Barcelona

En las semanas previas a la declaración unilateral de independencia (DUI), Carles Puigdemont comentó a diversos interlocutores que quería abandonar la presidencia de la Generalitat. El president lo fue por accidente tras las elecciones del 27 de septiembre y porque Junts pel Sí se quedó lejos de la mayoría absoluta de escaños en la cámara. La logró gracias a la CUP y tras aceptar la condición de jubilar a Artur Mas. 

Según sostenía hasta hace semanas Puigdemont en privado, su horizonte en la primera línea política no superaba el mes de abril. En la decisión pesaba también su vida familiar y el criterio de su esposa, con la que tiene dos hijas. Al asumir el cargo de president tras haber sido el número tres por Girona, Puigdemont se comprometió a convertir a Cataluña en un país independiente en 18 meses. Figuraba en el programa electoral. 

Después de ese plazo fallido, en el que quería llevar a Cataluña de la "posautonomía" a la "preindependencia", Puigdemont se embarcó en el referéndum del 1 de octubre. A pesar de su falta de garantías, confesada por un miembro de la Mesa del Parlament en el Tribunal Supremo, todo desembocó en una DUI que aún no ha reconocido ningún país del mundo. 

Puigdemont insiste

Ahora, desde que huyó a Bruselas, mientras los partidos aceptan escrupulosamente la aplicación del artículo 155 de la Constitución, Puigdemont tenía dos opciones: enfrentarse a la justicia y dejar la política con el sabor agridulce de no haber logrado el objetivo al que estaba llamado o volver a presentarse a las elecciones. 

En una entrevista televisiva, Puigdemont sorprendió proponiéndose como candidato para una nueva lista unitaria independentista a las elecciones del 21 de diciembre. La fórmula había sido descartada de antemano por ERC, al creer que reeditar Junts pel Sí es insuficiente y debería incorporar a la CUP y otros partidos minoritarios.

Puigdemont lo repitió este viernes en una entrevista con la Agencia Catalana de Noticias. "Me gustaría que [la candidatura] fuera el resultado de la agregación de mucha gente, también de los partidos políticos, sería una buena noticia". "Sería una buena noticia y yo adelanto mi disposición a contribuir a que sea posible". 

¿Y si no cuaja la lista unitaria?

Lo que no aclara Puigdemont es si, en caso de que la lista unitaria independentista no cristalice, él seguirá disponible para su partido. El PDeCAT, la antigua Convergència, dejará sin duda de ser el primer partido de Cataluña. Tampoco será ni el segundo ni el tercero, salvo gran sorpresa. En eso coinciden todas las encuestas y el partido lo asume con resignada normalidad.

Si el PDeCAT va solo, el batacazo será de impacto y la pérdida de resortes de poder será histórica. Convergència ha gobernado Cataluña y ha ostentado la presidencia de la Generalitat 30 de los últimos 37 años.

La encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL otorga 13 escaños a la formación, por detrás de ERC, que sería el primer partido, Ciudadanos y PSC. Está empatada con el espacio de Catalunya en Comú y sólo un poco por encima del PP. La mayoría de encuestas hechas por otras empresas demoscópicas coinciden. 

Puigdemont no quiere dejar la primera línea política, perder el protagonismo y enfrentarse en silencio a la Justicia. Pero se resiste al máximo a encabezar la lista de su partido en caso de que no conforme una candidatura unitaria, algo para lo que aún hay tiempo hasta el próximo viernes gracias a la fórmula de la agrupación de electores. 

Según el diario Nació Digital, el presidente del PDeCAT, Artur Mas, y la coordinadora general, Marta Pascal, han presionado en los últimos días a Puigdemont para que acepte encabezar la lista del PDeCAT aunque no incorpore a otros partidos. Pascal habría viajado a Bruselas para tratar de convencerlo. 

El desconcierto en el PDeCAT es importante, ya que si la llamada "lista de país" no se conforma finalmente, el partido tendría que escoger a toda prisa un cabeza de cartel. Entre ellos podría estar Neus Munté, exvicepresidenta de la Generalitat, La presidenta de la Diputación de Barcelona, Mercé Conesa, o el alcalde de Premià de Mar, Miquel Buch. 

Todos pendientes de la CUP

El PDeCAT tenía que cerrar las listas en una reunión este sábado, pero la ha pospuesto y probablemente se celebrará el miércoles. ERC sí celebrará un Consell Nacional para perfilar las listas, aunque la decisión definitiva podría dejarse en suspenso. 

La CUP podría tener un protagonismo inesperado. Este viernes, los exdiputados Anna Gabriel y Benet Salellas se reunieron en Bruselas con Puigdemont. El domingo, la CUP decide si participa en las elecciones del 21-D y cómo. Si la asamblea de los militantes decide una lista unitaria, toda la presión se situaría sobre ERC, con quien se cerraría el círculo. 

Fuentes de ERC recuerdan que esa lista sólo tendría sentido si fuese "realmente transversal e incluyese a todo el independentismo", pero las señales que ha dado Oriol Junqueras desde antes incluso de entrar en prisión no avanzan su disposición al pacto. Junqueras sabe que ERC será el primer partido de Cataluña si va por separado. Puigdemont sabe que, si él encabeza una lista en solitario del PDeCAT, pasará de president al dirigente que hundió un partido histórico. Todo ello mientras se defiende de las graves acusaciones que pesan sobre él. 

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