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Alberto Toval (Málaga, 2000) tuvo su primera experiencia con el ajedrez a los 10 años y ahora, casi 15 después de aquel momento, ha fundado Chesschul, la escuela malagueña que acerca esta disciplina a pacientes con enfermedades neurodegenerativas.

Su introducción a este mundillo fue a través de su profesor de Educación Física durante su etapa escolar. "Decidió hacer un torneo en colaboración con el Club de Ajedrez de Marbella. Yo no sabía jugar, pero me apunté", recuerda Toval al otro lado del teléfono en una conversación con ENCLAVE ODS.

La tarde de antes de aquel gran día se estudió un libro sobre tácticas sencillas y "curiosamente", dice, ganó la competición, motivándose para iniciarse en este deporte.

"Comencé a interesarme y, un año más tarde, me clasifiqué para el Campeonato de Andalucía. A los dos, quedé cuarto de la comunidad y empecé a subir. Gané el Open Internacional de Nuevas Generaciones en 2014, que fue en Benidorm, y competí hasta 2017", explica. Después, los estudios hicieron que se alejase, aunque no por mucho tiempo.

Realizó el grado de Fisioterapia y, durante su época universitaria, empezó a ir a residencias, hospitales y asociaciones, como parte de su formación. Y ahí, señala, fue cuando, poco a poco, comenzó a cocerse —a fuego lento— la idea de crear Chesscul.

Fusionar pasiones

"Yo veía que se hacían muchas actividades a nivel físico, como yoga, pilates y un largo etcétera, pero a nivel cognitivo faltaba algo, porque realmente no se realizaban prácticamente tareas", aclara Toval.

Al mismo tiempo, y de la mano de su amigo José Antonio Sánchez —fallecido el pasado 9 de mayo—, empezó a acudir a la calle Larios, la "más famosa de Málaga", y retomó el ajedrez.

Alberto Toval durante uno de los talleres de ajedrez terapéutico de Chesscul. Cedida

"José Antonio se sentaba allí con un tablero y jugaba con quien apareciese. Poco a poco fueron llegando los medios y se hizo publicidad. Montó hasta nueve tableros y ahora es una actividad superconocida. Y a mí me lo contagió", confiesa el joven.

A partir de ese momento, una vez graduado, Toval decidió montar Chesscul, combinando lo que había visto en la universidad con lo que estaba haciendo en su día a día a través de esta disciplina.

Ajedrez terapéutico

Además de ofrecer clases online de ajedrez, la particularidad de esta escuela es que también realiza talleres en residencias, centros de mayores y asociaciones, como la del párkinson, la del alzhéimer o la de la esclerosis múltiple.

Adaptan las sesiones "dependiendo del tipo de usuario". Y, de acuerdo a su nivel, los profesores —normalmente dos—, se dividen o no a los pacientes.

"Hay quienes entran de cero y, a lo mejor, no saben jugar, pero también otros que llevan practicándolo toda su vida y tienen un poquito más de conocimiento. Hay con quienes te tienes que poner a explicarles las piezas desde cero, cómo se mueve un alfil… El nivel es diferente", explica Toval.

Por eso, indica, tratan de adecuar las actividades, manteniendo siempre la idea de "explicaciones sencillas" inferiores a los 30 minutos. Luego, dice, dejan la media hora restante de juego entre ellos. "No nos gusta hacer más de eso porque son usuarios que generalmente se cansan muy rápido", aclara el malagueño.

Los beneficios

A la hora de hablar de las ventajas de practicar este deporte, Toval deja claro que no quiere dar "falsas expectativas".

Y es que, pese a que sí existe evidencia científica que respalda los beneficios del ajedrez a nivel cognitivo, esta no se ha desarrollado todavía si se trata de poner el foco en una patología en concreto.

"Está demostrado que el ajedrez es bueno para la memoria, la concentración o la atención. Entonces, con el alzhéimer, por ejemplo, sabemos que la memoria es un síntoma muy característico, por lo tanto, de forma indirecta, sí debe beneficiar", explica el fisioterapeuta.

III Encuentro de Asociaciones de Parkinson de Chesscul. Cedida

De hecho, aunque aún no hay estudios al respecto, el joven asegura que en la Asociación del Párkinson "se están viendo mejorías en capacidad física en la parte del control de la concentración en las actividades de la vida diaria, como a lo mejor ponerse un café".

Por otro lado, señala, en los pacientes con alzhéimer están observando cierto progreso en la interacción social, especialmente a la hora de evitar la soledad no deseada. Porque, como dice Toval, "el ajedrez crea comunidad, ya no solamente entre los usuarios, sino también con los familiares de los pacientes".

Próximos movimientos

Paso a paso, la filosofía de Chesscul ha ido extendiéndose en su poco más de un año de vida. De hecho, el pasado 17 de octubre, la escuela organizó el primer torneo entre asociaciones de esta disciplina en Málaga, lo que Toval recuerda como una experiencia "muy gratificante".

"Estuvimos allí unas tres horas. Lo más complicado fue que conseguimos mantener a los usuarios concentrados durante dos horas, callados y pensando en sus partidas. Eso sí que fue una cosa increíble", asegura el joven.

Por eso, dice, ahora su objetivo principal es seguir promoviendo el ajedrez. "Nos gustaría que se vaya replicando nuestra actividad, que otros clubes lo vayan realizando", concluye.