Valencia

Guiseppe Grezzi, concejal de Movilidad del Ayuntamiento de Joan Ribó, se erigió esta semana en inesperado protagonista de la actualidad valenciana al hacer suya una peculiar teoría de la conspiración.

A su juicio, los medios de comunicación utilizan fotos de bicicletas para ilustrar noticias negativas (sobre la Covid, accidentes de coche, robos...) todo -al parecer- en el marco de una siniestra campaña contra la movilidad sostenible. “Es una práctica reiterada en todos los diarios. ¿Qué objetivos persiguen?”, se preguntaba en un tuit que desató todo tipo de chanzas.

Parece un disparate sin importancia, pero lo cierto es que no es, ni mucho menos, el primero que protagoniza el dirigente de Compromís. Al margen de los hitos de su gestión, merecedora de tantos aplausos como críticas por su rotunda apuesta por la movilidad sostenible, el concejal ha labrado su polémica figura con un sinfín de estridencias, merecedoras del siguiente recopilatorio.

Azote de Barberá

Grezzi ya prometía como asesor de Compromís en tiempos de Rita Barberá. Asumió entonces el rol de azote de la alcaldesa, hasta el punto que llegó a lucir una controvertida camiseta en la que aparecía así, azotando a la primera edil del PP. Su popularidad creció de ese modo, apuntando siempre a la dirigente. La tuvo presente hasta en su campaña para las primarias de la coalición en 2015, cuando prometió rebautizar como “Rita Barberá” una discreta calle sin números de la capital -la misma que ella había dedicado a Manuel Azaña-.

Aquel año la izquierda ganó en Valencia con Compromís por delante de los socialistas, y Joan Ribó lo designó concejal de Movilidad. Pero no por ello moderó su discurso. Grezzi mantuvo un talante irreverente contra sus detractores, vinieran las críticas de la oposición o de la Federación de Vecinos, a la que reprochó en 2016 que se quejara de sus políticas de movilidad pero no “de los nueve imputados del PP ni de toda la corrupción de la era Barberá”.

Polémicas en bici

Muchas de las polémicas dialécticas de Grezzi han sido a bordo de su vehículo preferido: la bicicleta. En febrero de 2017 fue multado por grabarse a sí mismo al manillar durante la inauguración oficiosa de la ronda ciclista de Guillem de Castro. ¡Un concejal de movilidad que se salta sus propias normas!, espetaba la oposición, que pedía su cabeza. El propio edil se disculpó -previa llamada de atención del alcalde-.

Pero no escarmentó. Meses después, en mayo, fue fotografiado tras rebasar un semáforo en rojo en el centro de la ciudad, también con la bici. Pero en este caso los socios del gobierno tripartito restaron importancia al asunto al cometer la infracción para incorporarse al carril bici, no para cruzar la calle.

Mal gusto

Otro aspecto por el que Grezzi se ha caracterizado es por su mal gusto con determinados comentarios. En julio de 2017 fueron muy criticados varios tuits suyos en los que bromeaba sobre el suicidio de Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid. “Hey Rafa Hernando, otra buena noticia: a Blesa también le archivarán las causas”, afirmó etiquetando al entonces portavoz del PP en el Congreso.

“El saqueo español está unido al uso de la escopeta: La caza (Carlos Saura), La escopeta nacional (Berlanga)”, agregó en otro mensaje con la etiqueta ‘Blesa’. El propio Joan Ribó rechazó con contundencia estas palabras: “Mis padres me enseñaron a respetar a los muertos”.

Joan Ribó y Giuseppe Grezzi. EE

El mismo año llamó “cómplice de los terroristas y de los nazis” al delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, por responder con tibieza a la violencia de grupos de extrema derecha durante la manifestación convocada el 9 d’Octubre, día de la Comunidad Valenciana.

Y meses después se sumó a los insultos de su compañero Pere Fuset hacia la Interagrupación de Fallas, a la que tildó de “el último bastión del ultra-conservadurismo del PP”. “Actúan como matones mafiosos, coaccionando y amedrentando a quienes se atrevan a plantarles cara”, aseveró. 

