Quedan menos de diez años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, y entre tanto, una pandemia de dimensión global ha venido a cuestionar el ya difícil resultado de alcanzarlos.

En lo concerniente al ODS 3 (Salud y bienestar), y a aquellos otros que guardan razón con este, la pandemia ha frenado procesos de mejora y ha acelerado cambios que van a fomentar progresos y avances en un futuro próximo.

"En todas las partes del mundo los nacimientos marcan momentos felices. Sin embargo, cada 11 segundos un nacimiento supone una tragedia familiar". Con estas palabras, Henrietta Fore, directora de UNICEF hace alusión a los 2,8 millones de embarazadas y recién nacidos que mueren anualmente en un momento tan esperado y a la vez de tanta vulnerabilidad como es un parto.

Santiago de Torres, presidente de Alianza por la Solidaridad

Es cierto que el riesgo de muerte es sustancialmente mayor para las mujeres y niños en función de dónde transcurra ese parto. Los niveles de mortalidad materna son casi 50 veces más altos en las mujeres del África subsahariana, y los hijos de estas tienen 10 veces más probabilidades de morir durante el primer mes de vida que otros hijos en otros lugares del planeta.

En 2017 fallecían en España 4 madres. Cada 100.000 niños nacidos vivos mientras en Afganistán, la tasa de mortalidad materna era de 637 ese mismo año. Y en Chad, 114 madres morían de cada 10.000 que daban a luz.

Esa misma cifra, 2,8 millones, es la que representa a los niños y adolescentes que viven con VIH en África, casi 9 de cada 10 en África subsahariana, según las estimaciones de ONUSIDA para 2020. De entre ellos, sólo la mitad recibe tratamiento para el VIH. La esperanza de vida con retrovirales, no tiene nada que ver con la de aquellos que no son tratados.

Mientras lidiamos con estas cifras, el mundo se ha visto impactado por un nuevo virus global y se ha volcado, en este último año y medio, en encontrar soluciones a la crisis multidimensional de la covid-19.

Esta ha causado a nivel mundial casi 5 millones de muertes desde sus inicios. Ingentes esfuerzos en investigación han marcado tiempos récord y significativos avances de la ciencia, que nos permiten estar hoy en día en España en una incidencia de 49 casos por cada 100.000 habitantes. Además de tener una tasa de mortalidad muy reducida.

Los niveles de mortalidad materna son casi 50 veces más altos en las mujeres del África subsahariana

Los esfuerzos científicos para contener una pandemia como la del coronavirus han sido secundados por esfuerzos a nivel de gobernanza multilateral y de cooperación. Sin una perspectiva sistémica de esta crisis, el virus estaría haciendo muchos más estragos de los que está causando hoy en día.

Además, la crisis ha puesto claramente en evidencia la importancia de lo público en materia de salud y ha resituado la maltrecha posición de los temas sanitarios en un lugar prioritario de nuestras agendas políticas. Hemos demostrado, por lo tanto, que somos capaces de recolocar prioridades, generalmente cuando las amenazas son cercanas.

Pero esta crisis, que ha tenido su principal foco en Europa y en América, va a impactar, sin lugar a dudas, en el corto plazo en aquellas zonas con mayor incidencia de pobreza, con sistemas de salud más débiles y con falta de profesionales sanitarios preparados. Aquellas que, además, están sumando esta pandemia a otras emergencias sanitarias como el VIH o la malaria.

A pesar de que la covid-19 haya permitido situar la salud en el centro del debate mundial, esta epidemia dificultará aún más si cabe el camino hacia la consecución de la Agenda 2030. Distintos informes analizan su impacto negativo en casi todos los ODS en todas las regiones del mundo, incluidos los países con mayores índices de desarrollo. En aquellas geografías más vulnerables, el impacto será aún mayor.

Esta crisis va a impactar en aquellas zonas con mayor incidencia de pobreza y con sistemas de salud más débiles

El no dejar a nadie atrás está cada vez más en entredicho y existe una creciente preocupación por una posible ralentización en la consecución de los ODS o incluso un grave retroceso de los logros ya alcanzados.

En particular, en relación con el ODS 1 (Fin de la pobreza) y el ODS 2 (Hambre cero). Esta crisis puede dar lugar a que decenas de millones de personas se encuentren en una situación de hambre y pobreza extrema. Las previsiones así lo acusan: un retroceso de cinco años en los millones de personas en situación de pobreza extrema (124 millones) y un retroceso de 5 años en la cantidad de personas que sufren de hambre (161 millones).

Además, previsiones de un camino inverso en la lucha contra el VIH, la malaria y la tuberculosis en dos décadas, ponen en amenaza, a su vez, alcanzar el objetivo 3, aquel cuyo reto es garantizar una vida sana y promover el bienestar en todas las edades.

De nosotros depende que esos 2,8 millones de niños y adolescentes con VIH sumen cada año una cifra menor y que progresivamente más niños tengan acceso a diagnóstico y tratamiento. De nosotros depende que no se reduzcan las prioridades prepandemia. Y también que no únicamente nuestros mayores reciban su tercera dosis, que estas lleguen a otras latitudes.

De este escenario global tan complejo, podemos sacar algunas lecturas positivas. La pandemia ha sido un aprendizaje global en lo referente a la preparación para las emergencias sanitarias y en la mirada hacia la inversión en servicios públicos fundamentales como la salud.

Hemos de aprovechar los esfuerzos que se han visto en la gobernanza global y multilateral para ahondar en algunas reformas necesarias

La crisis de la covid-19 ha sido también ha sido un revulsivo en la generalización del uso la tecnología en materia de salud: video consultas, tele consultas y algoritmos que nos permiten diagnosticar y acompañar durante la pandemia. Utilicémosla también para otros fines, en otras enfermedades y para reducir distancias.

También para favorecer el acceso a la salud global y contribuir a fortalecer aquellos sistemas más endebles. Hemos de aprovechar los esfuerzos que se han visto en la gobernanza global y multilateral para ahondar en algunas reformas necesarias y perfeccionar la gestión y coordinación global.

Si algo podemos aprender de esta devastadora pandemia, es que los sistemas de prevención, la fortaleza de los sistemas de salud, el acceso a los mismos, la justicia social y su abordaje, desde una perspectiva sistémica, son los pilares para salir de una crisis como la covid-19. Pero también para enfrentar actuales y futuras emergencias relacionadas con la salud de muchos millones de personas en el mundo.

*** Santiago de Torres Sanahuja es presidente de Alianza por la Solidaridad.