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Toda una generación creció con Ross Geller, el personaje interpretado por David Schwimmer en Friends, como el arquetipo del paleontólogo. Un hombre —haciendo hincapié esta característica—, un poco peculiar y de quien sus amigos se mofan por estar enamorado de los dinosaurios. 

Y muchos nos quedamos boquiabiertos al descubrir que una primatóloga británica, Jane Goodall, vivía en la sabana y estudiaba chimpancés. Ella, una mujer, hacía historia en un mundo que se presuponía de hombres. 

Tener a Goodall como referente fue lo que llevó a Marta Pina (Barbastro, 1987) a convertirse en paleontóloga. "Desde chiquitita me atraían, en general, todas las cosas del pasado", cuenta a ENCLAVE ODS desde Tarrasa, donde se encuentra una de las excavaciones en las que trabaja.  

Confiesa, que además de la historia, de niña observaba a los primates con admiración. Y al ver a Goodall viviendo entre chimpancés, se propuso "hacer eso en algún momento". 

Esta oscense se empeñó en seguir sus sueños: combinar historia y primates. Y el camino que emprendió hace ya varias décadas desembocó, este mismo verano, en ser una de las galardonadas con el premio de investigación de programa L'Oréal-UNESCO 'For Women in Science'. 

La actual investigadora postdoctoral en el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont ha sido premiada por, explican desde la organización, "su destacado trabajo en paleoantropología".

Marta Pina recogiendo el Premio L'Oréal-UNESCO 'For Women In Science 2025'. Cedida

En concreto, lo que ha llamado la atención es el Proyecto Nakali, en Kenia, un yacimiento datado en unos 10 millones de años que contiene fósiles de Nakalipithecus nakayamai, un primate que podría ser el ancestro común de los grandes simios africanos… y de los humanos.

El objetivo de su investigación no es otro que reconstruir aspectos clave de este antepasado para averiguar su papel en la divergencia evolutiva hacia el ser humano. Para conseguirlo, Pina emplea técnicas avanzadas de análisis anatómico, biomecánico y estructural.

Un mundo de hombres

Pero el viaje hasta este punto, clave para entender el pasado humano, no fue sencillo. Al principio, confiesa, "no sabía ponerle nombre" a lo que quería hacer.

Porque, dice, "la paleontología es un mundo muy pequeñito". Aunque pronto descubrió que había toda una profesión en torno a sus pasiones. 

Eso sí, con lo que se encontró fue con "un mundo muy masculinizado". Y eso que, confiesa, "en el pasado lo era todavía más".

¿El motivo? "Porque implica hacer mucho trabajo de campo, que siempre se ha asociado mucho con los hombres, y aparte es una disciplina pequeña", insiste.

Eso sí, confiesa que para ella esa hipermasculinización de su disciplina nunca fue un impedimento, porque siempre tuvo muy claro que su lugar estaba allí. 

Mujeres cazadoras

La realidad de la paleontología, cuenta, ha cambiado sobremanera desde que empezó: "Ahora va habiendo cada vez más mujeres", indica. Lo que, dice, proporciona "una visión como mucho más diversa de la profesión y del pasado".

"Cuando solo tienes una parte de la sociedad estudiando ciertas cosas, como la paleontología, también tienes una visión mucho más sesgada", recuerda.

Y añade que "incluso las interpretaciones de los hallazgos que se han venido haciendo tradicionalmente distaban mucho de la realidad". Ahora, aclara, por suerte, las mujeres que ya se han hecho hueco en esta ciencia están "aportando esa visión más diversa y global al estudio del pasado".

Fotograma de una mujer prehistórica cazadora sacado de la serie 'Buffy cazavampiros'.

Pina pone un ejemplo claro del que, llama, "sesgo inconsciente" que hace que, "por decirlo de alguna manera, tiremos para casa cuando interpretamos los hallazgos".

"Si solo hay hombres descubriendo cosas e interpretándolas, al final tiran para los suyo. Algo que se ve muy claro en la teoría de que el hombre era el cazador en las comunidades prehistóricas y la mujer recolectaba y se quedaba en casa", explica la paleontóloga oscense. 

"Esta es una visión bastante tradicional y patriarcal de la sociedad que refleja la realidad de que teníamos en aquel momento", continúa.

Y zanja: "La inclusión de mujeres —y este también fue un poco mi caso— hace que al analizar este tipo de teorías empieces a ver que las mujeres también cazaban en estas sociedades prehistóricas".

Esa visión más amplia de la sociedad, que se aleja de los estereotipos, es, dice, lo que están aportando las investigadoras. Ellas, asegura, tienen "una visión diferente del mundo" y, por eso, "tenemos que poner voz a las mujeres que han sido invisibilizadas en la historia".

"Conocernos a nosotros"

Ahora, Pina pretende seguir adentrándose en el Proyecto Nakali, porque, dice, "sabemos muy poco de la evolución de los grandes antropomorfos africanos (gorilas y chimpancés) y este yacimiento que hay en Kenia es único y excepcional para poder conocer esa historia".

Restos dentales de 'Nakalipithecus' hallados en Kenia por el Proyecto Nakali.

O, lo que es lo mismo, "conocernos a nosotros mismos". Por eso, lo que quiere en los próximos años es "encontrar más fósiles, esenciales para conocer no solo la historia del ancestro de chimpancés, gorilas y humanos, sino el ambiente en el que vivía".

Porque, insiste, "eso ha condicionado también nuestra historia como especie, la del ser humano".

El yacimiento keniata sería "el inicio más remoto de características que son únicas a nosotros, como el bipedalismo, es decir, el caminar sobre nuestras dos piernas". Algo que comenzó hace, al menos, 12 millones de años.

Porque, como bien dice esta paleontóloga, "es esencial conocer el pasado para entendernos ahora, en el presente".