Son muchos los que desde hace años llaman 'Choco' a Francisco Martínez, exsecretario de Estado de Seguridad del Ministerio del Interior, el número dos de Jorge Fernández Díaz en esa oscura etapa de la que comenzaron a brotar años después las llamadas 'Cloacas del Estado'. A Paco muchos le conocían también por otro seudónimo: 'El Bomba'. Un apelativo que hace semanas resultaba de lo más apropiado para anticipar la retahíla de revelaciones ante el juez que él mismo había prometido. Todas ellas irían encaminadas a destapar los entresijos de la Operación Kitchen. Llegó el día, y al final, la expectativa se evaporó por completo.

El dato más llamativo que se dedujo de sus palabras fue el modo en que exculpó a su jefe, Fernández Díaz. En ningún instante dio a entender que él había sido el cerebro o el hacedor de toda la operación.

No concedió el interrogatorio al fiscal, y salvó de responsabilidades en el caso, durante su declaración, a altos cargos del Partido Popular como Mariano Rajoy ,con el que nunca habló sobre este asunto. Eximió también a la exsecretaria general del PP, María Dolores de Cospedal. No les mencionó en ningún momento.

Martínez se marchó este jueves al filo de la una de la tarde de la Audiencia Nacional tan tranquilo como llegó en torno a las nueve y media de la mañana. Durante dos horas y media ofreció su testimonio contestando únicamente a las preguntas del magistrado Manuel García Castellón y a las de su abogado.

No fue tal el hombre que iba a tirar de la manta. La responsabilidad, insistió ante el magistrado, debía recalar tan solo sobre los policías que enhebraron la trama para espiar y sustraer documentos comprometedores a Luis Bárcenas y a su entorno. 

Todo "legal"

Nadie de las altas esferas, ningún mando superior a él, a su juicio, tenía ninguna responsabilidad en lo ocurrido. Tan solo apuntó que fue el ministro del Interior, su superior directo, el que le reveló por primera vez la existencia de esa operación de seguimiento al extesorero. Fue en 2013 la primera vez que oyó hablar de esta operación.

Díaz le llamó para preguntarle directamente qué estaba pasando con esos seguimientos. Le dijo también que si se enteraba de algo que se lo comunicara y que l mantuviera informado.

El exnúmero dos de Interior contó al juez, según fuentes jurídicas, que él no tenía constancia de que lo que se estaba haciendo fuera ilegal. También le explicó al juez que en aquellas primeras llamadas de 2013 nunca se puso en contacto con Rajoy. 

Lo que siempre entendió Martínez en torno aquello, y así se lo explicó al juez, es que Villarejo y sus más estrechos colaboradores estaba llevando a cabo una operación totalmente "legal" para localizar las cuentas y testaferros del que fuera tesorero popular en otros países.

El exsecretario de Estado, Francisco Martínez, a su llegada a la Audiencia Nacional. EFE

En último lugar, negó conocer si la Kitchen se diseñó para arrebatarles a los Bárcenas documentación que pudiera incluir más revelaciones, datos que fueran susceptibles de acabar en los juzgados y de convertirse en bombas explosivas contra las altas esferas del partido que en aquel momento gobernaba España.

Los mensajes a Fernández Díaz

Sin embargo, las pruebas presentes en los informes de las investigaciones de la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional le contradicen. Fue el propio Martínez quien, a principios del año pasado, acudió lleno de rabia y de revancha a un notario de confianza a validar unos SMS que presuntamente le habría enviado el Ministro del Interior.

En esas comunicaciones Fernández Díaz aludía con claridad a varias de las operaciones con las que se logró arrebatar a Bárcenas importante información presente en distintos dispositivos, aparentemente de su propiedad. 

Uno de ellos rezaba así: 

"Chófer B.: Sergio Javier Ríos Esgueva (ahora hace esa función con su mujer)".

Esa breve interpelación indicaba el nombre del confidente al que había ganado para esa causa la camarilla policial. En concreto, fue el excomisario José Manuel Villarejo el que trabó relación con él.

A cambio de espiar a Bárcenas, el chófer -a quien Villarejo denominaba 'El Cocinero'- se embolsaba unos 2.000 euros al mes extraídos de los fondos reservados. También le compraron una pistola por valor de 700 euros. Ninguno de los gastos se llegó a justificar. "Es importante", proseguía Fernández Díaz, insistiendo en ese detalle a su mano derecha.

Más concluyentes que estos SMS resultaban los mensajes de Whatsapp que se envió estos últimos años con Fernández Díaz. También fueron validados ante notario. "La operación se hizo con éxito. se ha volcado todo (2 Iphone y 1 Ipad). Mañana tendremos el informe".

No negó, Martínez, ninguno de esos mensajes. En ese momento volvió a insistir en que pensaba que la Kitchen -cuyo nombre apuntó que no era como se conocía allí dentro a aquel operativo, sino que era como Villarejo se refería a él- consistía en una operación dentro de la legalidad, un procedimiento habitual como muchos otros en el seno de la Policía Nacional.

"Te garantizo que si yo tengo que declarar también irán JFD (Jorge Fernández Díaz) y probablemente MR (Mariano Rajoy)", le dijo a una persona cercana hace ya tiempo en un mensaje de Whatsapp. Ese momento llegará precisamente este viernes, a las nueve y media de la mañana, cuando el que fuera responsable de Interior se sienta ante el juez en la Audiencia Nacional para relatar su versión.

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