El Premio de Fotografía Humanitaria Internacional Luis Valtueña recoge en su edición de 2021 imágenes que representan realidades paralelas en distintas partes del mundo en un año que la humanidad ha afrontado situaciones muy complejas más allá de la covid-19. Se trata de un premio organizado por Médicos del Mundo como recuerdo a sus cooperantes asesinados en labores humanitarias.

El principal galardón lo ha recibido el fotógrafo polaco Jędrzej Nowicki. Con su propuesta The Scars (Las cicatrices), pretende demostrar la represión de las protestas de 2020 en Bielorrusia contra el régimen del presidente Lukashenko. Los protagonistas de esta serie fotográfica son opositores al régimen, familiares de personas torturadas y encarceladas, pero también jóvenes soldados arrastrados a un conflicto que nunca desearon.

Entre los finalistas se encuentran Alessandro Cinque, residente en Perú; Alejandro Cegarra, venezolano afincado en México y el francés Jérémy Lempin. Este último, con su trabajo Doctor Peyo and Mister Hassen (Doctor Peyo y el señor Hassen), cuenta la historia de un caballo de competición reconvertido animal de terapia para personas gravemente enfermas. Por ello, Lempin quiso dedicar este reconocimiento "a todos los cuidadores, héroes cotidianos que trabajan a veces en condiciones difíciles".

Por su parte, Cinque y su Perú a toxic state (Perú, un estado tóxico) muestran las consecuencias que genera en el medio ambiente y en las comunidades indígenas la minería peruana, una de los principales productoras de plomo, oro y plata de América Latina.

Cegarra narra a través de The Two Walls (Los dos muros) la militarización de la frontera entre Guatemala y México y cómo las autoridades impiden el avance de las caravanas de migrantes centroamericanos. "Siento una gran alegría de saber que hay espacio para la fotografía que trata de humanizar y dignificar a los migrantes", destacó el fotógrafo.

En esta 25ª edición del certamen se han presentado 808 candidaturas y 6.979 imágenes. Además, se han recibido series fotográficas de 94 países que han sido seleccionadas por un jurado internacional. Finalmente, la exposición de las obras ganadoras y la entrega de premios se realizará en marzo de 2022 en la sala de Calcografía Nacional de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid.

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    Las cicatrices. Minsk (Bielorrusia).

    Alexander, uno de los manifestantes detenidos, posa para un retrato frente al arresto en la calle Okrestina de Minsk, Bielorrusia. Alexander se dirigía al apartamento de su amigo cuando fue capturado por los militares bielorrusos en la primera noche de las protestas (10 de agosto de 2020). Pasó 4 días detenido. Le golpearon varias veces. Alexander estudia en la Politécnica de Minsk.

    Jędrzej Nowicki
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    Las cicatrices. Minsk (Bielorrusia).

    Los policías de las unidades OMON se sitúan en el puente de la calle Maksima Bahdanovic en las primeras horas de las protestas masivas. Las protestas comenzaron en la noche del 9 al 10 de agosto. El bloqueo formado por la policía en el puente fue el lugar del primer enfrentamiento directo entre los manifestantes y la policía.

    Jędrzej Nowicki
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    Las cicatrices. Minsk (Bielorrusia).

    Uno de los manifestantes está de pie con una bengala disparada en la escalera de un autobús urbano varias decenas de minutos antes de la brutal intervención de las fuerzas especiales en este lugar en la noche del 10 al 11 de agosto. Los acontecimientos de esa noche se consideran los más brutales de la historia de las protestas de Bielorrusia. Fue aquí donde Alexander Taraikovsky perdió la vida. Fue la primera víctima de la ola de protestas.

    Jędrzej Nowicki
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    Las cicatrices. Minsk (Bielorrusia).

    Una mujer se arrodilla frente a la línea de fuerzas especiales que protegen la residencia del presidente Lukashenko. Miles de manifestantes marcharon por las calles de Minsk en dirección a los barrios presidenciales en las afueras de la capital.

    Jędrzej Nowicki
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    Doctor Peyo y el señor Hassen. Calais (Francia).

    Tras ver a los niños y niñas en pediatría en la primera planta, Hassen y el caballo Peyo llegan al centro de cuidados paliativos para adultos del hospital de Calais. "A Peyo le apodan Doctor Peyo porque es una parte integral del equipo sanitario", dice Hassen.

    Jérémy Lempin
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    Doctor Peyo y el señor Hassen. Calais (Francia).

    Marion (24), que sufre cáncer metastásico, abraza a su hijo Ethan (7) en presencia de Peyo, que acepta ser tocado y acariciado solo por ella, en la Unidad de Cuidados Paliativos Séléne del Hospittal de Calais, Francia, el 30 de noviembre. "Con Peyo, intentamos recrear la vida al final de la vida, para luchar y crear una energía para acompañar a las familias y a los cuidadores", dice Hassen.

    Jérémy Lempin
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    Doctor Peyo y el señor Hassen. Calais (Francia).

