Mientras todos miraban a Vox y Vox miraba de reojo a PP y Ciudadanos, Pedro Sánchez fue capaz de ahormar un pacto que incluyó a 13 formaciones políticas que cuentan en total con 195 diputados en el Congreso. El hecho pasó bastante desapercibido. Ocurrió en la penúltima votación, la de los secretarios de la Mesa de la Cámara Baja. PSOE y Unidas Podemos se llevaron tres de los cuatro puestos a repartir (el último fue para el PP). 

Los socialistas y los morados concertaron los apoyos de tal manera que les fuese posible acaparar un número récord de puestos y dejar a Vox fuera de la secretaría. Lo hicieron organizando sus votos y contando con un sinfín de apoyos fuera de sus dos formaciones políticas.

En la operación participaron los siguientes partidos: PSOE, Unidas Podemos, ERC, Junts per Catalunya, PNV, EH Bildu, Más País, Coalición Canaria, Nueva Canarias, PRC, Teruel Existe, BNG y Compromís. Es decir: todos los partidos independentistas (menos los dos diputados de la CUP), todos los nacionalistas, todos los regionalistas y todos los de izquierdas. La cifra total de apoyos que reunieron Sofía Hernanz (PSOE), Gerardo Pisarello y Javier Sánchez Serna (Unidas Podemos) ascendió a 194 y podría haber sido de 195 si hubiera estado Jaume Alonso Cuevillas (uno de los ocho de Junts per Catalunya), ausente por una intervención médica. 

Batet y Llop, presidentas de Congreso y Senado

Estrategia coordinada

La estrategia fue coordinada. La candidata socialista sólo recibió 67 votos a pesar de que el grupo socialista contaba con 120 diputados, por lo que casi la mitad de sus apoyos fueron a parar a los candidatos de Unidas Podemos. En estos últimos acabaron los escaños de partidos con los que en teoría no cuenta Sánchez, como Junts per Catalunya y EH Bildu. El líder socialista necesita la abstención de ERC en la investidura, pero este martes votó directamente por los candidatos de la operación, sin ponerse de perfil. 

El diputado socialista Rafael Simancas, uno de los cerebros de la estrategia, no ocultaba su satisfacción al final de la sesión. PSOE y Unidas Podemos concentran seis de los nueve puestos de la Mesa, una proporción muy superior a la de sus escaños en el hemiciclo. Para muestra, un botón: los morados tienen 35 diputados y lograron tres sillas en el órgano. PP y Vox suman 141 escaños (cuatro veces más) y se quedaron también con tres puestos. Es más: el PSOE amarró la vicepresidencia primera del Congreso, vital si por algún motivo se ausentase Meritxell Batet, algo con lo que no contaba en varios momentos de los últimos días y que sólo fue posible permitiendo la entrada de Vox en el órgano. 

Iglesias negoció con Bildu

¿Dónde reside el éxito de la operación de los 195 diputados? En una negociación conjunta y a varias bandas. Sin ir más lejos, la portavoz de Unidas Podemos, Irene Montero, se reunió la víspera con la de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, para lo que consideraron una reunión dentro de la "normalidad institucional". En otras palabras: o bien el PSOE negoció con EH Bildu o bien fue Pablo Iglesias quien lo hizo en nombre de los dos socios de la coalición. 

El día fue redondo para el PSOE, que vio superados los objetivos con los que partía en esta negociación. Evidenció además que hay una mayoría holgada en favor de Sánchez e Iglesias. Si se ha dado para la Mesa, que se considera tradicionalmente la antesala o tanteo de la investidura, es de esperar que se intente para la investidura de Sánchez. El martes no fue el mejor día para los que reclaman un gran pacto de PSOE y PP (con o sin Ciudadanos) que deshaga la coalición de socialistas y morados. 

Obviamente, la investidura no será tan fácil como la Mesa y el resultado aritmético será mucho menos holgado en caso de prosperar, pero el día acabó con cierto optimismo para los que la buscan. PSOE y ERC firmaron un comunicado conjunto en el que los independentistas catalanes ya no dejaron por escrito su "no" a Sánchez. Y, no menos importante, se emplazaron a seguir negociando el 10 de diciembre. La vía para un Gobierno de coalición de PSOE, Unidas Podemos, independentistas y regionalistas sigue abierta. La votación de la Mesa no hizo sino insuflar aire a la apuesta. 

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