Mucha policía

En 2018, el año previo a las elecciones municipales, Giuseppe Grezzi la tomó con la policía. En mayo trasladó su “solidaridad” al conocer que un ciclista había sido multado con 60 euros por circular en su bici con dos menores -la normativa solo permite uno-. “Incomprensible y para cabrearse. No entiendo sinceramente que hagan eso”, afirmó, unas palabras que merecieron la censura del sindicato CSIF en defensa de la Policía Local.

Pero el plato fuerte llegaría en noviembre con un doble enfrentamiento de Grezzi con el cuerpo, en apenas días de diferencia. Según relataron fuentes policiales, el concejal de movilidad ordenó a dos agentes con los que se encontró en la calle Poeta Querol que multaran a unos coches situados en doble fila. Estos le replicaron que no podían, que se dirigían a un control. Pero, ante la insistencia de Grezzi, que incluso les requirió el número de placa, optaron por complacerle -previa consulta a sus superiores-.

Sin solución de continuidad, el concejal la tuvo con otra pareja de la Local, que se disponía a identificar a un músico que acostumbra a tocar con amplificadores. Grezzi se posicionó junto a un grupo de ciudadanos que defendieron al intérprete y, de nuevo, solicitó a los agentes su número de placa.

Este doble encontronazo de Grezzi con la Policía Local irritó sobremanera a la concejal del ramo, Anaïs Menguzzato (PSOE), que llegó a firmar una orden interna contra las injerencias en la actuación de los agentes, “hecho que se agrava cuando la intrusión estuviese liderada por alguna autoridad que quisiese arrogarse competencias y funciones impropias”, según manifestó. Ante tales hechos, los sindicatos SPPLB y CSIF pidieron la reprobación del concejal.

Grupo mixto

Lo sucedido irritó mucho al alcalde, que se encontraba a pocos meses de las elecciones municipales en las que la izquierda revalidó su ajustada mayoría en el Ayuntamiento de Valencia, con Compromís como primera fuerza de la ciudad. Grezzi llegó incluso a pedir perdón y a afirmar que respetaría en adelante la autonomía de la Policía. Pero, pasada la calma electoral, Grezzi desató una nueva tormenta.

Esta llegó a la hora de conformar la comisión de investigación para analizar la estafa sufrida por la EMT de Valencia -empresa pública presidida por Grezzi- de la que unos ladrones sustrajeron 4 millones de euros. Lo consiguieron haciéndose pasar por un falso abogado y por el propio concejal hasta lograr que una empleada les transfiriera el dinero, pensando que cumplía con una operación empresarial.

Giuseppe Grezzi. EE

Los socialistas, socios de Gobierno de Compromís, elevaron el listón ante la gravedad del robo. Exigieron que Grezzi se apartara de la comisión de investigación. Pero el concejal, al entender que flaqueaba su coalición, llegó a amenazar por WhatsApp con dejar el grupo municipal y marcharse al mixto. Tal circunstancia habría roto la mayoría de un solo concejal que ostenta la izquierda en el pleno.

Prensa culpable

Con este conflicto aún latente -pues Grezzi se resiste a cesar al gerente de la EMT, tal y como pretende el PSOE- el concejal sorprendió esta semana a propios y extraños con la peculiar conspiración sobre las fotos de bicicletas en las malas noticias. En este último enredo el titular de movilidad cuestionó la ética periodística de los medios que le atacan y llegó incluso a justificar los despidos en el sector.

“La Unió de Periodistes calladita, corporativa y mirando para otro lado. Luego vendrán los informes anuales sobre el número de periodistas desempleados, sobre el cierre de diarios y ediciones, sobre la pérdida de lectores. La culpa siempre será de otros”, afirmó. La entidad aludida le replicó que “empieza a ser habitual que cargos públicos justifiquen los despidos de periodistas”. “Denunciamos estos ataques”, afearon.

Pero Grezzi, ajeno a los disparates por los que se le censura, se considera él la víctima. “Desde hace ya cinco años: persecución, despersonalización, deshumanización y criminalización. Pero, ojo ‘cuidao’ con decirles que están haciendo eso, tan evidente. Se quejarán de que no se puede criticar la 'prensa libre'. ¿Dónde queda el código deontológico?”, manifestó tras su penúltima estridencia.

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