Bajo los frescos de Francisco Pradilla, entre espejos y decoraciones que recubren las paredes, frente a la madrileña plaza de Cibeles, la Sala Embajadores de Casa América se convirtió en el epicentro del debate sobre el cambio climático.
Bajo el título Camino hacia la COP30: clima, cooperación y compromiso iberoamericano, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), la Fundación Consejo España-Brasil y la Cámara de Comercio Brasil-España reunieron, en la tarde del 11 de septiembre, a representantes institucionales, diplomáticos y empresariales.
El objetivo no era otro que marcar una hoja de ruta hacia la próxima Conferencia de las Partes (COP), que se celebrará en Belém do Pará (Brasil), en plena Amazonia, del 10 al 21 de noviembre. Y así ocurrió.
Tras la intervención inaugural de la cita a manos del director general de Casa América, León de la Torre, fue la presidenta de la Cámara de Comercio Brasil-España, Trinidad Jiménez, la encargada de subrayar los desafíos globales en la actualidad.
"Estamos viviendo cambios que tienen un tono dramático y tenemos que ver cómo hacer frente a los problemas", comentaba.
Aunque, si algo tiene claro de cara a la implementación de soluciones, es que la transición climática no se entiende sin la empresa privada.
Porque, dijo, "la incorporación de las compañías supone un hito fundamental para garantizar el éxito, y Brasil está ejerciendo un liderazgo clave en ese campo".
Un problema económico
Jiménez enumeró las prioridades de la agenda —justicia climática, transición energética, finanzas sostenibles y atención a las personas vulnerables—. Y destacó la necesidad de "dirigir al sector privado a un llamamiento claro a asumir un rol activo".
Al mismo tiempo, advirtió de las consecuencias económicas de la inacción. Insistió en que "el cambio climático no es solo un problema ambiental, sino uno de los mayores dilemas económicos y sociales de nuestro tiempo".
Intervención de la presidenta de la Cámara de Comercio Brasil-España, Trinidad Jiménez.
Apuntó que, mientras que actuar hoy costaría entre un 1% y un 2% del PIB global, no hacerlo se traduciría en un impacto del 27% del PIB acumulado en los próximos años. Porque, tal y como aseguró, "los efectos del cambio climático ya afectan a la economía mundial".
Por su parte, el presidente de la Fundación Consejo España-Brasil, Mario Ruiz-Tagle, apostó porque esta cumbre sea diferente. Y es que, para él, Belém "es un momento para reforzar el compromiso medioambiental".
Por eso, consideró fundamental "avanzar en los acuerdos de las COP anteriores que no tienen la implementación que esperábamos". E insistió en que la acción debe traducirse en medidas concretas, como la electrificación de la economía.
Lo que, dijo, "nos dará seguridad en el suministro y capacidad de respuesta frente a fenómenos climáticos que cada vez se repiten con más frecuencia".
Entre las tareas urgentes, Ruiz-Tagle citó "modernizar y expandir las redes de transporte, aprovechar mejor las energías en los horarios valle y promover la inversión de personas". Y advirtió de la importancia de que "nadie se quede fuera y que los beneficios de la transición sean reales".
Continuó esta cita Luiz Alberto Figueiredo Machado, embajador de Brasil en España, aportando la perspectiva diplomática. Recordó que hace años ya se decía que "el cambio climático era un problema provocado por los seres humanos y que había que cambiar los patrones de consumo".
Pero lamentó que haya "quedado claro que no solo es un problema ambiental, sino económico y de modelo de productivo".
Luiz Alberto Figueiredo Machado, embajador de Brasil en España, durante su intervención.
Y es que, según Figueiredo Machado, la proliferación de eventos extremos demuestra que, "más que nunca, los seres humanos y la naturaleza son las víctimas".
Por lo que subrayó la necesidad de un esfuerzo colectivo: "Los gobiernos poco pueden hacer si no regulan la economía hacia patrones más sostenibles. Si no estamos juntos, este barco no llegará a ningún puerto".
Fue el secretario general de la OEI, Mariano Jabonero, el encargado de dar cierre al primer bloque del seminario. Y no dudó en defender la elección de la sede de la COP30 como un gesto de coherencia: "Es en el Amazonas, claro, donde tiene que ser. Es un lugar radicalmente importante en la sostenibilidad de la nación y de todos".
Además, aprovechó su intervención para recordar que la organización ya trabaja sobre el terreno. Y así lo explicaba: "En este momento, vinculadas directa o indirectamente a la OEI, hay más de mil personas trabajando en la COP. Nuestro verdadero compromiso es Iberoamérica, y lo que hacemos es un ejemplo de integración y de capacidad para tener voz fuera de la región".
Diplomacia y acción
La segunda parte del acto estuvo dedicada a la mesa redonda Diplomacia y acción climática: hoja de ruta hacia la COP30 y el papel de España y Brasil. En ella se reunieron Luis Jiménez-McInnis, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Europa; Gonzalo Sáenz de Miera, director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola; y Álvaro Ráez, responsable de la OEI para la coordinación de la COP30.
Sáenz de Miera recordó que "apostar por las soluciones limpias te lleva a una energía más barata, más competitiva y más segura". Y que, a diferencia de otras revoluciones tecnológicas, "Brasil y España están bien situados para avanzar".
Alertó, además, de que el problema es que "se está politizando en Europa", pero que el cambio climático "ya está aquí, afecta a todos los sectores, no solo a los países menos desarrollados".
Sin embargo, para el directivo de Iberdrola, la oportunidad es clara: "Brasil y España tienen los mejores recursos renovables —Brasil en el mundo y España en Europa—, lo que permitirá atraer inversión".
Y dejó claro que "si no lo aprovechamos nosotros, lo harán otros", porque "las economías necesitan visión, regulación y alianzas".
Desde la OEI, Álvaro Ráez destacó que "si hay un lugar donde se tiene que hacer este evento es en la Amazonia" y reclamó que Brasil asuma un papel protagonista: "Le toca recoger el testigo y establecer un nuevo plan de reducción de emisiones, con indicadores entregables que permitan comprobar el cumplimiento de los compromisos".
De izquierda a derecha: Gonzalo Sáenz de Miera, director de Cambio Climático y Alianzas de Iberdrola; Erika Rodríguez, directora de la Fundación Carolina; Luis Jiménez-McInnis, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Europa; Álvaro Ráez, responsable de la OEI para la coordinación de la COP30.
Asimismo, Ráez defendió que el multilateralismo debe reforzarse "con mayor motivación para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París". Y advirtió de que "la diplomacia y la cooperación aparecen cuando hay un problema, y ese es que el cambio climático mata. No es un debate sujeto a matices".
Por su parte, Jiménez-McInnis consideró que Belém será "un test para el multilateralismo". Apuntó que la prioridad es "fortalecer la resiliencia e incentivar la participación del sector privado". Porque, insiste, de la COP30 "tenemos grandes expectativas y queremos ver resultados concretos".
El evento dio cierre con la intervención de Elena Pita, directora general de la Oficina Española de Cambio Climático, quien reconoció el valor del debate.
Todos los ponentes coincidieron en señalar que la cita de Belém no puede limitarse a nuevas declaraciones de intenciones.
Porque, como resumió Ruiz-Tagle, "esta debe ser la COP de la acción y la implementación", una afirmación que sobrevoló toda la jornada como recordatorio de que el tiempo, esta vez, es el recurso más escaso.
