Las están viendo en los polígonos industriales de Valencia, en el Raval de Barcelona, en la Colonia Marconi de Madrid… y especialmente en la comarca del Alt Empordà (Girona). Prostitutas que normalmente ejercen en la calle y que se están viendo obligadas a saltarse el encierro porque el proxeneta las fuerza a que salgan. Con el país confinado, ellas siguen bajando a la carretera a esperar a clientes que también están cometiendo una ilegalidad.

¿Por qué en el Alt Empordà? Porque es la comarca catalana donde la prostitución es casi un icono. Es la zona fronteriza en la que está enclavada La Junquera, el gran prostíbulo de Europa. Al menos, uno de los municipios del continente con más clubes de alterne y trabajadoras sexuales por habitante. Un puesto estratégico al que acuden clientes españoles y puteros franceses, que en su país la legislación no es tan laxa. Tampoco el daño que está haciendo el coronavirus ni as condiciones de confinamiento. En el sur de Francia aún no han llegado a nuestro extremos de vigilancia y se puede burlar la cuarentena con mayor facilidad.

Y ahí siguen, las prostitutas de La Junquera, intentando sortear todos los males: por un lado el virus, hecho bastante improbable si tienen que mantener contacto físico con una persona que ellas desconocen si está o no infectado. Por el otro, el confinamiento, que están obligadas a saltarse las normas impuestas por el gobierno para todos los españoles. Por último al proxeneta, que las sigue poniendo en peligro para que el negocio no pare. Incluso están subiendo precios: los desplazamientos de las prostitutas a las casas de los clientes han subido su precio casi en un 100%: “Cuando antes variaba entre los 100 y los 125 euros por una hora, ahora están pidiendo 200 por el mismo servicio”, le cuenta a EL ESPAÑOL una persona relacionada estrechamente con el sector.

Mirar para otro lado

“El gobierno ha mirado para otro lado con las mujeres prostituidas”, denuncia Nuria González, de la asociación L’Escola AC, que trabaja por la abolición de la prostitución y que demandó al Ministerio de Trabajo por la inscripción del sindicato de trabajadoras sexuales OTRAS. “Los burdeles están cerrados, pero las chicas siguen ahí dentro. Muchas, incluso, obligadas a ejercer y a saltarse el confinamiento. Es lo que no podemos entender. Algunas están ejerciendo la prostitución de calle. Cómo, estando todo el país encerrado en casa, hay mujeres a las que siguen obligando a prostituirse y a jugarse la vida”.

Salen las prostitutas a la calle porque el proxeneta las obliga, o porque en su caso, es l única fuente de ingresos de la que disponen. La realidad administrativa invisible de las prostitutas hace que no puedan percibir ninguna remuneración, baja o indemnización. Aquí no hay ERTES, solamente el cierre completo del grifo de sus ingresos. Los suyos y los de los proxenetas, que son las que las siguen poniendo en peligro.

No solamente preocupa que se salten el confinamiento. El encierro en sí mismo también le quita el sueño a las asociaciones de ayuda a las trabajadoras sexuales. Natalia Massé, responsable del programa de mujeres de Apip-Acam, le contaba al Diari de Girona que las prostitutas de la calle del Alta Empordà no suelen tener demasiado contacto con la administración. No piden ayuda, no solicitan apoyo sociosanitario ni se inscriben en las listas de trabajadoras sexuales. Ahora, con el estado de alarma, saber de ellas resulta todavía más complicado. “Siempre procuramos saber dónde están y qué hacen, ahora, con el confinamiento, no tenemos noticias”.

Desde Francia para ir de putas

Una de la fuentes del sector consultadas por EL ESPAÑOL asegura que “sigue bajando gente de Francia para irse de putas a La Junquera. Ahora suelen reservar cita previa. Funciona todo por internet. En las páginas de contactos ya te explican dónde tienes que ir y las chicas que hay disponibles”. Además, algunas de las casas que se ofertan en estas webs de contactos utilizan la sanidad como gancho: “Te ponen que te toman la temperatura al llegar, que te atienden con mascarilla, aceptan tarjeta, desinfectan con hipoclorito de sodio hasta las toallas y las chicas han pasado las pruebas y han dado negativo. Lógicamente es un timo y se pone en riesgo todo el mundo. Prostitutas, clientes, familia de los puteros...”

Un grupo de prostitutas en el barrio barcelonés del Raval. E.E.

Ahora, los hábitos han cambiado. No pueden los clientes entrar al bar a escoger chica. Ahora, son las páginas de contactos, los canales de Telegram y algunos foros donde explican qué casas siguen abiertas en cada zona de España. Pero, explican desde las asociaciones abolicionistas, en las rotondas y tramos de carreteras secundarias donde nunca transita nadie, las prostitutas de calle siguen captando a clientes y exponiéndose a todos los peligros. Porque además del miedo al conagio, se están saltando la cuarentena. Si las pillan, las pillan a ellas, no al proxeneta.

“Que haya prostitutas en la calle en estos días solamente significa que a la policía no le ha preocupado y ni siquiera se ha pasado por los sitios donde sabemos de sobra que se sigue prostituyendo a las mujeres. Y si han ido no les ha importado que estén ahí”, prosigue Nuria González, que además de las chicas que ejercen en la calle, señala casas donde se sigue recibiendo a clientes furtivos que se escapan de sus casas con alguna excusa: “En la calle Robadors del Rabal de Barcelona, las chicas siguen ahí dentro y obligadas a trabajar”, asegura.

Fuera de las ayudas

“Es increíble que en ninguna de las medidas del gobierno en referencia a estas mujeres. Existen, aunque miren para otro lado, lo que pasa es que están dentro de los burdeles”, protesa Nuria González. Las mismas trabajadoras también creen que las han dejado fuera de cualquier paquete de medidas. La mayoría no trabajan, como explicó Sabrina Sánchez, la portavoz del sindicato Otras, en la SER. “Yo venía haciendo dos o tres servicios al día, ahora ninguno”. Lamentan que la administración les va a dar la espalda aunque, como otros colectivos, están sufriendo mucho los efectos de la pandemia.

Son muchos los clubes que anuncian en las páginas de contactos que estos días cierran, por la seguridad de los clientes y las trabajadoras. Pero en La Junquera, la industria del sexo en la calle no para. En la capital europea de la prostitución, todavía estos días hay mujeres que se vienen viendo obligadas a salir a la calle en busca de unos clientes que no llegan, y si llegan, pueden poner en riesgo su vida.

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