Miguel Lorente, ex delegado del Gobierno contra la Violencia de género, en su casa.

Miguel Lorente, ex delegado del Gobierno contra la Violencia de género, en su casa. Juande Ortiz

Referentes

El médico forense Miguel Lorente alerta de la refundación del machismo: "Es la mentira original"

Para el experto en violencia de género, el machismo llegará a su fin en el momento en que los Estados pongan los recursos necesarios para hacerlo.

7 octubre, 2023 02:58

“Nunca me he encontrado a un hombre o a una mujer que me haya dicho que es padre o madre de hijos, y no quiere que sus hijos puedan ser unos maltratadores o violadores…”. Las palabras que Miguel Lorente Acosta (Serón, 1962) escribe en la dedicatoria de su último libro dicen mucho de la manera en que está construida nuestra sociedad: de manera “androcéntrica y machista”.

El médico forense, experto en violencia de género, recuerda que el sistema pone al hombre en el centro en detrimento de la mujer. El sistema médico, judicial, urbanístico, científico (qué se investiga y qué no, o quiénes son los sujetos de estudio), laboral… todo se ha pensado por y para hombres.

Precisamente por eso, explica al otro lado del teléfono a ENCLAVE ODS, “los hombres tenemos que implicarnos y romper con esa invisibilidad y esa ausencia que nos caracteriza, como si lo que pasara a nuestro alrededor, ocurriese sin que tuviéramos nada que ver”. Y añade que el hacer oídos sordos a la realidad del machismo no hace otra cosa que “defender el modelo masculino del que todos los hombres nos beneficiamos, independientemente de que no seamos maltratadores”.

[Miguel Lorente: "Los asesinatos de mujeres refuerzan a hombres que están pensando en matar"]

Esa situación que describe el médico forense en el arranque de La refundación del machismo: poskultura y guerra cultural (Editorial Comares, 2023), dice, le acompaña desde hace muchos años. Ahora, reconoce, ve con preocupación “lo que está pasando últimamente, especialmente con los chicos jóvenes”. El aumento de violencia machista y sexual en nuestro país, asegura, tiene mucho que ver con cómo se les educa e implica a ellos.

"El machismo es cultura"

El que fuera delegado del Gobierno contra la Violencia de Género en tiempos de Zapatero lleva décadas estudiando, reflexionando e investigando la violencia machista. Y, tras toda una vida trabajando con sus supervivientes, ha llegado a una conclusión sobre la que, además, pivota su libro: “El machismo es cultura, no cuestión de conducta”.

Porque, dice, “cuando tú te diriges a las mujeres para decirles 'ten cuidado', 'no llegues muy tarde', 'no venga sola', 'coge un taxi'… en el fondo estás reproduciendo la idea de que las mujeres hacen algo para que las agredan, aunque no lo pienses directamente”. Esto, reconoce, lo ha visto una y otra vez como médico forense: “Muchas chicas jóvenes que han sufrido una agresión sexual, una violación, en los momentos iniciales, se repiten una y otra vez eso de ‘si no hubiera hecho X, esto no me habría pasado’”.

Ese machismo enraizado en la cultura dice, sin mediar palabra, que “no es un problema de los hombres, sino de algunos hombres que, por supuesto, no son ni mis hijos ni son los hombres normales; son psicópatas, extranjeros, tienen problemas con el alcohol, con las drogas o algún trastorno mental”.

El problema está, insiste Lorente, en que “no se ve el machismo como algo estructural y, por ello, sitúa la responsabilidad en las mujeres, en la necesidad de que ellas adopten algún tipo de medida para que no les pase nada”. Y, repite, perpetúa eso de “mi hijo, de buena familia, educado, etc. no puede ser un violador o un maltratador”.

El fin del machismo

P.: En el libro menciona varias veces que el machismo es un modelo agotado, aunque no está acabado, pero ¿se puede acabar con él?

R.: Sí, estoy convencidísimo. El machismo ha ido evolucionando con esa construcción jerarquizada de poder para acumular más poder. A veces se nos olvida que la clave no es el poder, sino la acumulación de este. Por eso el maltratador maltrata a la mujer maltratada, a la mujer sometida. No por tenerla dominada, sino dominar y someterla cada vez más.

Eso, dice el también profesor de medicina legal en la Universidad de Granada, es en lo que consiste “el modelo social”. Y es que, recuerda, el machismo se encuentra ahora en un momento en el que “se han agotado muchos de los recursos utilizados tradicionalmente para mantener el sistema económico, como la explotación laboral, con la toma de conciencia de la situación abusiva y de la injusticia” por parte de las mujeres.

P.: Y eso, ¿a qué lleva?

