La de Eva Ardao, de 32 años y procedente de Madrid, y Erik Wenzel, de 38 y natural de Hamburgo (Alemania), es la historia de dos jóvenes apasionados por la naturaleza que decidieron dejar atrás su vida en la ciudad y hacer su sueño realidad.
En 2022 cambiaron el asfalto por los caminos rurales de El Hornillo, un pequeño municipio de la sierra de Gredos, para poner en marcha su propio huerto ecológico. Así nació Tierra Campesina, un proyecto agroecológico que apuesta por cultivar en armonía con la tierra, la tradición y la biodiversidad, y por vender directamente al consumidor, sin intermediarios.
Wenzel es cocinero de profesión y tecnólogo de alimentos. Para él, el producto, la materia prima en la cocina, es lo más importante. "Tanto en la cocina profesional, como en la universidad, me di cuenta de que, desgraciadamente, la calidad de los alimentos está dejando de ser una prioridad y se está apostando cada vez más por procesados y comida rápida de preparar en casa".
Añade que, por ello, "empecé a interesarme más por la nutrición y las consecuencias que tiene para la salud el consumo de alimentos cultivados de manera convencional (con plaguicidas y herbicidas), y hace años me di cuenta de que quería cultivar alimentos saludables y limpios como forma de vida".
Por su parte, Ardao es ingeniera de medio natural especializada en biología de la conservación. Para ella, el ser humano es parte de la naturaleza y, por tanto, de los ecosistemas donde se cultivan los alimentos. "Me di cuenta hace mucho tiempo de que separar el territorio en 'lugares protegidos' y 'lugares explotados' nos lleva a maltratar los terrenos productivos".
En la huerta de Tierra Campesina se cultivan desde tomates y judías verdes hasta hinojo de bulbo y rábanos, y también infusiones.
Desde su punto de vista, "se pueden aprovechar los recursos naturales de los espacios agrícolas a la vez que se fomenta la biodiversidad y se protegen los ecosistemas. Eso es algo en lo que la agricultura regenerativa ecológica hace hincapié y considero clave para poder desarrollar nuestra sociedad hacia un sistema de producción alimentario en equilibrio, saludable y próspero".
Ambos se han formado en agricultura ecológica de manera extracurricular. "Hemos trabajado en varios proyectos productivos, la mayoría de veces de forma voluntaria, y seguimos aprendiendo cada día en la huerta y estudiando en nuestros escritorios".
¿Por qué Gredos?
Tierra Campesina es el primer proyecto agrícola propio de ambos, donde cultivan diferentes verduras, algunas en diferentes variedades, que van desde tomates y judías verdes hasta hinojo de bulbo y rábanos, y también infusiones.
Decidieron asentarlo en Gredos "porque nos enamoramos de sus valles y gargantas. La cara sur de la sierra nos parece un lugar privilegiado para cultivar, gracias a su microclima, mucho más suave que la mayoría de lugares de la meseta central, y obviamente por su abundante agua", afirma Erik Wenzel.
Ambos están guiados por una serie de valores, entre los que se encuentran "la salud de la naturaleza y, por tanto, del ser humano; el uso responsable de los recursos naturales (que son de todos); la protección y el fomento de los oficios tradicionales del campo; la conexión con la naturaleza y el respeto de sus ciclos y ser parte del cambio que queremos ver en el planeta, especialmente en relación con la soberanía alimentaria".
Trabajar diferente
Tierra Campesina se diferencia porque sus responsables trabajan de manera manual, "evitamos utilizar tractores o maquinaria que compacte el suelo o perjudique la biodiversidad del ecosistema", explica Ardao.
Eva y Erik suministran productos a la microheladería Campo a Través, en San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
Por otro lado, añade Wenzel "optimizamos tiempo y espacio para producir el máximo posible por unidad de espacio en la temporada. Si se mantiene la huerta constantemente cubierta de materia vegetal viva, la vida del suelo tiene siempre materia prima que descomponer y, por tanto, los suelos se mantienen vitales".
Además, añade, "elegimos las semillas más adecuadas para nuestro microclima y terreno, apostando por variedades antiguas. A ello se suma, que apostamos por la distribución directa de nuestro producto. Nos gusta tener contacto directo con las familias que consumen nuestras verduras o infusiones. Así vamos optimizando nuestra oferta y el consumidor final obtiene producto de calidad a un precio competitivo".
