Pedro Cifuentes Brais Cedeira

Las multas de la Agencia de Seguridad Aérea (AESA) a ENAIRE, como la impuesta el verano pasado por las reiteradas ausencias de los controladores planificadores de sus puestos de operación, no son una rareza en la navegación aérea española. Sin embargo, las sanciones no recaen directamente sobre los controladores responsables de alguna mala práctica. Dentro de la entidad que gestiona el espacio aéreo español se recuerda sólo un caso aislado: el desconocimiento repetido del ‘briefing’, la información previa al inicio de cada servicio, que dio lugar a unas multas que no llegaron a cobrarse íntegramente.

Cuando descubre negligencias o fallos graves en la gestión del tráfico aéreo, la AESA multa a ENAIRE como responsable de que se cumplan los horarios y los procedimientos estipulados en un sector hiperregulado. El órgano supervisor de la seguridad aérea no suele trasladar la culpa al controlador individual.

Lo que resulta sorprendente, especialmente tras haberse comprobado la frecuencia de incidentes de seguridad graves (‘alfa’ y ‘bravo’ - aunque algunas actas oficiales denominen también estos últimos como ‘beta’), es la ausencia de expedientes disciplinarios abiertos por la propia ENAIRE a los controladores, probablemente los empleados públicos mejor pagados de España, cuando descubren un fallo grave con riesgo para la salud de las personas o una mala práctica reiterada (como ausentarse repetidamente del puesto de trabajo, dejando solo al controlador ejecutivo en plena gestión del tránsito).

A preguntas de este periódico sobre medidas disciplinarias tomadas por ENAIRE en casos de negligencia grave durante los cinco años de mandato de Ángel Luis Arias Serrano, el ente público envió a EL ESPAÑOL un breve documento de medio folio titulado ‘Informe Resumido de Auditorías Internas’. La realidad, como puede observarse, es que han pasado años sin que se incoe un solo expediente disciplinario por infracción grave.

Todas las fuentes, jurídicas y técnicas, consultadas por este periódico durante las últimas semanas aseguran que estas infracciones, especialmente en casos recurrentes o cuando contribuyan al desarrollo de incidentes graves de seguridad, deberían ser al menos causa de apertura de expediente disciplinario por parte de ENAIRE.

Años sin expedientes 

Pero como confirman a este periódico varias fuentes del Ministerio de Transportes y la aviación civil, en los últimos años no se ha abierto expediente sancionador alguno a controladores por inasistencia a su puesto de trabajo o grave negligencia con resultado de incidente aéreo grave.

La competencia para incoar expedientes disciplinarios corresponde a la Dirección de Recursos Humanos de ENAIRE. Es el director general, Ángel Luis Arias, quien toma la decisión final. La ausencia de expedientes sancionadores se explica fundamentalmente por el delicado equilibrio de fuerzas existente en ENAIRE, la buena relación entre su dirección y el principal sindicato de control (USCA), y la llamada ‘política de cultura justa’, que fomenta la colaboración del controlador en la notificación e investigación de incidentes aéreos a cambio de la evitación de medidas sancionadoras.

Cuando ocurre una situación de riesgo por fallos humanos, se envían admoniciones a los controladores o se les aparta de servicio para darles formación. Nada más con carácter explícito. La ‘cultura justa’, según definición del organismo aéreo EUROCONTROL, es aquella “en la que operadores de primera línea u otros agentes no son castigados por sus acciones, omisiones o decisiones tomadas de acuerdo con su formación y experiencia, mientras que, por otro lado, la negligencia, violación grave o actos ilícitos no son tolerados”.

Nadie en el sector aeronáutico español duda de que la aplicación de esta política, proveniente de finales del siglo XX y puesta en práctica desde 2014 en toda la Unión Europea, ha mejorado notablemente la transparencia en ENAIRE, antes AENA, un organismo con una longeva tradición de ocultación de información.

Se trata de una gestión proactiva de la seguridad que comprende el error honesto o aceptable, humano en todo caso, como forma de recoger la mayor información posible en las investigaciones y evitar futuros accidentes. Su efecto positivo sobre la transparencia en ENAIRE es innegable, y ha sido adoptado también por otros proveedores aéreos españoles. Como explicó un controlador de Madrid a EL ESPAÑOL, “sin cultura justa no habría notificaciones”.

