El PP pone rumbo al centro. El reloj no había marcado aún las doce de la mañana cuando Pablo Casado subió a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados para decirle "hasta aquí hemos llegado" a Santiago Abascal. El líder de Vox, un excompañero con el que compartió quince años de militancia, se había convertido ahora en el rival más fuerte al que el presidente del PP tenía que silenciar para reflotar su liderazgo, en permanente contestación desde que ganó las primarias del PP el verano de 2018. 

Casado sepultó todos los coqueteos que durante dos años le ha mantenido encadenado a la figura de Abascal con un discurso de 18 páginas que escribió él mismo de su puño y letra. El líder del PP consultó su contenido, sus dudas y sus miedos exclusivamente con su mujer, Isabel Torres, quien le asesoró "desde el minuto uno sobre cómo hacerlo", reconocen fuentes cercanas al líder del Partido Popular. 

El discurso que sirvió para romper con Vox lo leyó un grupo muy reducido de personas antes de compartirlo desde la tribuna. Tras tener esbozado el esqueleto del documento, Casado pasó el fin de semana previo a la moción de censura arropado por su familia. El sábado disfrutó con sus hijos, Pablo y Paloma, de una sesión en el Circo Price, y el domingo meditó las palabras que quería pronunciar en un paseo por el Retiro, el parque madrileño en el que en verano de 2018 decidió, con Teodoro García Egea, presentar una candidatura a las primarias del Partido Popular.    

Casado escuchó con atención la intervención de Abascal este miércoles por la mañana en el Congreso y mantuvo un perfil muy bajo. No hizo ni una sola mención al respecto y mantuvo intacta su agenda. El discurso "poco atinado" de su rival hizo el resto. El presidente del PP sabía que había llegado el momento de romper definitivamente con Vox y recuperar el centro "sin complejos", huérfano de un liderazgo solvente desde que Ciudadanos perdió todo su capital. 

Por la tarde, el líder de la oposición mantuvo una reunión con el vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovskis y, después, se encerró con su equipo de confianza para rematar el discurso que ya traía redactado de casa.

En ese cónclave, su jefe de gabinete, Pablo Hispán, se centró "en el detalle" de las palabras y el secretario general del PP, Teodoro García Egea, repasó "la estrategia general".  En la reunión también estuvieron el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos; la directora de Comunicación del PP, María Pelayo; el director de gabinete de García Egea, Pablo Cano y su jefa de prensa, Isabel Gil. El resultado final fue alabado por la izquierda y por la derecha y dejó noqueado a todo el Parlamento.

35 minutos

Bastaron 35 minutos para que Pablo Casado 'refundara' un Partido Popular que este jueves se engrasó como nunca en torno a su líder. Todos los presidentes autonómicos del PP jalearon públicamente el mensaje de Casado tras llevar meses reclamando más moderación y una alternativa moderada al Gobierno de Sánchez e Iglesias.

El mensaje que llegó desde todos los rincones de España fue unánime: el PP "ha recuperado" el liderazgo perdido al mirar frente a frente a Abascal: "No es que no nos hayamos rendidos o seamos cobardes. Es que no queremos ser como usted, no somos como usted", le informó Casado. 

Acostumbrado a llenar sus discursos con diversos y múltiples temas, apostó esta vez por centrar el tiro contra una única diana: Santiago Abascal. El líder del PP fue capaz de hilvanar una reflexión de más de media hora sin faltar el respeto en ningún momento a su rival pero siendo muy claro, sin interpretaciones ni disfraces: el proyecto de Abascal está lleno de "odio, furia y ruido" y el PP trabaja para "reclutar sueños y esperanzas". Pero sin Vox.

Cada palabra estaba medida, pensada, razonada: "¿De verdad no tiene nada bueno que decir del partido en el que militó durante 15 años?", preguntó al líder de Vox, antes de sincerarse y compartir con todos la "profunda decepción" que sentía hacia alguien a quien en un tiempo pasado consideró un verdadero amigo. 

Sin utilizar ni un solo descalificativo, el presidente del PP dejó completamente desnudo a Vox en el lugar que más daño podía hacerle, en la casa de todos los españoles: "Sánchez mentía a todos, pero no engañó a nadie. Usted confundió deliberadamente al electorado. Lo engañó"; "en política lo que no es posible es falso"; "forman parte del problema de España y no puede ser parte de la solución que mi partido representa".

Suspense

La estrategia que marcó el líder del PP es mantener en suspense la postura definitiva hasta el minuto final para que todo el foco se volviese hacia él. Ni siquiera los diputados del grupo parlamentario sabían qué iban a votar cuando se estrenó la sesión, pero los 89 miembros del Grupo Parlamentario respaldaron masivamente el 'no' tras escuchar a su líder. También votó en contra de Abacal la exportavoz Cayetana Álvarez de Toledo, que defendió la abstención antes y después de la derrota de Vox, pero no se atrevió a romper la disciplina de voto.

El entorno del presidente mantiene ahora que "Pablo tenía muy claro el 'no' desde el día que se anunció la moción, a pesar de que no todos lo teníamos claro", se sincera un miembro de su equipo más cercano. Las presiones que recibió también de "dentro del partido durante semanas" para valorar la abstención tampoco hizo mella en el líder del PP, que decidió poner un nuevo rumbo al partido sin saber todavía qué consecuencias tendrá esta decisión.  

Casado dirigió todo su mensaje al votante de centroderecha desencantado con el PP que ha encontrado refugio en el partido de Abascal. "Los votantes de Vox no se merecen ser utilizados. Conozco muy bien el desencanto que llevó a muchos de ellos a alejarse del PP. Les entiendo. Tanto, que esa fue la razón por la que me presenté a liderar mi partido". El del 22 de octubre no es un discurso más del presidente del PP. Es, según define su equipo, un evidentísimo "punto de inflexión" que solo el tiempo determinará si fue o no un acierto.

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