R.: A que el machismo trate de adaptarse para no renunciar a esa posición de poder. Todas las estrategias de lo que es el capitalismo de la vigilancia, lo que puede ser el uso de la tecnología, de la inteligencia artificial o los algoritmos, son instrumentos que, como el machismo, se va a adaptar, pero no desaparecer; se van a utilizar.

Un pacto de Estado contra el machismo

Para Lorente, el machismo llegará a su fin en el momento en que los Estados pongan los recursos necesarios para hacerlo. Ahora, dice, eso no ocurre, pues en España los esfuerzos se dirigen a aplicar “las consecuencias y no las causa”. Eso, dice, es lo que ocurre con el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

Y él sabe bien de lo que habla, pues fue uno de los invitados a las comisiones del Congreso y Senado para crearlo. En aquel momento, él ya lo dijo: "Nos estamos equivocando, señorías". Porque, explicó en las comisiones, "en España tenemos pacto de Estado contra violencias graves, como es el Pacto de Estado contra el terrorismo de Estado o contra el terrorismo yihadista, y no se llaman pactos de Estado contra el atentado terrorista ni contra la violencia terrorista".

Por eso, Lorente reivindica la necesidad de un gran "pacto de Estado contra el machismo, no contra la violencia del machismo". Y lo explica: "Si tú le das el espacio de la normalidad, que es el que define al machismo, puede incitar a una violencia como la que vemos ahora y como la que hace que muchas mujeres digan ‘mi marido me pega lo normal’ hasta que dicen ‘hoy se ha pasado’”.

O, dice alarmado, como se ve “en los chavales jóvenes” en el barómetro del Centro Reina Sofía. Y es que un 15,4% de ellos, explica, "dicen que si la violencia es de poca intensidad no es un problema para la relación de pareja". De nuevo, insiste el médico forense, "se cuestiona la violencia por la intensidad, no por la presencia de la violencia, que es lo cuestionable".

P.: Si tuviese la capacidad de crear ese pacto de Estado contra el machismo, ¿cuáles serían sus ingredientes básicos?

R.: La violencia ha de atajarse como la pandemia de la Covid-19: tenemos que abordar la respuesta tanto sanitaria, educativa, jurídica, judicial, policial… en los casos identificados. Para conseguir un cambio rápido e inmediato tenemos que trabajar la detección de los casos.

Lorente asegura que “se denuncia un 20% y la inmensa mayoría de las mujeres no lo hacen”. De hecho, recuerda, “el 80% de las asesinadas nunca han denunciado y han vivido tanta violencia que terminan siendo asesinadas”.

P.: Eso, ¿cómo se traduciría en su pacto contra el machismo?

R.: Todo eso quiere decir que tenemos que dirigirnos a las mujeres donde están las mujeres. Y las mujeres no están en la comisaría de policía, ni en los juzgados. El 100% de ellas están en los servicios sanitarios, porque la violencia produce un impacto en la salud y la sintomatología consecuencia de la violencia no es el golpe, no es el hematoma. Esta situación de vivir bajo el estrés, bajo la amenaza, bajo la intimidación, produce un deterioro en la salud muy importante.

P.: ¿Qué propone?

R.: Tenemos que hacer un cribado universal: preguntarle, adoptar una actitud proactiva en las condiciones adecuadas, como se le pregunta a cualquier paciente si fuma o bebe, cosas genéricas que te preguntan como parte de de la situación de salud que influye para ver qué respuesta se te puede dar. Hay que hacer un cribado universal, preguntar sistemáticamente para detectar los casos de violencia y poder abordarlos en un circuito de atención, de protección y de acompañamiento para que luego termine en la denuncia.

P.: Decía que la manera de atajar el machismo es como con la Covid-19… ¿cómo sería la vacuna?

R.: Si tenemos la atención en los juzgados, la sanitaria cuando haya lesiones, tenemos la detección como parte de lo que sería los test para evitar que se contagie y sigan maltratando los hombres, solo quería la vacuna contra el machismo, que es la educación.

P.: ¿Cómo debería ser esa educación?

R.: Una educación identitaria, es decir, aprender, enseñar no solo que no se puede matar a la mujer o que no se puede dar un beso sin su consentimiento, sino a que se entienda que, como hombre, tienes que ser hombre de otra forma y no creerte con la capacidad de decidir tú qué es lo que se debe hacer en cada momento, ni de cuestionar a las mujeres según lo que tú piensas que es el comportamiento que deben tener La vacuna contra el machismo es la igualdad y la igualdad tenemos que inocularla a través de la educación y de la concienciación.

¿Vuelta al pasado?

P.: En los últimos años, en los que el feminismo está tan presente, hemos visto un resurgir de los mensajes machistas, especialmente en redes sociales. ¿Por qué calan tanto estos discursos entre los jóvenes, especialmente?