    En el centro de cuidados paliativos en el hospital de Calais, Peyo indica a Hassen la habitación en la que quiere entrar. El caballo, de 15 años, es único en el mundo, capaz de detectar cánceres y tumores en los humanos. Cuando llega al centro de cuidados paliativos de Calais, Peyo decide a quién va a ver. Pasa por delante de las puertas de las habitaciones y se detiene o levanta la pata cuando siente que puede ayudar y proteger. El doctor Peyo se quedó casi dos horas frente a esta puerta, sin ceder un ápice, para proteger a una señora al final de su vida. "Yo le acompaño, pero le dejo hacer lo que quiera, él es el que decide. A Pero le diagnosticaron autismo, su inteligencia, sus facultades van más allá de lo que uno puede imaginar. Lo que realmente empujó a los científicos a interesarse por él y a abrirnos las puertas del establecimiento sanitario, fue esta capacidad de reducir en gran medida (la dosis de los pacientes) todas las drogas duras y permitir así una partida más tranquila, dice Hassen.

    Jérémy Lempin
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    Doctor Peyo y el señor Hassen. Calais (Francia).

    En el aparcamiento del hospital de Calais, Peyo y Hassen acompañan a Roger, de 64 años, aa la ambulancia que le llevará de vuelta a casa. "El doctor Peyo y Hassen no son personas, son ángeles", dice el hijo de un paciente.

    Jérémy Lempin
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    Los dos muros. Frontera Guatemala y México.

    Ever Sosa lleva a su hija en hombros mientras cruza el río Suchiate de Guatemala a México en un intento de seguir su camino hacia la frontera sur de Estados Unidos con una nueva caravana de migrantes y solicitantes de asilo.

    Alejandro Cegarra
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    Los dos muros. Frontera Guatemala y México.

    Ever Sosa, de nacionalidad hondureña, besa a su hija un día antes de su intento de cruzar desde Guatemala hacia México por el río Suchiate.

    Alejandro Cegarra
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    Los dos muros. Ciudad Juárez (México).

    Migrantes suben el muro con una escalera casera en Ciudad Juárez.

    Alejandro Cegarra
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    Los dos muros. Frontera Guatemala y México.

    Miembros de la Guardia Nacional en formación de muro de escudo para enfrentar a los migrantes que intentan huir de una redada.

    Alejandro Cegarra
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    Perú, un estado tóxico. Ayaviri (Perú).

    La ciudad de Ayaviri, antes de la llegada de la mina, vivía del queso y la leche. El queso de Ayaviri se exportaba a todo el Perú, llegando hasta Lima y Cusco. Debido a la contaminación del agua, las vacas comenzaron a producir menos leche y de baja calidad. Así, los ingresos económicos de los ganaderos se reducen considerablemente y los productores de queso tienen dificultades para venderlo fuera de la ciudad porque los mercados cercanos no quieren "queso contaminado". En el está claro el nivel de la sequía de la tierra. Esta tierra no produce verduras, por lo que la gente se encuentra sin los insumos necesarios para la agricultura y la ganadería.

    Alessandro Cinque
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    Perú, un estado tóxico. Espinar (Perú).

    Vista aérea de la mina de Tintaya, Espinar, Perú. Grandes extensiones de territorio han sido compradas por una poderosa multinacional (Glencore) que da forma a los enormes complejos extractivos de Tintaya, Antapaccay y Coroccohuaycco (hoy cerca del 40% del territorio del distrito está concesionado a las empresas mineras) defraudando a los habitantes de las comunidades y provocando un neto deterioro de sus condiciones, creando un enorme desequilibrio entre las formas de vida de quienes trabajan en las minas y quienes no lo hacen. Los principales problemas que aquejan a los territorios y poblaciones de la zona de Espinar son la contaminación del agua con metales pesados y la falta de agua debido a la actividad minera.

    Alessandro Cinque
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    Perú, un estado tóxico. Espinar (Perú).

    Avelina Chilo Ríos, de 53 años, tiene cáncer. Dice que su marido y dos de sus cinco hijos también han muerto por enfermedades relacionadas con la intoxicación crónica por metales pesados. La multinacional minera Glencore ofreció a Avelina una pequeña suma de dinero para comprar su casa, con el fin de ampliar la explotación minera. Demostrando el fuerte apego de los lugareños a la tierra, Avelina decidió no abandonar su propiedad, los pocos animales que le quedan y la comunidad de Tintaya Marchiri donde creció.

    Alessandro Cinque
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    Perú, un estado tóxico. Espinar (Perú).

    Grimalda de Cuno, en su casa, llora a un ternero que nació muerto el día anterior. "La tasa de mortalidad de los animales de granja ha aumentado drásticamente desde que se impuso la extracción de minerales, porque beben agua de ríos contaminados", afirma. La agricultura y la ganadería ya no son una fuente de sustento para las comunidades de los alrededores de Espinar. En los últimos seis años, la familia de Grimalda ha perdido 21 vacas y todas las ovejas y llamas que habían criado.

    Alessandro Cinque
María Fernández