Los Objetivos de Desarrollo Sostenible no pasan por su mejor momento. El Informe Mundial de Desarrollo Sostenible que publica la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN por sus siglas en inglés) de Naciones Unidas anualmente desde 2015, a semejanza con el termómetro que marca la temperatura de referencia de la salud corporal, identifica el estado de salud de la Agenda 2030 a nivel mundial.

Mediante la aplicación de una batería de 126 indicadores, realiza un diagnóstico y muestra la fotografía anual del grado de desarrollo de los 17 ODS en 167 de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas, de los que existe información fiable disponible.

Pero los resultados de la décima edición, publicada recientemente, muestran cómo el barco que surcaba los mares a velocidad de crucero y que pretendía llegar al puerto de destino en 2030, cada vez pierde más fuerza y se estanca como si en un mar de sargazos se encontrara.

Según los resultados de este estudio, solo el 17% de las 169 metas de los ODS está en vías de alcanzarse para 2030. Una cantidad ridícula en relación con los objetivos marcados.

Pero aún es más llamativo el hecho de que, al ritmo actual, ninguno de los ODS se alcanzará para la fecha indicada. Este barco común, con más 8.000 millones de personas a bordo, no parece que se encuentre en estos momentos en las mejores condiciones de navegación.

Si consideramos los datos mundiales, el ODS 2 de Hambre Cero, el ODS 11 de Ciudades y Comunidades Sostenibles, el ODS 14 de Vida Submarina, el ODS 15 de Ecosistemas Terrestres y el ODS 16 relacionado con la Paz, Justicia e Instituciones Sólidas se encuentran en un estado de estancamiento sin apenas mostrar un avance significativo desde los primeros datos recogidos en los informes de 2015.

A nivel más concreto, las áreas que se identifican como las más críticas están relacionadas con indicadores de referencia como la tasa de obesidad, la libertad de prensa, la pérdida de biodiversidad y el incremento de la percepción de la corrupción.

Sin duda, las noticias que nos acompañan cada día son olas furiosas que golpean sin descanso nuestro barco encallado y que no favorecen estas mejoras. Los países se enfrentan a importantes desafíos para hacer que los ODS se sirvan de vientos favorables para seguir avanzando en la buena dirección.

El informe de SDSN también pone de manifiesto que, a pesar de este estancamiento, hay ciertas señales positivas, pues se identifica que sigue existiendo un grado de compromiso político elevado entre la gran mayoría de países de los distintos continentes.

Es interesante señalar cómo 190 de los 193 Estados miembros de Naciones Unidas han participado activamente en los procesos de revisión voluntaria de evaluación de la aplicación de la Agenda 2030, al menos una vez.

Aunque es llamativo que entre los que no se han implicado en estos esfuerzos se encuentre Estados Unidos, acompañado de Haití y Myanmar.

Los datos para España aparentemente no son malos. Sigue mejorando si tomamos como referencia el primer informe de 2015, ocupando la 14ª posición entre los países con mejores resultados de la clasificación que mide los progresos y cercanía para la consecución de los ODS.

Estar situados en esta posición es sin duda motivo de satisfacción, sin embargo, no hay que olvidar que la economía española ha pasado de la posición 15ª a la 12ª en el presente año en términos de PIB nominal, situándose como uno de los países con las mayores tasas de crecimiento económico.

Estas buenas noticias económicas no se han traducido en una mejora sustancial de los avances en sostenibilidad. El informe muestra, al igual que otros países de características similares, que España presenta una desaceleración y freno en las tendencias de cambio que ha experimentado en años anteriores.

Los resultados estadísticos muestran escaso avance en la gestión de residuos relativa al ODS 12 de Consumo Responsable, el control de las emisiones atmosféricas en relación con el ODS 13 de Acción por el Clima, y el freno a la pérdida de biodiversidad marina y terrestre de los ODS 14 y 15 como los objetivos que requieren un mayor esfuerzo de acción política y ciudadana.

Esta situación de estancamiento podría estar relacionada con el incremento paulatino, en las redes sociales y por parte de algunos líderes políticos, de mensajes y narrativas que defienden la necesidad de controlar o impedir la inmigración o profundizar en las desigualdades sociales, económicas o ambientales entre países.

Estas nuevas barreras ideológicas que pretenden preservar el alto nivel de vida de algunos países tienen un fuerte impacto en los mensajes de solidaridad y cooperación que son el motor de esta herramienta común.

Ante estas tendencias dirigidas a posicionar a la opinión pública contra los valores de la Agenda, se hace más necesario y urgente redefinir las estrategias que buscan el bienestar común y no solo el de unos pocos.

Estrategias que permitan frenar o congelar esta avalancha de visiones y actitudes cargadas de odio y desigualdad.

Para ello, se requiere identificar a los aliados que siguen apostando por impulsar los objetivos prioritarios de acción y transformación, así como que el barco común vuelva a adquirir nuevas velocidades para que pueda llegar al puerto deseado a tiempo.

La Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo de la ONU celebrada recientemente en Sevilla, ha sido una clara oportunidad de perfilar nuevas líneas de acción que permitan enviar un mensaje de esperanza y recobrar la energía social, política y económica necesaria para hacer frente a las nuevas barreras que están intentando dominar el mundo.

Frente a este panorama de estancamiento y retroceso, la conferencia ha ofrecido un necesario impulso político y técnico. En ella, los líderes mundiales han reconocido que el actual marco financiero internacional es insuficiente para responder a la magnitud de los desafíos globales.

Este foro ha contado con la participación de entidades de la sociedad civil, la empresa, la academia y redes globales como SDSN, contribuyendo al esfuerzo conjunto de avanzar en la generación de alianzas para el desarrollo sostenible desde lo global a lo local.

A pesar de ausencias de delegaciones como la de EE.UU. y un complejo contexto internacional, el resultado de la conferencia es el Compromiso de Sevilla; una hoja de ruta para movilizar inversiones a gran escala en sostenibilidad, fortalecer los sistemas fiscales nacionales, garantizar una financiación más justa y accesible para los países en desarrollo, y reformar profundamente la arquitectura financiera internacional.

De forma complementaria, se ha creado un nuevo instrumento, la Plataforma de Acción de Sevilla, que se dedicará en los próximos años a asegurarse de que estos compromisos se materialicen en proyectos concretos y se hagan realidad.

Esta plataforma incluye 130 iniciativas, en la que hay involucrados 37 países, siete bancos multilaterales, siete organizaciones internacionales, el sector privado y la sociedad civil. Solo así será posible recuperar el ritmo necesario hacia los ODS.

Esta cita ha recordado que, más que nunca, el éxito de la Agenda 2030 dependerá de decisiones valientes, recursos bien dirigidos y una cooperación multilateral efectiva y transformadora; que pasa por la mejora de las gobernanzas globales, más inclusivas y transparentes, y reforzar el multilateralismo para garantizar los bienes comunes, la democracia y sus derechos con el desarrollo sostenible en el centro.

El tiempo apremia, y como escribió el poeta sevillano Antonio Machado, "hoy es siempre todavía". Ahora es el momento de actuar, de continuar forjando alianzas y avanzar en los objetivos de esta agenda de desarrollo para contribuir a un mayor bienestar para las personas, proteger el planeta y prepararnos para los desafíos presentes y futuros.

*** Estíbaliz Sáez de Cámara es presidenta de la Red Española para el Desarrollo Sostenible (REDS-SDSN Spain) y Javier Benayas es secretario de REDS-SDSN Spain.