Sus productos se pueden comprar a través de su página web y en mercados como Madrid Productores, una oportunidad que les brindan ser miembros de la marca de productos abulenses Ávila Auténtica.
Retos y aprendizajes
Desde que pusieron en marcha Tierra Campesina, Erik Wenzel y Eva Ardao se han enfrentado a varios retos. Uno de ellos ha sido encontrar un terreno donde continuar el proyecto."En un principio tuvimos la suerte de poder contar con una parcela cedida, pero sabíamos que se nos quedaría pequeña".
Les ha costado año y medio de búsqueda encontrar una nueva, "y no por falta de terrenos, sino porque existe una especulación muy fuerte en los terrenos rústicos actualmente", asegura Ardao.
Por otro lado, añade Wenzel, "como productores artesanos, nos enfrentamos a una gran cantidad de gestiones burocráticas. La legislación sanitaria que se nos aplica es la misma que sigue un productor industrial, y creemos que las regulaciones para los pequeños productores deberían de estar en consonancia con la escala de su actividad".
Ambos destacan también que "nos ha costado bastante digerir la poca facilidad que da la Administración a proyectos como el nuestro. Las ayudas a la incorporación de jóvenes agricultores no contemplan el tipo de agricultura que nosotros planteamos, y, por lo tanto, no tenemos acceso a ellas".
Algunas de las verduras que producen en la huerta de Tierra Campesina.
A ello se suma la dificultad para acceder a los mercados públicos. "Estamos desde hace año y medio en lista de espera para poder llevar nuestros productos al mercado semanal de Ávila".
Pese a los retos que han tenido que hacer frente, a lo largo de este tiempo también se han llevado grandes aprendizajes, entre ellos "que si cuidamos el entorno donde producimos, la recuperación de la biodiversidad es muy rápida. Nos hemos dado cuenta muy rápido de que las acciones que llevamos a cabo van favoreciendo distintas especies que, en otros terrenos donde dominan los monocultivos, no están presentes".
Colaboración afín
Los responsables de Tierra Campesina son conscientes de la importancia de la colaboración. Por ello, colaboran con proyectos con los que comparten visión, filosofía sobre la alimentación, la conservación de la naturaleza y la vida campesina.
Uno de ellos es la microheladería Campo a Través, en San Lorenzo de El Escorial (Madrid) "a quienes facilitamos productos frescos de la huerta y hierbas aromáticas, que sus responsables, Paula y Mariluz, convierten en creaciones inesperadas y deliciosas", explica Ardao.
Eva y Erik sueñan con hacer de Tierra Campesina un proyecto donde se pueda aprender sobre agricultura bio-intensiva y sobre el cultivo y el uso de las plantas medicinales.
También surten de productos, sobre todo verduras de variedades regionales, al restaurante Caleña, en Ávila, donde celebran, durante la temporada de verano, un evento mensual llamado Cuaderno de Campo, con las verduras de su huerta como protagonistas.
Además, forman parte del movimiento Market Gardening, se podría traducir como "Micro-granjas". Consiste en producir la máxima cantidad posible de alimentos de una manera ecológica y sostenible (o incluso regenerativa) en una superficie de cultivo muy reducida.
Uno de los propulsores de este movimiento es Jean-Martin Fortier, un canadiense que está revolucionando los métodos de producción de alimentos de pequeños agricultores.
Un sueño por alcanzar
Eva y Erik imaginan Tierra Campesina como un proyecto agroecológico vivo, capaz de alimentar a muchas familias y de convertirse en un espacio de aprendizaje sobre agricultura biointensiva y el cultivo y uso de plantas medicinales.
"Soñamos con que sea un lugar donde las personas de la ciudad se sientan en casa y puedan reconectarse con su parte más natural —explican—, recordando que casi todo lo que ocurre en la ciudad está ligado a lo que sucede en el campo, y viceversa."
Su visión va más allá de tender un puente entre dos mundos. "También soñamos con que sea un proyecto donde las personas del campo puedan integrarse y aportar sus saberes y experiencias, creando un espacio de intercambio que nos permita refinar el sistema de producción, aprovechar mejor los recursos y conservar los ecosistemas que nos rodean."
