España tiene que jugar mejor sus cartas, ponerlas en valor. Tiene buscar una relación más especial con EEUU, porque es la pieza que conecta a los americanos con todo medio oriente", explica Ángel Saz, director del Center for Global Economy and Geopolitics.

Gasto en Defensa

En sus memorias, el exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Bolton, cuenta que, en una conversación telefónica con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, "Trump dijo que había heredado un desastre económico y que la OTAN era algo indignante. Se quejó de que España solo gastaba el 0,9% de su PIB en Defensa".

Margarita Robles.

Era 2018, pero, dos años después, el país sigue incumpliendo el compromiso pactado en 2014 en la Cumbre de la OTAN en Gales de llegar al 2%. La ministra del ramo, Margarita Robles, ha dicho que un aumento, desde menos de 1% actual, hasta ese umbral no es "realista", pero el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le ha puesto fecha: 2024.

En los Presupuestos Generales del Estado que presentó hace unos días el Ejecutivo de coalición, el gasto para Defensa aumenta un 4,6% respecto a 2019 hasta los 9.409 millones de euros, un incremento, no obstante, que "no llega a compensar hasta alcanzar el 2% del PIB", apunta Tovar.

Con la llegada de Biden a la Casa Blanca no se espera mayor novedad en este aspecto. "El asunto del gasto en defensa va a continuar, no es cosa de Trump, la presión va a seguir, otra cosa es que se vaya a hacer con otro tono", asegura este experto en la política exterior española y estadounidense.

Aranceles

En el terreno comercial, el pasado mes de agosto, el Gobierno estadounidense anunció que mantendría los aranceles que impuso a la Unión Europea en un 15% para los productos de aviación civil y un 25% para los demás, entre los que se incluyen el vino o el aceite.

Este choque, que ha provocado protestas entre los agricultores españoles y el disgusto del Gobierno, comenzó a raíz del conflicto por los subsidios que recibió el constructor aeronáutico europeo Airbus en detrimento de su rival estadounidense Boeing después de que la OMC resolviera en favor de Washington al dar luz verde para que impusiera gravámenes a productos de la UE y el Reino Unido.

Aunque hay quien aventura que la llegada a Biden va a atenuar estas políticas, hay también quienes se muestran reticentes. Tovar augura que Biden estará muy influenciado por el ala izquierda de los demócratas, defensora del proteccionismo, aunque eso no lo exime de tener "algún gesto" con sus aliados que apunte en esta dirección. Eso sí, en su opinión, "de ahí a un cambio de política hay mucho margen".

Saz, por su parte, considera que Biden será "mucho menos beligerante, menos caprichoso y no optará con tanta intensidad por las sanciones", pero, matiza: "El reajuste en estas políticas tardará en llegar, si es que acaba llegando". 

Biden como oportunidad

La Administración Biden se esboza, por tanto, entre incertidumbre, despejada casi únicamente de la hostilidad y el populismo que su antecesor en el Despacho Oval abanderó. Charles Powell, director del Real Instituto Elcano, anticipa dos escenarios posibles. 

En el primero, considerado el realista, la llegada del demócrata a la Casa Blanca no haría regresar los años dorados en las relaciones bilaterales con España, antes de la llegada de Trump o incluso de la Guerra de Irak, pero sí traería de vuelta la cordialidad, un trato "más correcto", "aunque superficial".

Reuters

Un segundo ideario, más optimista, plantea los próximos cuatro años como una oportunidad: una ocasión en la que vuelve la distensión para reforzar la relación transatlántica y mejorar las instituciones internacionales.

De cualquier forma, el experto augura que la relación con Biden "será doméstica". "Mirará hacia adentro. Sus objetivos pasan por reconstruir EEUU y coser las fracturas sociales".

"Obviamente vamos a estar más cómodos con él que con Trump, es un tipo con el que se podrá tener una relación más constructiva, multilateralista y más aliado con las prioridades de la política exterior de la OTAN. Pero volver a la época dorada es imposible. La historia nos separó en 2016 y debemos dejarnos de ver como actores pasivos, somos nosotros quienes nos tenemos que sacar las castañas del fuego, ni China y EEUU lo harán", resume.

Precisamente, en una entrevista reciente Josep Borrell, exministro de Exteriores y Alto Representante de la UE, reflexiona sobre este punto como lección del nuevo camino que abren las elecciones estadounidenses: "Europa debe aprender a hablar el lenguaje del poder". 

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