R.: Porque el machismo es cultura, no es conducta; la conducta es consecuencia de la cultura; y la cultura es la forma de ser, de comportarnos, la forma de relacionarnos, la manera de darle significado a las cosas, a la realidad. Por ejemplo, cuando ocurre un caso de violencia de género y lo llaman violencia doméstica, o dicen que ha sido un extranjero, o un borracho, no te están diciendo que no han matado a una mujer, te están dando un significado diferente para que el modelo no se cuestione, para que no sea de género la denuncia.

P.: ¿Por qué?

R.: ¿Por qué insisten tanto con el negacionismo en que no sea de género? Porque si es de género es consecuencia de la construcción cultural que lleva a definir lo que son los roles de hombres y mujeres y a la normalización de la violencia como parte de esos roles. Y si tú dices que existe la violencia de género, estás diciendo que hay un sistema cultural y social que da lugar a esta violencia. El negacionismo en verdad es un afirmacionismo, porque lo que hace es afirmar el modelo al negar aquello que cuestiona al modelo.

P.: Este modelo, además, no atrapa solo a los hombres, sino también a las mujeres.

R.: Como es cultura, influye en hombres y mujeres. Si un hombre entiende que cuando una mujer hace algo, la puede corregir dándole un bofetón… Lo hemos visto con Simona, la tiktoker a la que su novio le pega un bofetón y dice que no pasa nada, que es su chico, que nunca la ha maltratado, que solo le ha dado dos palizas en la vida. ¡Lo tiene completamente normalizado! La cultura es la que manda el mensaje para decir 'yo le puedo pegar a mi mujer' y le manda el mensaje a las mujeres de que tu marido te puede pegar.

Así empieza el círculo vicioso de la violencia y del machismo: “Cada vez tú normalizas más cantidad de violencia porque tú, cuando te pega, la siguiente comparación no es respecto a la no violencia, sino que, si estás acostumbrada a que te pegue un bofetón, cuando ya te pega dos bofetones lo comparas con lo normal, que es uno”, matiza Lorente.

Esta, dice, “es la trampa del sistema, que manda esos mensajes que refuerzan el modelo existente”. No lo cuestionan ni lo modifican, simplemente lo refuerzan bajo argumentos distintos, bajo circunstancias diferentes. Por eso, alerta, estamos viendo ese repunte machista entre los más jóvenes que, además, “no solo se manifiesta en las actitudes”.

Lo vemos, dice, “en las agresiones, en la violencia en la pareja, en la agresión sexual, en la sexualización de las chicas jóvenes, en esa cosificación que hacen, como hemos visto en el chat de la Universidad de La Rioja, o el de tratar de compartir imágenes, como los jugadores del Real Madrid de las categorías inferiores”. Y es que, recuerda, aunque “se presentan como hechos aislados”, no lo son. “Todo forma parte de una misma realidad”, zanja.

P.: ¿No parece que estamos yendo hacia atrás?

R.: Las redes en ese sentido han facilitado mucho esa vía de comunicación, de compartir elementos que te identifican. Porque ser hombre no es tanto los atributos biológicos, como serlo desde el punto de vista social y relacional, es decir, ser reconocido como hombre por otros hombres. Las redes hacen que seas una especie de vigilante o de policía de la moral a nivel cultural, porque te encargas de cuestionar a otros hombres que no son lo que tú consideras que es ser hombre.

“Machismo exhibicionista”

Lorente identifica como punto de inflexión machista la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos. Porque, dice, lo que hizo fue “practicar un machismo exhibicionista”. Antes, comenta, “estaba ahí, pero se cuidaba mucho de determinadas cosas y comentarios”. Y es que “la gente era políticamente correcta” y se “ocultaba” y “criticaba cualquier expresión del machismo”.

Sin embargo, ahora la dinámica es diferente. “Trump empezó a presentar a los hombres como víctimas de las mujeres, que se sentían amenazados, y de repente un sector de hombres en todo Estados Unidos, sobre todo blancos, se identifican con esto”. En nuestro país, indica Lorente, también sucede: “La ultraderecha ha hecho del machismo un instrumento de acción política”.

P.: En el libro también habla de guerra cultural, ¿está ganando el machismo la batalla?

R.: Está haciendo daño, sí. Hay que reconocer que el machismo es la gran mentira, la mentira original, porque está construido sobre esa falacia que es la idea de que los hombres somos superiores a las mujeres. Nos creemos que nuestra fuerza nos hace ganar el argumento y a partir de la fuerza, como imponemos nuestras ideas, entendemos que somos más inteligentes. Pero no lo somos, simplemente imponemos por la fuerza, no es por convencimiento, sino por amenaza o por imposición.