Incidentes por negligencia

El panorama se enturbia si se observa el empeoramiento de las tasas de incidentes aéreos graves en 2018, el ‘mes negro’ de mayo de 2019 o la insólita tasa de absentismo laboral descubierta por la AESA: todas ellas podrían haber llevado al director general de ENAIRE a tomar medidas disciplinarias previstas en el convenio colectivo de control. Sin embargo, prefirió no hacerlo.

En octubre de 2018, por ejemplo, hubo 72 horas en los que se registraron tres incidentes graves con riesgo concreto para la integridad de los pasajeros. Cuatro controladores fueron apartados del servicio a resultas de estos fallos. Ninguno mereció siquiera la incoación de un expediente.

Cabe recordar al respecto que el secretario de Estado, Pedro Saura, ordenó las inspecciones de la AESA, pero tampoco exigió medidas disciplinarias ulteriores. Ni siquiera tras la filtración de las multas al diario Expansión hace unos meses. Probablemente, coinciden varios conocedores de los pasillos de ENAIRE, por presiones del propio Arias Serrano, que le aseguró la colaboración del colectivo de control y la ausencia de cualquier huelga o altercado promovido por el sindicato USCA que alterase la aparente paz social en verano y en un futuro próximo.

Este aparente cambalache levanta sorpresas crecientes en el sector aéreo. Un alto mando de navegación afirmaba a este periódico la semana pasada que la ‘cultura justa’ “tiene o debe tener un límite”. “Puede ser noble y legítima en casos de culpa leve del controlador”, afirma, “pero si no se adoptan medidas disciplinarias en negligencias o descuidos graves, estás haciendo un flaco favor a la seguridad”.

Otro directivo de la industria aeronáutica sostuvo tajantemente este lunes, bajo condición de anonimato (como la práctica totalidad de las fuentes consultadas para estos reportajes), que la ‘cultura justa’ “en ningún caso es una cultura de la no culpa... Castiga la negligencia grave y el dolo”. “Por poner un ejemplo, en el caso que sacáis hoy [por ayer] en el periódico sobre ocho planificadores que estaban simultáneamente fuera de su puesto de trabajo en Torrejón, eso exige un expediente disciplinario de todas maneras, haya o no existido un incidente de seguridad. No tiene ninguna justificación, por mucha presión sindical que pueda haber”.

Tarjetas de fichaje

Algunos documentos internos de ENAIRE no colaboran a mitigar esta aparente laxitud. El citado (y complejo) procedimiento Genius, sobre el fichaje de los controladores y las medidas previstas en caso de incumplimiento, no menciona sanciones disciplinarias por abandono del puesto de trabajo. El documento impone en su lugar amonestaciones leves y olvida cualquier referencia a los expedientes disciplinarios previstos en el convenio colectivo del Cuerpo de Controladores Aéreos (artículos 9 y siguientes).

La seguridad aérea, como es lógico, está íntimamente ligada a la presencia efectiva de los controladores (ejecutivo y planificador) en sus puestos de control. En palabras de un consultor de EUROCONTROL, “podemos aceptar que los seres humanos cometen errores, pero no aceptar actos deliberados de negligencia o una ruptura de las normas que puedan poner a otros en riesgo. Hallar el punto de equilibrio es la perfección del sistema, y hay países donde desde luego no se cumple”.

Este periódico puede confirmar que algunos incidentes aéreos de máxima gravedad han sido atribuidos oficialmente a errores de controladores (en connivencia con estos) para tapar fallos tecnológicos que hubiesen obligado a detener el tráfico en un sector aéreo. Y ‘crujidos’ (pérdidas de separación mínima entre aeronaves) que se han achacado a factores meteorológicos para tapar fallos humanos y cualquier pesquisa ulterior.

“El problema no es el fallo humano”, insiste el directivo anteriormente citado, muy cercano al Ministerio de Transportes: “La cultura de la notificación ha de ser transparente. ENAIRE mejorado mucho con la ‘cultura justa’: ahora estamos todos en el mismo barco y colaboramos. El problema es olvidarse de mejorarla. La ‘Cultura Justa’ debe estar en permanente revisión, y esto requiere mucho trabajo. A lo que no puede llevar es a la impunidad”.